Julio Castro – La República Cultural
Una cena de navidad servirá como escenario para conocer la historia de la situación en la que nos encontramos, un desenlace que lleva a otro desenlace. Estamos ante una propuesta que nos habla indirectamente de la violencia contra la mujer, de los celos que parecen justificar todo en la cabeza de quienes agreden, y que ofrece la posibilidad de plantearnos muchas preguntas durante y después de la función.
El trabajo dirigido por Coral Igualador e interpretada por Bárbara de Lema y Carlos Luna, muestra un escenario lleno de normalidad, que cada vez va sumando momentos más extraños, mientras el personaje de Bárbara transforma su rostro en desconfianza primero y en miedo después, a la vez que el de su marido, interpretado por Carlos, desenvuelve su seguridad e imposición en el entorno.
Es un formato breve, en cuyo recorrido no encontramos la violencia explícita, ni se expone claramente el auténtico motivo que conduce a su desenlace, y que sin embargo consigue dibujar muy bien los precedentes de la acción, sus consecuencias, a la vez que deja al público sacar sus conclusiones.
Yo me pregunto siempre si alguien piensa que la culpa es suficiente condena para el agresor… pero es una pregunta retórica, porque para mí no se aproxima siquiera al sufrimiento de una persona maltratada, acosada o anulada de por vida. Ni que decir si es asesinada.
La mayor ventaja de esta propuesta (y esa es la intención de la compañía Ocho y el Pianista), consiste en el coloquio posterior, donde caben muchas reflexiones. Entiendo que cada vez será diferente, y eso enriquece a la propuesta, pero habiendo tenido la ocasión de contar en una mesa, entre otras personas, con dos mujeres que han pasado por esa situación y que cuentan sus planteamientos actuales, una vez pasado el tiempo, me parece una situación que hay que aprovechar para tratar de comprender muchos puntos de vista. Podemos pensar que el mundo se divide entre quienes aplican la violencia y quienes no lo hacen, pero la mayor desgracia es esa amplia línea difusa que ampara innumerables situaciones, y de la que, seguramente, tod@s debemos aprender, porque de otra manera, cada día seguiremos sumando cifras en las estadísticas, y enormes callos en las sensaciones.
Creo sinceramente que las administraciones públicas de cada uno de los gobiernos que han pasado por este país, no han hecho más que ponerse medallas al respecto, y que todo lo que vemos cada día, parte de un sistema social, en lo educativo, y en lo económico, que favorece que sigamos tal cual estamos. Sirva pues de reflexión, pero también como denuncia, el teatro que nos hace pararnos a reflexionar… aunque sea un momnento.