Julio Castro – La República Cultural
El parapeto de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), de Orson Welles, con la muerte del rico magnate de la prensa, da pie al argumento (completamente diferente) de esta obra de la compañía gallega Grupo Chévere. “Nosotros queremos contar la historia de un empresario gallego que se convierte en una de las personas más ricas y poderosas del último tercio de ese mismo siglo. Pero no queremos contarla empezando por su muerte y utilizar el flash back como recurso. Decidimos liarla un poco. Pero poco: pensamos en contarla empezando por la muerte de otro hombre gallego rico y poderoso y hacia delante. Y el único hombre gallego rico y poderoso que encontramos fue Francisco Franco. Cierto, no era un empresario, era un militar. Pero fue rico y poderoso durante casi 50 años. Así que empezaremos la historia en el momento más interesante de la vida de Franco, que es justo cuando muere”.
Es parte del breve diálogo que abre el trabajo de Patricia de Lorenzo y Manuel Cortés. La presunta vida de un gran empresario, de iniciales A.O., es decir, Arsenio Ortigueira, y de la coincidencia de sus inicios en el encuentro con Sara Caamaño, una supuesta activista de ERGA (Estudiantes Revolucionarios Gallegos), que escribe para LUME, el boletín de la organización.
Es el año 1975, y la ficción ronda el momento posterior a la muerte de Franco. En nuestra historia, A.O., como le nombran en la obra, acaba de comenzar sus actividades empresariales en el mundo de la confección del textil, y tiene ciertas ideas para llegar a todo el mundo con sus productos.
Entre el diálogo y la descriptiva
En realidad, el espectáculo Citizen consta de tres trabajos, independiente cada uno de ellos, de los que este que tratamos es el primero. Centrado en un viaje pseudoficticio a través de la fortuna de Amancio Ortega,… bueno, o de Arsenio Ortigueira, la obra parte en este fragmento de los inicios, intentando a través del absurdo o del realismo, con la herencia franquista de falsos emprendedores, grandes fortunas y, como se desprende de los sucesivos montajes (y como ya sabemos desde hace años), en la explotación de trabajadoras, el trabajo esclavo en Galicia y en la India.
No se trata de teatro documental en primer plano, aunque está presente en todo el trasfondo del hilo conductor. La idea consiste volcar el formato en una apariencia de absurdo, entre el que se muestran los trazos de narrativa suficientes que incluirán diálogos entre ambos protagonistas, en ocasiones, intercalados con momentos descriptivos por parte del dúo actoral.
La escenografía, que en principio no cuenta con nada, pasará por ir dibujando los espacios y movimientos escénicos con tiza, hasta llegar a un juego muy interesante con videocámaras, que componen una falsa realidad, para proyectar en directo la entrevista entre la “revolucionaria conversa” y el futuro magnate.
Según ellos, nadie entendió las últimas palabras de Franco, al igual que en Citizen Kane, pero afirman que fueron Globalization. A partir de esta premisa alcanzarán un absurdo que se convirtió en realidad.
La mujer y el poder económico
Entre los distintos factores de opresión que pasan por la escena, hay uno que, necesariamente, destacará sobre otros: la mujer transformada en objeto manejado. Aquí la parodia acaba por llevar hasta un símil en el que el sexo es paralelo al poder de control de la historia, así que traducen a hechos el concepto. Sara le propondrá un encuentro sexual en el comercio donde se produce la entrevista, pero lo que viene a continuación pone el foco sobre el símbolo de una mujer oprimida que se mueve entre la liberación colectiva y el falso espejismo de esa libertad “Libero su corchete y pienso en las mujeres que quedaron atrapadas en los corchetes de sus faldas. Que nunca abrieron otros que non fuesen los suyos, que dejaron que los suyos fuesen arrancados. Estoy con ellas. Conmigo están, por fin, pudiendo ser civilizadas. Bajo la cremallera de la bragueta y con ella todos los tabús”.
Seguramente hay que situarse en los años ’70 para situarse, y tratar de asumir unas promesas que no llegaron, ni a las mujeres ni a nadie “Satisfacer las necesidades del cliente quiere decir en realidad estimular el consumo. La democracia le va a venir de la ostia para que todo dios pueda llegar a ser consumidor”. Hay que ubicarse entonces, para comprender que casi todo sigue igual.
Por eso, cuando al inicio hablan del “interesante” momento de la muerte de Franco, lo avanzan bien claro “Momento muy interesante porque se podría decir que nos colaron a todos un gol que merece la pena comentar”.
Es un trabajo a la vez interesante y cercano a cualquier público, muy propicio al debate, sobre todo después de alcanzar un final en el que la imagen puede resumir el contexto histórico y el actual.
Pasado y proyección de Chévere
En noviembre de 2011, en una reunión de la iniciativa Comunidades Creativas Ahora, que quería movilizar al sector de las Artes Escénicas en nuestro país, llegaban noticias del cierre de espacios teatrales como la Sala TIS en Madrid, o la Nasa en Santiago de Compostela. Eran crónicas de muertes anunciadas. De asesinatos colectivos anunciados, porque todo respondía al resultado de la presión económica por parte de las diferentes Administraciones Públicas, y de la manera de explotar o sangrar los espacios privados.
Precisamente el Grupo Chévere, que había gestionado la sala gallega con sus conocidos espectáculos y formatos de diferente tipo, anunciaba en mayo de ese mismo año que tendría que abandonar la sala Nasa por falta de liquidez, tras la pérdida de las prometidas ayudas públicas.
La opinión pública compostelana tardaría en darse cuenta de lo que estaba perdiendo, que se trasladó al concello de Teo, desde donde siguen trabajando. En su momento, José Henríquez nos hablaba de la compañía y de su Eurozone, hoy dos años más tarde de aquel otro trabajo son Premio Nacional de Teatro, cosa nada sorprendente en este país que ya durante la dictadura fascista premiaba a autores que luego censuraba. Ahora siguen luchando y mostrando sus trabajos, y ejerciendo a la par el humor y la crítica en propuestas bien armadas que no buscan la complacencia, pero tampoco un mundo oscuro.
De #CCAhora quedó poco más que un sentimiento de unión entre quienes participaron/participamos durante aquel tiempo. De Nasa queda todo el trabajo del Grupo Chévere que sigue adelante, le pese a quien le pese.