Noa Piñeiro - La República Cultural
Han pasado algunos años ya desde que lanzasen su primer álbum de estudio Strange House, no obstante fue su segundo largo, Primary Colors, el que los colocó en los primeros puestos de las listas británicas e hizo que el gran público se fijase en ellos. Desde entonces dos discos más, Skying y Luminous, les han consolidado como un grupo potente y muy coherente con su estilo.
Ya no son tan niños y se nota, han dejado atrás esa adolescencia oscura y rabiosa que los caracterizaba, para hacer un post-punk más sereno y sobrio. Lejos queda ya aquella anécdota que todos recordamos y que nos ubica en la Sala Moby Dick años atrás donde decidieron coger la bola de espejos y tirarla al público (a tope de oscuridad e inconsciencia juvenil), estupideces propias de un ego enardecido por el público y la fama de “enfants terribles” que les había adjudicado la prensa musical.
Hoy, aunque conservando el mismo look que llevan utilizando desde los comienzos de su carrera, se ve que los años han pasado y ese pseudovandalismo bastante idiota ha pasado a mejor vida.
Lo peor es ver La Riviera medio vacía, un público nada homogéneo espera que salgan al escenario mientras los teloneros (Disco las palmeras!) destrozaban su último disco Asfixia. La horrible acústica de la sala de la capital hizo un flaco favor a los gallegos que, seguro, no lo recuerdan como su mejor actuación.
Puntuales salieron al escenario The Horrors con un concierto muy correcto, hicieron un repaso a algunos de los temas de todos sus discos. I can see trough you, Mirrors image o Sea whithin a sea fueron algunos de los éxitos con que nos hicieron disfrutar. Un directo contenido pero muy equilibrado que hizo un pequeño repaso a toda su carrera. Madurez sobria y energía luminiscente, en uno de los mejores directos que recuerdo de la formación.
La discreta duración del concierto (que no alcanzó la hora y media) fue el punto débil de la noche, al menos para mí, que casi comenzaba a perfilarse al finalizar el directo, ya que el quinteto prometía. En versión DJ Set, una pinchada hasta altas horas de la madrugada… pero eso ya será otra historia.