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Dom La Nena y Deolinda, sorprenden gratamente en el cierre del primer fin de semana de Pirineos Sur - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Después de un más que exitoso primer fin de semana en el escenario Lanuza (Ara Malikian, Noa, Mira Awad, Calle 13 y Ana Tijoux), tanto por asistencia de público como por el alto grado de satisfacción personal que desprendían los hasta ahora asistentes a la vigésima cuarta edición del Festival Internacional de las Culturas organizado por Pirineos Sur, les llegaba el turno de poner la guinda, como punto y seguido a este espectacular cartel, a unos artistas que envuelven su música en una lengua común, el portugués. La tarde del domingo en Sallent de Gállego parece pensada por Pirineos Sur para sobreponerse a la apabullante resaca emocional que viernes y sábado nos han regalado. Alejadas definitivamente las dudas sobre el caprichoso comportamiento climatológico, el designio es disfrutar de una manera agradable, apacible y tranquila, paseando, zigzagueando entre los puestos de los Mercados del Mundo. A este estado de tarde de domingo ideal solo le faltaba un pequeño detalle…su banda sonora.

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Dom La Nena y Deolinda, sorprenden gratamente en el cierre del primer fin de semana de Pirineos Sur

Música con raíces portuguesas se adueña de Sallent de Gállego

Pirineos Sur 2015
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Pirineos Sur 2015

Dom La Nena con su inseparable compañero de viaje, el violonchelo.
Foto: Raúl Martínez.

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Pirineos Sur 2015

Dom La Nena con su inseparable compañero de viaje, el violonchelo.
Foto: Raúl Martínez.

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Ramami - La República Cultural

Después de un más que exitoso primer fin de semana en el escenario Lanuza (Ara Malikian, Noa, Mira Awad, Calle 13 y Ana Tijoux), tanto por asistencia de público como por el alto grado de satisfacción personal que desprendían los hasta ahora asistentes a la vigésima cuarta edición del Festival Internacional de las Culturas organizado por Pirineos Sur, les llegaba el turno de poner la guinda, como punto y seguido a este espectacular cartel, a unos artistas que envuelven su música en una lengua común, el portugués.

La tarde del domingo en Sallent de Gállego parece pensada por Pirineos Sur para sobreponerse a la apabullante resaca emocional que viernes y sábado nos han regalado. Alejadas definitivamente las dudas sobre el caprichoso comportamiento climatológico, el designio es disfrutar de una manera agradable, apacible y tranquila, paseando, zigzagueando entre los puestos de los Mercados del Mundo. A este estado de tarde de domingo ideal solo le faltaba un pequeño detalle…su banda sonora.

Era alrededor de las ocho cuando la brasileña Dom La Nena aglutinaba, sentados en el suelo, a los primeros curiosos en torno al escenario. De primeras el escenario despista un poco. Allí hay muchos instrumentos y solo un artista pisando las tablas. Pronto se aclaran dudas. Dominique Pinto (Dom La Nena) es multi-instrumentista y con ayuda de un loop-station (pedal con el que el artista graba en directo sonidos de distintos instrumentos de forma individual que se van acumulando y sobreponiendo unos a otros provocando un efecto orquestal) despertó aún más la curiosidad y admiración entre el público. Por definición su instrumento natural es el violonchelo, culpable original de que se dedique a la música. Pero por sus manos y sus pies pasaron instrumentos como el cavaquinho, la guitarra eléctrica, la caja de la batería, el pandeiro e incluso los, casi se le olvidan, cascabeles tobilleros.

El público que se reunió era especialmente familiar. No sabemos muy bien si por “apellidarse” La Nena o porque su música es asequible a todos los públicos pero las primeras filas, concretamente el vallado que protege el escenario, ese espacio por el que habitualmente “matan” los más efusivos groupies, estaba copado por criaturas que difícilmente superaban los cinco años. Y allí aguantaron atrincherados en sus preciadas posiciones absolutamente todo el concierto. A ver quién era el guapo que les separaba de sus preciados barrotes.

Su música intimista y aparentemente melancólica era edulcorada con una enorme sonrisa y una cercanía con el público tal que le supo implicar en cada uno de sus temas. Con Sambinha buscó complicidad entre el público buscando a algún@ brasileñ@ que supiera bailar samba sin éxito por lo que propuso un concurso. El ganador se llevaría un disco suyo. Al final, el preciado obsequio recayó en uno de esos diminutos y efervescentes fans que tenía en primera fila. Para La nena soy yo, cavaquinho en mano, buscó a argentinos que supieran pronunciar la “i griega” a su más puro estilo fonético de “sh” aspirada con la que terminó contagiando a todo el público. Y a ritmo de “La nena so yo…” desapareció por un lateral del escenario.

A la vuelta hizo constar la maravillosa vista que ella tenía de la montaña y lo afortunada que se sentía por ello. A cuento, no la venía nada mejor que despedirse con una especial e íntima versión de Gracias a la vida, canción original de Violeta Parra pero que popularizó en todo el mundo Chavela Vargas. La ovación que recibió la brasileña fue escandalosa. El público, que se había vuelto a sentar después de los bailecitos, se tornó de nuevo en pie para intentar, infructuosamente, retenerla y que nos deleitase con alguna composición más.

La noche empezaba a cerrarse. Las luces del día se iban apagando y la intensidad de la luz de los focos del escenario tomaba el relevo. Bajo esos focos hicieron aparición los portugueses Deolinda. No hace mucho leí que no había música portuguesa mala, o lo que es lo mismo, si es portugués, es bueno. Deolinda es un argumento más para avalar esta teoría. Con el fado como leve base, haciendo cama para sus composiciones pero rompiendo la tradición dotándolas de más viveza, de más ritmo e inusitado entusiasmo.

Elegantemente, el negro es el color predominante entre los cinco componentes del grupo con efectivos destellos de blanco en las camisas de los chicos y con mayor colorido la chaquetilla torera que porta Ana Becalhau. La elegancia no proviene solo del lado del estilismo. Va acompasado de la galantería de su propuesta musical. Desde el primer momento sus canciones cautivan y aglutinan cada vez a más público. El concierto parece ir "in crescendo". Cada tema termina pareciéndonos más atractivo que el anterior. A cada momento aumenta la expectativa de lo que vendrá después. Ana se muestra desenvuelta, cómoda. Interacciona con el público en un perfecto castellano aunque de vez en cuando pregunte por alguna que otra palabra. La efusividad creciente del público parece contrastar con la música que cabría esperar de Deolinda, pero es que en directo suena más envolvente y no es de extrañar que los presentes cada vez aplaudiesen con más y más ganas. Incluso nos enseñó portugués a base de repetir “Vão sem mim, que eu vou lá ter” (Vayan sin mí que ya voy más tarde) en alusión a aquellos que quieren cambiar las cosas pero no se mueven del sofá. El éxito y la satisfacción de la gente es tal que no solo salen una vez más para los bises, sino que les hicieron salir por segunda vez, en la que Ana Beclhau baila ya hasta descalza y aunque insistieron con vehemencia para una tercera aparición, ya no lo consiguieron.

Un estupendo colofón final para cerrar un primer y exitoso fin de semana de Pirineos Sur. Tres días llenos de eventos que arman la propuesta central de este año como son las fronteras y todas sus connotaciones. No solo hemos oído músicas llegadas de distintas partes del mundo. Hemos visto fotografías y filmografía donde Sergi Cámara nos ha descarnado el drama que se vive en la valla de Melilla. Nos hemos adentrado en la carpa solidaria de Acción contra el hambre y nos han concienciado, bajo el título de Generación No Hunger , que somos la primera generación con medios como para poder acabar con el hambre y cómo podemos luchar contra ese monstruo a través de aportaciones artísticas. Hemos paseado por los Mercados del Mundo, olido sus sabores, saboreado sus olores, disfrutado de su artesanía, hablado con sus gentes, compartido ilusiones…, en definitiva, Pirineos Sur nos acerca cada año a mundos y culturas con las que contrastar la nuestra, demostrando una vez más que ahí radica la riqueza humana.

Agradecer desde aquí a la organización todo el trabajo y todo el esfuerzo que posibilita cada año que el valle de Tena pueda disfrutar de un festival de este cariz. Evidentemente su buque insignia y más llamativo reclamo es el espectacular escenario flotante de Lanuza por su incomparable ubicación paisajística, pero de poco serviría tal emplazamiento si el resto de los ajustes no estuviesen bien afinados y todo el entramado no estuviera perfectamente armado. Porque el envoltorio puede ser bonito pero hay que rellenarlo con rigor y con criterio. Este año el cartel musical pudiera parecer más comercial por contar con la presencia de Mark Knopfler o Calle 13, sin embargo el festival no ha perdido para nada su esencia de siempre y sigue contando con artistas que nos muestran a través de sus raíces el valor de su cultura. De hecho, a pesar de coincidir cronológicamente con otros festivales tipo FIB, Port América, Low Cost o Arenal Sound, entre otros, en realidad no compite con ellos pues la propuesta de Pirineos no tiene nada que ver con ninguno de estos. Aquí, aparte del simple evento lúdico, hay un compromiso social con el que se pretende concienciar al público. Puesto que la base de este Festival Internacional de las Culturas es la música, querría destacar el buen funcionamiento en la parte técnica del evento, tanto en montaje de escenarios como la calidad del sonido y de luces. Detalles que en muchas ocasiones desmerecen un espectáculo y que sin embargo cuando nadie habla de ello es porque, como la salud, no se les ha echado en falta. Seguro que habría “peros” que poner porque siempre se puede mejorar, pero yo no he encontrado ninguno. ¡Enhorabuena por tener una oferta tan auténtica!

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