Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Los papeles del hombre y la mujer en la sociedad, su función y su forma de relacionarse con su entorno han estado claramente diferenciados y definidos de manera tradicional. A través de estereotipos, de características que comúnmente se asignan a cada género, las diferencias entre ellos se hacían más amplias y más marcadas, obligando además a cada uno a mantenerse dentro de su rol, para evitar ser considerado “diferente”.
Los hombres son fuertes, poderosos, sabios y autoritarios, frente a las mujeres que se caracterizan por ser bellas, sumisas, frágiles y dependientes. Y aunque el papel del hombre se ha mantenido inalterable a lo largo de los siglos, el de la mujer ha ido evolucionando desde esa sumisión inicial hasta la independencia total y la igualdad en muchas de las sociedades actuales.
A través de 130 imágenes, que recorren los 170 años de historia de la fotografía, la exposición Percepciones. Hombre y mujer en la historia de la fotografía, analiza la evolución de los roles del género masculino y femenino utilizando para ello cinco apartados: Poder y autoridad; Sensualidad y sumisión; Seducción y deseo; Alma desnuda y Quiero ser tú.
Gracias a las instantáneas de fotógrafos como Edward Steichen, Lewis W. Hine, David Seymour y Robert Frank comprobamos como los músculos del cuerpo masculino semidesnudo sirven para transmitir su fuerza, poder y dominio, mientras que la calma y la dulzura femenina se reflejan a través de posturas y miradas lánguidas. Miradas que se cargan de intención en la siguiente sección, donde se muestra la atracción física marcada también por los estereotipos, que, en este caso, se encuentran además ensalzados por el cine, al convertir a actores de ambos sexos en iconos sexuales, representados aquí por la sensualidad de Marilyn Monroe y la retadora mirada de Paul Newman.
Los dos últimos apartados de la exposición se encargan de poner de manifiesto los sentimientos ocultos detrás de esas poses impuestas y la necesidad de rebelarse contra un molde en el que no es fácil encajar, además del deseo de hombres y mujeres de comprender y asimilar el rol del otro. Lo masculino y lo femenino se vuelven complementarios, si bien la inmersión de la mujer en el mundo tradicionalmente masculino resulta más nítida y menos chocante que la situación inversa. Porque aunque actualmente nos encontremos en un mundo más abierto y más tolerante, en el que la diferenciación estereotipada entre géneros sea cada vez más cuestionada, no hay que olvidar que hemos sido nosotros mismos quienes creamos esos roles y nos encargamos de trasmitirlos y perpetuarlos no solo de manera directa, sino también de una forma más sutil a través de medios como la literatura, el cine y, el ejemplo más claro de todos, la publicidad.