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Voto indecisa - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Decido que he decidido mi voto e incluso al escribirlo dudo. Es una decisión dudada, tomada desde la duda, quizá dentro de la misma duda. Las palabras están cargadas de connotaciones y son muchas veces las culpables de nuestras ideas. La palabra “útil”, la palabra “izquierda”, no son inocentes. No son letras y sílabas que aporten significado, una acepción en un diccionario. La palabra “útil”, si hablamos del voto, se anuda en nuestro inconsciente a la palabra “traición” en su modo reflexivo. La palabra “izquierda” nos hace sentir comodidad, un “estar en casa” a quienes tenemos un pensamiento relacionado con la defensa de lo público y la justicia social.

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Voto indecisa

Reprocho a Podemos y a IU que nos hagan elegir

Marchas populares 2011
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Marchas populares 2011

Una imagen de la manifestación de julio de 2011, durante las marchas populares de todo el Estado a Madrid, coincidiendo con el 15M. Foto: Julio Castro.

Marchas populares 2011
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Marchas populares 2011

Una imagen de la manifestación de julio de 2011, durante las marchas populares de todo el Estado a Madrid, coincidiendo con el 15M. Foto: Julio Castro.

Inma Luna – La República Cultural

Decido que he decidido mi voto e incluso al escribirlo dudo. Es una decisión dudada, tomada desde la duda, quizá dentro de la misma duda. Las palabras están cargadas de connotaciones y son muchas veces las culpables de nuestras ideas. La palabra “útil”, la palabra “izquierda”, no son inocentes. No son letras y sílabas que aporten significado, una acepción en un diccionario. La palabra “útil”, si hablamos del voto, se anuda en nuestro inconsciente a la palabra “traición” en su modo reflexivo. La palabra “izquierda” nos hace sentir comodidad, un “estar en casa” a quienes tenemos un pensamiento relacionado con la defensa de lo público y la justicia social.

Casi todas las palabras, en manos de la política o de los medios de comunicación, se contaminan, alguien se las apropia, la Historia las va cargando de matices pegajosos que nuestro ideario coloca en el lugar apropiado para reforzar convicciones previas.

Sumergirse en este caldo semántico y emerger limpia de prejuicios es prácticamente imposible, por más que una quiera valorar la realidad. La realidad, terreno aun más cenagoso, sobre todo si al concepto de la realidad le sumamos el de las cosas posibles, y en época electoral las cosas posibles cobran incluso mayor importancia que las cosas que han sido y las que están siendo.

Decía Wittgenstein que el límite de la realidad coincide con el límite del lenguaje y, aunque me parece una afirmación que deja fuera muchas de nuestras emociones, intuiciones e ideas no expresables, no se puede negar que las palabras se apropian de gran parte de nuestro pensamiento o viceversa.

Mi indecisión no es nueva, aunque es la primera vez que he dudado entre dos partidos políticos. Siempre he sido votante de Izquierda Unida, siempre hasta que dejé de votar gracias a la fuerza centrífuga de un sistema que me hizo, como a otros muchos, alejarme de sus viciadas convenciones y su adulterado ideario.

Cuando salta la chispa del 15M todo cambia, la ilusión se renueva y las posibilidades parecen infinitas. Pero tenemos poco fuelle y, tal como empezó, el espíritu de la calle se va extinguiendo y volvemos a casa lamiéndonos las heridas y culpando a lo de fuera de lo que no supimos mantener desde dentro. Pero no todo fue artificio y grito, quedaron muchas cosas buenas, mucha gente que sigue parando los desahucios, que ha hecho comunidad, que ha persistido en un modo distinto de relacionarse, más solidario y mucho más humano, quedaron las mareas, Ada Colau, Manuela Carmena…

Y aparece Podemos, con esa fuerza también de la palabra, ¡podemos!, y nos hacemos cuenta de que sí, de que desde dentro también se puede dar volantazo, dar vuelta a este panorama doloroso en el que tanta gente está sufriendo. Voto a Podemos en las europeas y me lleno de alegría por los resultados; voto las opciones cercanas a Podemos en las municipales y me lleno de alegría por los resultados. Siento que estamos bien encaminados.

Empieza entonces ese turbio modelo adaptativo liderado por Pablo Iglesias. Empieza con lo de no ser de izquierdas ni de derechas, con lo del descafeinado ideológico, el centro de no sé qué tablero, la patria… Me pierde, me alejo por completo de ese paisaje y vuelvo los ojos a los de antes, a IU. Allí está Alberto Garzón, diciendo todo aquello que me complace escuchar, que me pone en mi casa, aquí sí. Pero IU no es solo Garzón y recuerdo muchas cosas que me hicieron también que me escociera Izquierda Unida, y recuerdo a un par de concejales a quienes conocí muy bien y que entraron en un Ayuntamiento como hubiera entrado yo, con idéntica ingenuidad y ánimo, y salieron expulsados por un sistema que no permitía, ni dentro de su agrupación, ejercer una política honesta y consecuente.

Pero aun así, Garzón me parece el candidato más acorde con mi forma de entender la justicia social y el ejercicio de la política.

A estas dos formaciones les reprocho no haber alcanzado un acuerdo y ponernos en esta situación, en la de elegir entre ambas. Era su responsabilidad y no la han asumido.

Así que nos toca asumirla a las votantes, a los votantes, de modo individual, dentro de nuestros sobres. Y aquí aparece la otra palabra terrible que mencionaba al inicio, la que denomina al voto a Podemos, el voto útil, el voto, en definitiva, con el que traicionamos nuestros verdaderos deseos, apoyando a aquel partido con el que podemos conseguir un mayor beneficio. Útil, según la primera acepción de la RAE, significa “que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés”. En principio suena regular, o sea, aprovechado, interesado, pero (y en este pero comienza mi justificación, así que ya podéis deducir que es la opción por la que me he decidido) me he parado a pensar a quién quiero que resulte útil mi voto. Y no es a Pablo Iglesias, no es ni siquiera a Podemos. Quiero que mi voto aleje a la derecha del poder, que pueda ser usado en defensa propia, en defensa de toda la gente que está, estamos, sufriendo la agresión continua de una política injusta y despiadada. Podemos tiene, en esta ocasión, la posibilidad histórica de enfrentarse a todo eso y decido, por fin, poner en sus manos esa enorme responsabilidad. Con muchos escrúpulos, pero también como propio compromiso, decido apartar algunos de mis dogmas ideológicos en pos de lo que creo que conviene a quienes no pueden esperar más, los que no pueden poner la calefacción en sus casas o preparar el desayuno de sus hijos; los que no pueden tomar sus medicinas o han tenido que renunciar a sus estudios; las mujeres desprotegidas o asesinadas en sus propios hogares; los jubilados que tienen que dar cobijo a sus hijos y sus nietos; los inmigrantes sin derechos; los trabajadores esclavizados… Por todos ellos, por todas nosotras, por todos nosotros, mi voto será el útil. Votaré a Podemos, no convencida, pero con convicción.

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