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Dudo, luego voto - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Un día el profesor de la escuela quiso averiguar quiénes eran sus alumnos y se puso a indagar como un juego “ahora se va a poder votar a lo que se quiera, vamos a ver qué saldría en clase”, así que, uno por uno, fue preguntando nuestras opciones. Presumo que la idea eras sonsacar, cuando parecía que acababa la dictadura, qué pensaban nuestras familias y si podría utilizar la información en caso de que la cosa no estuviera tan “acabada”. La primera parte iba en cinco opciones de la extrema derecha a la extrema izquierda: “extrema izquierda”, dije yo. Y su sorpresa fue mayúscula, así que trató de ver si me había equivocado. Montó una segunda ronda, y había que elegir partidos genéricos, de manera que pensó que yo cambiaría o no sabría: “comunista”, dije al llegar a mí. No estaban en la pizarra, tuvo que escribirlo. Yo tenía doce años y la cabeza del crimen organizado de este país acababa de ser enterrada bajo una cruz de 150m de altura.

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Dudo, luego voto

Ofrécese niño comunista para pensar el voto

Manifestación Toma el Congreso
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Manifestación Toma el Congreso

¿De quiénes defienden a los parlamentarios estos policías? Imagen tomada durante la segunda concentración de Toma el Congreso / Rodea el Congreso el 29 de septiembre de 2012. Foto: Julio Castro.

Manifestación Toma el Congreso
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Manifestación Toma el Congreso

¿De quiénes defienden a los parlamentarios estos policías? Imagen tomada durante la segunda concentración de Toma el Congreso / Rodea el Congreso el 29 de septiembre de 2012. Foto: Julio Castro.

Julio Castro – La República Cultural

Un día el profesor de la escuela quiso averiguar quiénes eran sus alumnos y se puso a indagar como un juego “ahora se va a poder votar a lo que se quiera, vamos a ver qué saldría en clase”, así que, uno por uno, fue preguntando nuestras opciones. Presumo que la idea eras sonsacar, cuando parecía que acababa la dictadura, qué pensaban nuestras familias y si podría utilizar la información en caso de que la cosa no estuviera tan “acabada”. La primera parte iba en cinco opciones de la extrema derecha a la extrema izquierda: “extrema izquierda”, dije yo. Y su sorpresa fue mayúscula, así que trató de ver si me había equivocado. Montó una segunda ronda, y había que elegir partidos genéricos, de manera que pensó que yo cambiaría o no sabría: “comunista”, dije al llegar a mí. No estaban en la pizarra, tuvo que escribirlo. Yo tenía doce años y la cabeza del crimen organizado de este país acababa de ser enterrada bajo una cruz de 150m de altura.

Aquel voto útil y la ignorancia de la historia

Yo, comunista que creía en aquello aprendido del marxismo (según el cual el comunismo era el escalón siguiente que llegaba tras el socialismo), ya practiqué el voto útil. Porque es invento del partido de Felipe González y Alfonso Guerra en 1982, y que tanta gente creyó… eso sí, sólo durante unos meses, hasta que lo de Rumasa resultó pan y circo, y la consiguiente cobardía y venta a los amiguetes. Que allí comenzó la cultura política de los amiguetes, firme heredera del colegueo del franquismo. Pero de esto, más de la mitad de la población poco o nada sabrá.

La ausencia de historia enseñada o escrita en los libros de este país durante aquellos años, hizo que la evolución interna de los partidos, así como sus relevos y marrullerías no hayan sido conocidas apenas por nuestra generación y, claro, no pasen a las sucesivas. Por eso, cuando el año ’82 llegó un flamante equipo que parecía que traía el socialismo a nuestro gobierno, que poco antes había quedado al margen por pocos escaños y que estaba a punto de desbancar a la derecha franquista, la mayoría, sin información, sin apenas recuerdos borrados por 40 años de dictadura, una masacre a medio país, el silencio impuesto por el miedo y un golpe de estado el año anterior, se ilusionara con la llegada del socialismo.

El abandono de las ideas y los principios

Escucho a un vocal del presunto socialismo mayoritario en nuestro país, afirmando que llevan más de cien años de socialdemocracia, y que eso es experiencia: completa mentira. Llevan varias décadas, desde que en el congreso de Suresnes decidieran elegir a un antimarxista (Felipe González), en contra de la base y tradición del partido. ¿Es imaginable un socialismo sin marxismo? Tanto como un catolicismo sin dios. Deduzca cada cual qué tipo de engaño supuso en 1979 la renuncia del primer congreso del partido en España tras la dictadura, cuando se renuncia al marxismo y se comienza a hablar de socialdemocracia, pero de eso, señor Hernando, hace 36 años, y no 136.

Cuando la memoria me lleva al aprendizaje de la historia reciente de la izquierda política, el bagaje de Santiago Carrillo no puede ser dejado de lado, porque su intento de travestirse de lagarterana convirtiendo el ideario de la lucha comunista en España, en un panfleto de modernización con el llamado “eurocomunismo”, no es sino el paralelismo idéntico y cronometrado del recorrido de los socialdemócratas. Y la debacle no se hizo esperar, de modo que, un partido que era mayoritario y temido por el fascismo, dado su arraigo entre los obreros y estudiantes españoles, como era el PCE, se fue al garete sin demora, ya que para engaño el del PSOE, y no el que se vendía a gentes que habían perdido a su familia en las comisarías, en las cárceles o en el exilio, cuando no en las cunetas o en la construcción como esclavos de la enorme cruz de 150m antes mencionada.

El invento de esa Izquierda Unida, que trataba de recuperar la conjunción de los comunistas y de quienes se consideraban izquierda lejana a los socialdemócratas, de poco sirvió ya que unos y otros nunca vieron en el proyecto más que una cortina de humo, siempre a favor de quienes estaban en la otra mitad, pero sirvió a algunos para lucrarse, seguir subidos en un escaño o asiento municipal, sin dar palo al agua, con tarjetas negras, viviendo de la construcción o de las plusvalías. Resumiendo: la derecha, el centro y la izquierda no tenían más diferencias que el maquillaje… hasta el año 2011.

Moviéndonos desde las calles, señalando a las cárceles

Porque el año 2003, tras una guerra bárbara que levantó y sacó a la calle a la mayor parte del pueblo, no sirvió de acicate suficiente, ya que las redes de los partidos estaban muy bien tejidas y condicionaban y presionaban. Pero ¡ay la crisis!

Es que la falta de viviendas, las hipotecas que apretaban, la falta de empleo para jóvenes, el dinero circulante que comenzaba a desplomarse… y miles de personas que deciden acampar en el centro del país y luego de sus ciudades, para sentarse a hablar de ello.

Sin eso, sin el robo de los bancos, sin los desahucios, sin unos gobiernos de patanes con patrañas, sin miles de propuestas ciudadanas habladas, escritas, evaluadas en las calles por las asambleas, y tantas otras cosas que hemos hecho, no estaríamos aquí. Somos conscientes de que el trabajo diario y colectivo en la calle (además del de las décadas anteriores, luchando en franca minoría), es lo que hoy abre caminos en los parlamentos y en los ayuntamientos. O, más bien, no tanto eso, que no alcanzan a comprender las viejas estructuras, sino el miedo a lo que se deriva de eso.

El revuelo político de estos años ha ido llevando a la cárcel a un gran volumen de gentuza que nos ha robado mientras gobernaba, que nos ha estafado al amparo de aquellos, que echó a la gente a la calle mientras multiplicaba su sueldo por diez. Pero no es suficiente, porque quedan cientos o miles de ladrones y extorsionadores, que están distribuidos entre todos los partidos: vemos imputados y condenados en el pp, en el psoe, en iu, en ciudadanos, y supongo que en el resto andarán mesándose las barbas.

No se quiso la unidad

Esta es la única garantía que me ofrece Podemos (que no Pablo Iglesias, porque los líderes, como dijera Julio Anguita, se agotan en sí mismos), y es que son nuevos, que no vienen de otros gobiernos en su mayoría. Pero cuando eso comienza a transformarse en el no soy de aquí, ni soy de allá, o que en el programa político de gobierno “se está haciendo”, dejan de ofrecerme esa garantía. Y la garantía de Alberto Garzón me parece algo sólida, pero no me basta con una cabeza pensante para creer en una estrategia de partido.

Coincido plenamente con Inma Luna, no sólo en sus dudas, que comparto, sino en su responsabilización de ambas formaciones por no haberse sabido presentar juntas con una voz y millones de ideas diversas, como se logró en las municipales y autonómicas en tantos lugares, que demuestran que es posible, que se puede, cuando nos unimos.

Regresando al voto

Tras más de diez años de no querer votar a los corruptos y sinvergüenzas de mi formación política, regresé en las europeas, porque quería que José Couso estuviera allí y pudiera darnos a tod@s la justicia que se nos había robado desde 2003, y porque sabía que iría más allá. Y allí ha estado, donde le enviamos (previo a echar a quien no debía estar), mientras quien se envió por Podemos, permanecía en nuestro país forjando su sillón. No diré más sobre esto.

Y el orgullo y satisfacción llegó con Ahora Madrid, porque son las primeras elecciones en las que “sé” que he ganado. Que hemos ganado. Tampoco tengo mucho más que decir, porque lo vemos cada día.

Ahora, sé que debo votar. Sé que hay dos opciones. Sé, que lo que me falta de una está en la otra, y que quiero condenarlas a entenderse, y que soy comunista, pero que las asambleas posibilitaron que este momento fuera posible. Creo que sé quien gana en votos, y que también sé que hay un trabajo histórico en la otra parte.

Por eso, una vez que los partidos grandes de siempre están muertos, aunque ellos no lo sepan, y que no quiero más herederos de los herederos de aquellos que trajeron la miseria a mi gente, tengo algo más de un día para decidir mi voto y lo haré.

Aquel día, con el profesor de la escuela, la dispersión de respuestas fue grande, pero no ganó el centro como muchos pensarían, sino aquell@s niñ@s que no sabían o no querían decir dónde estaban situad@s. Pero el domingo lo sabremos, porque somos quienes quedamos para construir este país.

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