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Lo cultural no es seguro: silencio en las redes, colgad@s de la cultura - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

A estas alturas de la noche ya tienes callo en la moral, y sabes que hay mucha gente apoyando, e incluso una persona que se ha ofrecido a ayudar en todo lo que pueda, de la que no daré el nombre, pero a la que estaré eternamente agradecido sencillamente por eso: por la implicación. Que no sólo no es poco, sino que en este caso es casi todo. Amanecía el día con la desaparición del escudito de Facebook de la cabecera de nuestra página, sí, ese que marcas cuando te gusta una página desde la misma web hacia FB. Lo primero que piensas es que una vez más han cambiado los códigos de script, o los enlaces, o que has metido la pata, así que vas a ver y (¡oh sorpresa!) la página de FB no existe, tratas de buscarla y te responde un mensaje emergente que contiene un texto curioso “El contenido que intentas compartir incluye un enlace que nuestros sistemas de seguridad consideran que no es seguro ‘cultural.es’ Elimina este enlace para continuar. Si crees que se trata de un error, infórmanos”.

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Lo cultural no es seguro: silencio en las redes, colgad@s de la cultura

Censurar en las redes es dejar vacía una casa, no tapar la boca

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Diana Escalante, Alba G. Herrera, Laura Cuxart e Inés Narváez Arróspide, durante el estreno de temporada de danza en la Sala Cuarta Pared en 2014, con una muestra del taller de Carmen Werner. Foto: Julio Castro.

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Diana Escalante, Alba G. Herrera, Laura Cuxart e Inés Narváez Arróspide, durante el estreno de temporada de danza en la Sala Cuarta Pared en 2014, con una muestra del taller de Carmen Werner. Foto: Julio Castro.

Julio Castro – La República Cultural

A estas alturas de la noche ya tienes callo en la moral, y sabes que hay mucha gente apoyando, e incluso una persona que se ha ofrecido a ayudar en todo lo que pueda, de la que no daré el nombre, pero a la que estaré eternamente agradecido sencillamente por eso: por la implicación. Que no sólo no es poco, sino que en este caso es casi todo.

Amanecía el día con la desaparición del escudito de Facebook de la cabecera de nuestra página, sí, ese que marcas cuando te gusta una página desde la misma web hacia FB. Lo primero que piensas es que una vez más han cambiado los códigos de script, o los enlaces, o que has metido la pata, así que vas a ver y (¡oh sorpresa!) la página de FB no existe, tratas de buscarla y te responde un mensaje emergente que contiene un texto curioso “El contenido que intentas compartir incluye un enlace que nuestros sistemas de seguridad consideran que no es seguro ‘cultural.es’ Elimina este enlace para continuar. Si crees que se trata de un error, infórmanos”.

Parece una broma, pero sugiero hacer la prueba en cualquier lugar de FB, tratando de publicar este texto La República Cultural.es. Invariablemente nos dirá que “cultural.es” no es seguro. Ya lo sabíamos, que desde el punto de vista de la cultura, no han nada seguro que pueda ser. Y que para quienes tienen el poder en sus malditas manos, lo cultural sólo arroja inseguridades. Pero qué se le va a hacer ¿eliminar la cultura? mejor aún, hacer que la cultura no es.

De la República ni hablamos.

Tras algunas aportaciones de colegas y amigos, me llega un mensaje de alguien que me dice que tal vez pueda ayudarme, o colaborar a que se intente solucionar el tema. Pero tardará varias semanas, si es que se soluciona, porque no hay ninguna seguridad en ello, ya que nadie sabe por qué motivo desaparece una página. O alguien lo sabe, pero quienes debiéramos saberlo, que somos l@s responsables de sus contenido, no lo sabemos ni seguramente lo sabremos.

No es nuestra primera eliminación en internet

Voy a recordar un poquito de historia nuestra, porque no habían transcurrido ni seis meses desde la inauguración de la revista, cuando un día desapareció todo el contenido: borrado, eliminado del disco duro.

Jamás conseguí que me explicaran cómo había podido pasar, y los responsables del alojamiento, acostumbrados a tratar con gente bastante lerda, comenzaron con explicaciones sinsentido, para ir ahondando poco a poco en lo absurdo, y querer justificar lo inevitable: nos habían borrado toda la base de datos y los diseños de página y, por si fuera poco, no contaban con ningún backup de seguridad. Eso, hoy día, ya tiene una explicación: se llama censura, y se llama atacar por los más indefensos a gente a la que no se puede alcanzar. Fue un instante de tomar decisiones: abandonar o continuar con más fuerza.

Los retos suelen ser un aliciente, sobre todo cuando el empeño es dar en las narices a quienes te atacan con todo el poder del dinero y los medios de comunicación, y demostrar que sin dinero se hacen más cosas. No contaré la rocambolesca y trabajosa manera de recuperar todo que significó buscar cada artículo, cada foto original y ponerlo todo en el mismo orden con los enlaces reconstruidos para no perderlos en los buscadores… Lo sabemos quienes lo hicimos. Pero en una semana estábamos en marcha con otro proveedor (Nodo50), donde es más difícil que ocurran daños de la misma envergadura.

Diez años más tarde somos mayores, algo más cansados y quizá más torpes, pero con más experiencia. Una experiencia que dice que cuando ves el chorro de una meada, el responsable no está a 3.500 Km de distancia. Que si sales de casa diez minutos y a la vuelta te han hecho la mudanza y han demolido la estructura, no ha sido una empresa anónima.

Andaba precisamente dando vueltas a la cuestión de continuidad estos días, porque a cada paso parece que la insolidaridad es lo que prima. Encontrar que hoy tenemos un canal menos en las redes sociales para difundir, parece casual, o quizá es resultado de lo mismo. Así que, si el año terminaba pensando en publicar un número monográfico impreso para abril, hoy el camino no está tan claro, aunque siempre haya ahí gente incondicional y luchadora.

Caminos fáciles para perder, caminos difíciles para que la Cultura sea

Pero volviendo a lo que nos dice Facebook sobre que la “cultura.es no es segura”, ya lo sabíamos, y que hay unas extensas sombras sobre ella, por supuesto. Ahora bien, hay un momento para apoyar a la Cultura, y otro para ver cómo muchas veces se prefiere el camino de los latigazos, al de la colaboración positiva, la mediocridad al impulso en común hacia arriba, lo fácil aunque sea caro a lo imaginativo con poco o ningún coste. Desde hace unos meses, la idea de ir destapando las diferencias entre la tierra quemada y la fértil se hace cada vez más presente. Y la consciencia de que incluso quienes miran a otro lado (pensando en aprovecharse en algún momento de cualquier coyuntura, y ser califa en lugar del califa) también reciben las bofetadas de lugares comunes de moda, o les pasan la gorra (qué digo la gorra ¡el saco!) para recaudar como hacía el de Nottingham en nombre del rey Juan. No hay rey bueno, sólo reyes.

No tenéis (tenemos) ni idea de la cantidad de solidaridad que hay en el mundo de la Cultura, hasta que ocurre algo y se disparan los canales de quienes quieren apoyar. Este ha sido un momento fundamental para poner en valor, lo que ya sospechaba sobre ello. Dar las gracias persona a persona, sería muy pobre, porque lo importante son los hechos, y esos siempre vamos a tratar de ponerlos en valor sobre la mesa. Así que hoy tenemos un canal menos en la revista, pero se convierte en un canal de canales cuando alguien dice: os prestaré mi muro y pediré al resto que hagan lo mismo. Pero antes de que nos cierren la boca de cualquier otra forma, lo suyo será decir las cosas claras, y hablar de una avalancha de solidaridad que desborda frente a recaudadores de beneficios, y saber que no siempre hay que hablar de simpáticos extorsionadores, de arrendatarios de la miseria, o de la fama ondeando sobre la montaña de basura.

Ahora, ahora que nadie nos escucha, podremos decir que hay gente solidaria, muy solidaria, desde quienes son capaces de llamarte para decirte aquí estoy y voy a hacer lo que pueda, hasta quienes siguen preguntando cuando pasa el tiempo, y te abrieron la puerta su casa cuando apenas rondaban la infancia tus publicaciones. Hay herman@s.

Que también hay gente con miedo, con mucho miedo. Con miedo a que lo único que sustenta su ilusión y se lleva su alquiler o sus lentejas, sea un fraude y lo descubra. Que el desalojo de tu afán de vida es igual de terrible que cuando te desahucian de casa con los churumbeles, porque difícilmente volverás a tener otra casa, al menos, como esa. Pero que por eso siempre hubo y debe de haber un sitio en nuestra casa.

Y que hay quienes pagan cuota porque tienen miedo, y hay quienes pagan el pato por ignorancia. Y que, desgraciadamente, también hay quienes esperan que todo funcione realmente así, porque lo mejor es tener las cosas claras y que el bolsillo demuestre quienes somos. Hay quienes montan circuitos de premios literarios donde siempre ganan los mismos, o grandes muestras artísticas para hacer de subasteros culturales. Hay quienes montan tinglados borreguiles para ser carneros sobre el rebaño, y hay quienes se dejan montar por el que llega.

Pero quitado el primer pelaje, no todo es blanco ni es negro, aunque confío en que la vida cultural de este país no se mueva en escalas de grises, ni en la Literatura, ni en las Artes Escénicas, ni en la Música, ni, mucho menos, en las Artes Plásticas. Y que no vamos a resolver ni miedos ni engaños ni abusos, pero sí a decir cómo y/o dónde se producen, porque somos cuatro monos, y la barbarie es recurrente. Y hoy, en la casi desorientación de

Algun@s vivimos "colgad@s" de la Cultura, pero sí, es momento de empezar a hablar, y decir que todo el mundo tiene derecho a no callar y cantar las 40, ni en copas, ni en oros, ni en espadas ni en bastos: las 40 de la vida. Que para eso estamos, y si no, más vale que echemos el cierre, que no es preciso que nos callen, ni que nos digan que “cultural.es no es seguro”. Y, sobre todo, gracias, a quienes hay que darlas, porque hay que darlas.

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