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La última oportunidad, Richard Ford - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Es la tercera oportunidad, y con toda seguridad no la última la que doy a este escritor norteamericano habitual de mi mesilla de noche, Richard Ford. Después de leer “El día de la independencia”, tomé cita para situarme en el escalón previo, “El periodista deportivo”, ambas con un mismo protagonista, un hombre corriente, un hombre real con crisis reales, como nosotros mismos. Una trayectoria del personaje transformada en trilogía con la reciente “Acción de gracias”, que anoto como pendiente en mi lista. Pero hoy voy a hablarles de la incursión de Ford en el género negro. Y el premio PEN/Faulkner y premio Pulitzer lo hace de manera brillante con La última oportunidad, escrita en los años ochenta, donde su toque personal siempre intentando entender al hombre moderno, situarse en su piel, demostrando su empatía se hace evidente en un entorno tan complicado y anárquico como es el estado de Oaxaca, al sur de México.

La última oportunidad, Richard Ford

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DATOS RELACIONADOS

Título: The Ultimate Good Luck
Autor: Richard Ford
Editorial: Anagrama S.A. bolsillo
Traducción: Mariano Antolín Rato
Páginas: 233
ISBN: 978-84-339-7319-1
Precio: 7,50 €

Blanca Vázquez - La República Cultural

Es la tercera oportunidad, y con toda seguridad no la última, la que doy a este escritor norteamericano habitual de mi mesilla de noche, Richard Ford. Después de leer “El día de la independencia”, tomé cita para situarme en el escalón previo, “El periodista deportivo”, ambas con un mismo protagonista, un hombre corriente, un hombre real con crisis reales, como nosotros mismos. Una trayectoria del personaje transformada en trilogía con la reciente “Acción de gracias”, que anoto como pendiente en mi lista. Pero hoy voy a hablarles de la incursión de Ford en el género negro. Y el premio PEN/Faulkner y premio Pulitzer lo hace de manera brillante con La última oportunidad, escrita en los años ochenta, donde su toque personal siempre intentando entender al hombre moderno, situarse en su piel, demostrando su empatía, se hace evidente en un entorno tan complicado y anárquico como es el estado de Oaxaca, al sur de México.

Mucho aroma a Faulkner se percibe en esta narración, que exprime violencia de sabor ocre, de sangre que salpica con algunas gotas perdidas hasta el lector. Pero mucha reflexiones y disertaciones encontramos también a cada paso, junto a una acción trepidante, propia del género.

La incursión en el género negro por un escritor es inevitablemente subyugante, casi todos lo han probado, y algunos se han instalado en él: la resolución del misterio no es el objetivo principal; es habitualmente bastante violenta y las divisiones entre el bien y el mal están difuminadas, definía al género mi idolatrado Raymond Chandler. Y esa ambigüedad entre el bien y el mal es lo que tan bien remarca Ford en La última oportunidad, entre ambientes asfixiantes, falta de justicia, corrupción a trochemoche, inseguridad de los personajes, ambivalencias sentimentales, y una sociedad herida desde su historia, la de Oxaca, puro realismo sucio, terreno en el que se ha enmarcado a este autor norteamericano. “Después de los meses que pasó solo en el remolque, o en el Scout o en el bosque, viviendo en la tienda de campaña, sabía que el quid de la cuestión es que todo el mundo vive relacionado de algún modo con los desgraciados , tanto si piensan que lo son como si no, tanto si buscan la desgracia como si procuran huir de ella”.

Una visión muy norteña para un escritor sureño, que ha elegido vivir en el frío Maine. El hombre moderno, con sus angustias a cuestas, no comprende lo que le rodea, afirma Ford. He ahí uno de sus mayores fracasos. Se siente fuera de lugar, desplazado. Por ello quizá, Ford no pierde contacto con lo que ocurre a su alrededor, el material con el que trabaja, y pone a funcionar su aristotelismo, que hace de sus obras un material realmente sustancioso para el lector. Su materia, su pasta está cubierta de dudas, y de fracasos, de crisis, de desilusión, pero con una mínima luz de positivismo final: “No lo sé -dijo Rae-. No me gusta tu modo de ver las cosas. Lo miras todo como si lo estuvieras viendo desaparecer por un agujero del que nunca vuelve a salir nada. Y eso me asusta…¿No te hace sentirte solo?”

Estamos ante una novela agria en su contenido violento, pero rica, misteriosa, turbia y apasionada, sorprendente y sanguinolenta. Richard Ford me sigue confirmando que es uno de los grandes autores norteamericanos, como ya lo hizo en mis anteriores lecturas. Su personaje, Quinn, tienen mucho del Quinn misterioso de Paul Auster. En el caso de Ford, este Quinn, llamado Harry, es un ex combatiente del Vietnann que ha olido tanta muerte, quién, sin embargo, no ha sido devorado por la oscuridad y que se esta habituando a mantener sólo las conversaciones estrictamente indispensables. Viaja a Oaxaca para ayudar al hermano de su ex novia, Rae, con la que mantiene un impasse sentimental del que le cuesta aceptar su propio enamoramiento. Sonny, el hermano encarcelado, está en una situación francamente mala. Drogado, de ojos vidriosos, con la expresión del que ha corrido mucho rato sin detenerse por primera vez en su vida, amenazado por las mafias con las que se ha visto envuelto como camello, va a provocar un caos inesperado en sus vidas y va a resultar una tarea titánica sacarlo de una cárcel donde tiene una muerte segura. El dinero es un buen acicate, sin duda, pero a veces no es suficiente ante la idea fija de las mafias mexicanas. Quinn, junto a Rae, y su abogado Carlos Bernhardt se verán envueltos en una espiral que no da respiro, ni cabida a ninguna salida esperanzadora. Pero ocurre que tal vez Quinn tenga en su mano una última oportunidad, que certifique esa olor a buena suerte que le acompaña.

Richard Ford es una apuesta valiosa, es un escritor que crea con calma, sin prisas, un slow-writer, de los que pocos quedan, tan presionados por la fama y las ventas. No lo pierdan de vista.

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