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El corazón de la danza, Más allá de lo meramente aparente - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Una mujer vende al sol sus libros a 1€ en un banco de piedra de la plaza del Dos de Mayo, en el barrio de Malasaña de Madrid. De repente, entre la ya compleja ciudadanía de la plaza en la mañana de sábado, surge un grupo de frikis la rodean, algun@s hacen fotos, otr@s observan y aguardan. Nadie compra sus libros, pero ella, vestida de naranja chillón, quiere destacar para su público, así que comienza a percatarse de la complejidad de contar con una figura a su costado: una enorme y llamativa estatua de bronce de una lectora con moño que, hasta el momento, no gozaba de popularidad o atención, pero que ahora podría estar acaparándola toda en detrimento de su negocio.

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El corazón de la danza, Más allá de lo meramente aparente

Un recorrido de barrio que arrastra al vecindario

Más allá de lo meramente aparente
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Más allá de lo meramente aparente

La librera, Mamen Agüera lucha con La Lectora Empedernida. Foto: Julio Castro.

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Recorrido de danza callejera de Tania Garrido y Ana Erdozain con su perra. Foto: Julio Castro.

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DATOS RELACIONADOS

Creación: The Little Queens & Cía
Dirección: La Reina Madre
Intérpretes: Mamen Agüera, Ana Erdozain, Olga López, Lucía Marote, Iván Fernández Rodríguez, Miguel Ángel Punzano, Tania Garrido, Chin Fronteras

Julio Castro – La República Cultural

Una mujer vende al sol sus libros a 1€ en un banco de piedra de la plaza del Dos de Mayo, en el barrio de Malasaña de Madrid. De repente, entre la ya compleja ciudadanía de la plaza en la mañana de sábado, surge un grupo de frikis la rodean, algun@s hacen fotos, otr@s observan y aguardan. Nadie compra sus libros, pero ella, vestida de naranja chillón, quiere destacar para su público, así que comienza a percatarse de la complejidad de contar con una figura a su costado: una enorme y llamativa estatua de bronce de una lectora con moño que, hasta el momento, no gozaba de popularidad o atención, pero que ahora podría estar acaparándola toda en detrimento de su negocio.

La librera naranja y La Lectora Empedernida

Aquí comienza la primera danza de la mañana, en una ardua lucha de Mamen Agüera contra la que llaman La Lectora Empedernida, por conseguir reinar en un sitio en el que, de antemano, tiene perdida la batalla: deberá recoger sus bártulos para guiarnos por las calles del barrio.

Señala el equipo que querían crear un trabajo que mostrara la soledad, que desarrollara un recorrido de mujeres solas en la urbe. Sin embargo acaban logrando todo lo contrario: una ingente cantidad de público y de paseantes añadid@s seguirá al hermoso, divertido y espectacular recorrido que nos regala The Little Queens, asociado a puntos emblemáticos y estatuas callejeras, a las que dotarán de vida. Por eso, cuando más brillaba el sol, la empedernida lectora, en respuesta a las indicaciones de “ahí te quedas al sol castigarod” que ha hecho Mamen, ella ha puesto un rostro de suficiencia en la comisura de sus ausentes labios, inclinando un poco la cabeza, como diciendo “chata, no me queda otra”.

Tango de Hamelin para La Paseante

A una manzana de distancia, Lucía Marote aguarda para hacer que la muchacha de bronce, una estudiante del Centro de Artes Aplicadas y Oficios de la calle de la Palma, baile con ella un tango, entre acera, vehículos que pasan y bolardos, que otorgarán el movimiento a un ser aparentemente inanimado. La pieza, capaz de contagiar al todo el público agolpado en la estrecha acera de enfrente, mientras coches, camiones y furgonetas pasan rozando, que mira con cara enamorada el movimiento de sus protagonistas.

La muchacha de bronce, a la que llaman La Paseante, también tiente ganado su lugar ante la puerta del centro de estudios, mientras aguarda a su apertura del lunes. Sabemos que es de bronce, y que el consistorio municipal la ancló a la tierra para que no se marchara en su paseo, pero queda meridanamente claro que en un momento dado, agarró a Lucía por la cintura y le dio una media vuelta antes de regresar a su eterna postura.

Así que Lucía arranca un paseo, seguida por todos, mientras ella va en pos de La Reina Madre e Iván Fernández. Ella le protege del sol con su paraguas naranja, él canta unos tangos y, como flautista de Hamelin, es perseguido por la bailarina de tangos y por toda la tropa de público curioso que recorre Malasaña como en una manifestación de niños, divertidos tras el sonido y el movimiento. Lucía tangueando por escaparates y bolardos, por árboles, rejas y coches. El tanguero que canta junto a la mujer naranja, y todo el mundo detrás: veremos cómo termina el asunto.

Bailarle a Julia del cielo al suelo

En la calle del Pez está siempre Julia, la muchacha de bronce que acudió a estudiar a la Universidad Central de San Bernardo disfrazada de muchacho, porque no hubiera podido acceder de otra forma en el siglo XIX español. Allí se ha acercado también Miguel Ángel Punzano que bailará con ella y para ella, que hará las acrobacias necesarias para llamar su atención, y con sus cascos, sus gafas de sol y su gorra, se trepa hasta la enorme cancela del primer piso del edificio.

Allí sigue su movimiento, colgado y descolgado, para terminar en una danza de suelo. Julia parece impasible, pero tod@s sabemos que bajo ese sol primaveral, no le ha quedado otro remedio que guiñarle un ojo, porque Miguel Ángel le ha subido la danza hasta la cabeza.

Las perras también danzan

Ahora nos damos cuenta de que han venido paseando discretamente una niña y su acompañante, y si la primera (que si no me equivoco es Naia, la pequeña de Lucía) se retira, la segunda formará parte del nuevo recorrido, para que Tania Garrido y Ana Erdozain, nos demuestren que “las perras también danzan”, porque la acompañante de Naia, del género canino, se integra en un recorrido corporal por el suelo que lleva al engrosado público desde la calle Pez hasta la plaza de San Ildefonso.

Danzando hasta la Joven caminante

Por el camino llega la espontaneidad instrumental de un músico callejero: el Bombo del Diablo de Chin Fronteras, que nos acompaña hasta la última mujer de bronce, Joven caminante de la plaza de San Ildefonso. La Joven, además de su cartapacio y la mochila, sostendrá la danza de Olga López, a la que tratará de ayudar a quitarse en un momento dado la malla con la que cubre el top, porque hace un calor sofocante y la joven que lo vive siempre a la intemperie lo sabe bien, y es solidaria.

Probablemente se trata de un trabajo muy adaptable y exportable, pero, necesariamente apoyable, porque además de arte, transmite el contenido, expresa corazón.

La masa de público ha ocupado todo el lugar y, aunque el tiempo es caluroso y las acciones han acabado, siempre esperan más y no se mueven de allí. Esta actividad transversal de la muestra Surge Madrid 2016 de Artes Escénicas, es una de las más impactantes y entrañables, especialmente para quienes somos de Madrid, lo vivimos y estamos en los márgenes del propio barrio. Pero también para integrar la danza en el espacio, para hacer visible el arte que vive a nuestro alrededor, y saber que la plástica es plástica, que ofrece mucho más que hacer pintadas en el bronce, o ignorar el movimiento con el que los objetos con intención comparten otras artes.

Más información

Un trabajo que trata de la soledad. Y de cómo cambia nuestra idea de las cosas cuando se mira de distinta forma, algo que va más allá de lo meramente aparente. No se trata de bailar con estatuas, se trata de crear una relación, un vínculo entre lo que podría ser el recuerdo de una persona y otra.

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