Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Existen momentos especiales que quedan para siempre grabados en nuestra memoria. Instantes que vivimos por casualidad y en los que no podemos evitar desear tener una cámara de fotos a mano. Y aunque ahora, con la proliferación de los móviles, cada vez es más fácil inmortalizar la ocasión, siempre siguen produciéndose situaciones tan efímeras que el simple gesto de buscar el teléfono es suficiente para que se desvanezcan.
Esa oportunidad única es la que aparece reflejada en las instantáneas ganadoras de la edición de 2016 del Wildlife Photographer of the Year. En las que gran parte del merito reside en el impresionante trabajo de preparación previa realizada por cada uno de los fotógrafos con la mera intención de hacernos participes de ese evento irrepetible.
Andrew Parkinson, finalista en la categoría de Mamíferos, pasó seis horas acampado en una montaña completamente helada para conseguir la imagen que tenía en mente, 3 libres de montaña sobre una superficie completamente blanca. Por su parte, Ganesh H. Shankar, ganador en la categoría Aves, fotografió durante dos días a unos periquitos en encarnizada lucha con el varano de Bengala que se había instalado en su nido durante su ausencia. Sus disparos tuvieron como resultado la imagen premiada, en la que el lagarto aparece colgando de la rama, con solo la cabeza dentro del agujero que había ocupado, mientras que el pájaro se sitúa en el aire, mordiendo la punta de la cola del reptil, como si pendiese de ella.
Por su parte, la tecnología fue el gran aliado del premio absoluto en la categoría de adultos, Vidas entrelazadas, de Tim Laman. El biólogo y reportero gráfico trepó el mismo en varias ocasiones por un árbol, en el que colocó varias cámaras que, posteriormente, activó desde el suelo, con el fin de retratar al orangután que protagoniza su historia. La fotografía forma parte de una serie con la que Tim Laman pretenden concienciar sobre el peligro en el que se encuentran los orangutanes, debido, entre otras causas, a la paulatina desaparición de su hábitat natural y a la caza furtiva, en la que las madres se convierten en el principal objetivo con el fin de capturar después a sus bebés para venderlos como mascotas.
Precisamente ayudar a preservar la diversidad de la vida en la Tierra es uno de los principales objetivos del concurso organizado por el Museo de Historia Natural de Londres cuyas imágenes ganadoras se muestran en una exposición itinerante con el objetivo de llegar a un mayor número de personas. Y en esta ocasión, la presencia española es especialmente destacable, ya que diez fotógrafos de nuestro país han resultado premiados en diferentes categorías del certamen. Entre los cuales se encuentra Carlos Pérez Naval, que por tercer año consecutivo ha sido elegido ganador en la categoría de menores de diez años.