Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Al pensar en la Edad Media inevitablemente lo hacemos viéndola entre tinieblas. Guerras interminables, enfermedades capaces de despoblar localidades enteras, el poder asfixiante de la Iglesia y del sistema feudal, las múltiples persecuciones religiosas,… cualquiera de esos conceptos son fácilmente asociados a ese período. Y encontrarse situada entre el esplendor del Impero romano (hasta su inevitable decadencia) y el fascinante Renacimiento, tampoco ayudan demasiado.
Sin embargo, durante los años comprendidos entre el 400 y el 1500 d.C. no todo fue oscuridad. En esa etapa se produjo la formación de los estados y la expansión de los centros urbanos que sentarían las bases de la Europa actual. Entre el año 1200 y el 1400, cincuenta y dos universidades fueron fundadas para el estudio del derecho, la medicina y la teología. También apareció el parlamentarismo, con ejemplos como el Parlamento inglés, y el arte bizantino, románico y gótico fue el artífice de la construcción de auténticas joyas arquitectónicas que a día de hoy seguimos contemplando con asombro.
Pero, al visitar cualquiera de las espectaculares catedrales que se edificaron en este período, los cálculos y la destreza necesarios para la realización tanto de las estructuras como de los elementos ornamentales, quedan empañados por la profesionalización y la labor didáctica de los arquitectos renacentistas. Olvidando, por ejemplo, la importancia de los gremios de artesanos de la Edad Media.
Por eso, la exposición Los pilares de Europa. La Edad Media en el British Museum pretende centrar la atención del visitante en todas esas luces que normalmente quedan difuminadas entre las sombras. Explicando tanto los cambios políticos, económicos y culturales, como los progresos intelectuales y artísticos a través de los cinco ejes de la muestra: la formación de Europa, el poder real, el poder eclesiástico, la vida en la corte y la vida urbana.
Obras emblemáticas de la colección sobre la Europa medieval del British Museum sirven de base para ese nuevo punto de vista sobre la Edad Media. Así, por ejemplo, a través de la figura del rey del juego de ajedrez de Lewis, con sus solidas formas redondeadas, podemos hacernos una idea del estilo románico, mientras que la figura más esbelta de la estatuilla de un caballero, nos ayuda a adentrarnos en el estilo gótico. Y todas ellas se exponen acompañadas de piezas procedentes del Museo Arqueológico Nacional, el Museu Nacional d’Art de Catalunya y el Museu Frederic Marès.