Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Patrones de figuras que recubren por completo una superficie plana, formas que son tanto dibujo principal como fondo de un diseño, e imposibles paradojas perceptivas son sin duda los trabajos más característicos de Maurits Cornelis Escher. Creaciones en las que es posible perderse durante horas estudiando y analizando cada uno de los detalles, adentrándose con naturalidad en la estética de las matemáticas.
Sin embargo, la exposición Escher en el Palacio de Gaviria no se centra solamente en sus obras más conocidas, sino que dedica una parte importante de la misma a sus primeros trabajos, haciendo posible comprender mejor su habilidad en la técnica del tallado a través de una completa selección de xilografías, litografías, aguafuertes y grabados en madera de todo tipo.
Así, la retrospectiva sobre M.C. Escher incluye desde los dibujos realizados en Italia, en estrecha relación con el Art Nouveau y centrados sobre todo en paisajes y edificios, hasta sus paradojas más famosas, pasando por sus obras realizadas por encargo y finalizando con su influencia en el cine, la publicidad, el cómic o, incluso, carátulas de discos. Y se completa con juegos y experimentos con los que los visitantes pueden comprender mejor los distintos principios matemáticos en los que se basan la mayoría de las más de doscientas obras expuestas.
Su inspiración inicial en las decoraciones de la Alhambra, que le llevaron a plantear la posibilidad de teselaciones basadas en seres vivos en contraposición con las figuras geométricas utilizadas por el arte musulmán en la fortaleza y palacios de Granada, irá evolucionando de manera natural para conseguir plasmar el paso de lo bidimensional a lo tridimensional.
De manera que las teselaciones hiperbólicas, la cinta de Möbius, el cubo de Necker, los cubos reversibles, la escalera de Schöder, el triangulo imposible, o la escalera de Penrose son solo algunos de los conceptos en los que se fundamentan las obras en las que Escher utilizó una base matemática para abordar de manera artística los enigmas que le rodeaban.
Ya que algunas de sus características paradojas, tanto geométricas como lógicas, estaban inspiradas en debates científicos que él intentó resolver a través del arte. Como ejemplo, en la exposición es posible contemplar, e interactuar, con la obra Galería de grabados, una imagen dentro de otra imagen que, sin embargo, el artista holandés no fue capaza de completar, por lo que dejó un espacio vacío en el centro. Pero también se muestra una posible solución a ese hueco, ideada por el matemático Henrick Lenstra en 2003, casi 50 años después de la creación de esa litografía por parte de Escher.
Además, la muestra permite también disfrutar del espacio elegido para la misma, el Palacio de Gaviria, que llevaba cerrado siete años, y en el que es posible contemplar tanto los techos pintados por Joaquín Espalter y Rull, como una serie de espejos y otros elementos decorativos originales de las distintas estancias del edificio.