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Pieles, la dulzura de lo desagradable - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Eduardo Casanova ha crecido, y mucho. Ya no es ese tímido actor secundario que con sus interpretaciones robaba planos y episodios a actores más consagrados. Ni es ese joven con sueños que estudia y crea cortometrajes visualmente impecables con historias grotescas, sucias, crudas. No es de extrañar el resultado de este primer largometraje suyo, tanto como director como guionista, que continúa en la línea de historias previas como Eat my shit (de donde continúa la historia del personaje de Ana Polvorosa) o Jamás me echarás de ti. Los escenarios de colores básicos y prácticamente monocromáticos, los personajes desfigurados llenos de buenos sentimientos, las historias que se cruzan y el exceso de artificios cinematográficos, siguen siendo las señas de identidad de este joven que de querer/poder mantenerlo tendrá un hueco en ese cine español transgresor que pudo representar Pedro Almodovar en los años 80 y del que queda poco.

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Pieles, la dulzura de lo desagradable

Por fin se estrenó en España la que es sin duda la película transgresora del año

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Cartel del film de Eduardo Casanova.

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Cartel del film de Eduardo Casanova.

DATOS RELACIONADOS

Título original: Pieles (2017)
Dirección: Eduardo Casanova
Guion: Eduardo Casanova
Intérpretes: Candela Peña, Ana Polvorosa, Macarena Gómez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jon Kortajarena, Joaquín Climent, Enrique Martínez, Eloi Costa, Morris Durán, Itziar Castro, Carolina Bang, Ana María Ayala, Adolfo Fernández, Javier Bódalo
Fotografía: José Antonio Muñoz “Nono”
Música: Ángel Ramos
Duración: 77’
País: España
Productora: Pokeepsie Films, Nadie es Perfecto, The Other Side Films y Netflix

Nota de prensa

Eduardo Casanova ha crecido, y mucho. Ya no es ese tímido actor secundario que con sus interpretaciones robaba planos y episodios a actores más consagrados. Ni es ese joven con sueños que estudia y crea cortometrajes visualmente impecables con historias grotescas, sucias, crudas.

No es de extrañar el resultado de este primer largometraje suyo, tanto como director como guionista, que continúa en la línea de historias previas como Eat my shit (de donde continúa la historia del personaje de Ana Polvorosa) o Jamás me echarás de ti. Los escenarios de colores básicos y prácticamente monocromáticos, los personajes desfigurados llenos de buenos sentimientos, las historias que se cruzan y el exceso de artificios cinematográficos, siguen siendo las señas de identidad de este joven que de querer/poder mantenerlo tendrá un hueco en ese cine español transgresor que pudo representar Pedro Almodovar en los años 80 y del que queda poco.

Y es que las cosas con el tiempo, los directores, creadores, guionistas, dejan de (poder) ser transgresores (lo cual es una pena) y se acomodan en sillones de bajas esperanzas. Esperemos que esto no le pase a Eduardo y continúe por esta línea, aunque como podemos ver estos días “la censura” de nuestro país ha relegado la cinta a muy pequeñas salas que se llenan para ir descubriendo, poco a poco, una de las mejores películas españolas de los últimos 10 años.

Aunque para ello, por desgracia, haya que tragar saliva por los diez primeros minutos de película. Sin duda el inicio no es esperado, el tema tratado es el tema tabú por excelencia y hablar de él en una película, tan a las claras, resulta muy agresivo. Tanto que, no es de extrañar, que la gente esté incómoda en las salas, pensando si salir de la cinta o aguantar el trago.

De continuar el espectador acabará comprendiendo el porqué de un inicio tan duro a través de una serie de historias que parten de las deformidades de la carne (y de la psique) para ver la belleza que muchas veces hay detrás. Las deformidades físicas son sólo una balsa de carne que sirve a las historias de Eduardo para mostrar humanidad, un sentimiento que a veces olvidamos que también existe fuera de los cuerpos perfectos.

La mayor parte de los actores que acompañan son conocidos de él de su etapa como actor y se nota que los dirige con cariño a pesar de los roles expuestos. La comentada Ana Polvorosa con su cara de culo, el perturbado Secun de la Rosa, la deforme Macarena Gómez,… Todos ellos firman papeles más o menos cortos en pequeñas historias en un mundo cruel visto, como diría Valle-Inclán, a través de los espejos del Callejón del Gato.

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