Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Estamos acostumbrados a mirarnos a la cara, así rasgos como los ojos, los labios, los pómulos o, incluso, pequeñas arrugas, nos sirven para identificar a los demás y diferenciar unas personas de otras. De forma que la mayoría de los retratos se realizan precisamente de frente o, como mucho, de perfil.
Por eso, al llegar a Londres, el artista taiwanés Page Tsou se propuso un reto: pintar 3000 caras en 30 días. Fue así como se dio cuenta de que la parte posterior de la cabeza normalmente era ignorada por los dibujantes, y su trabajo cambió de rumbo, dando paso a The And, una novedosa colección de retratos de nucas.
Un proyecto que, además, se complementa con un pequeño corto, de menos de tres minutos de duración, plagado de espaldas, talones, nucas, sombreros, gorras, capuchas, diversos peinados y, cómo no, alguna que otra calva. Y que, trasladado al grabado en A Calendar Without Weekend, nos ayuda a descubrir que, aunque no nos pareciese posible, también somos capaces de identificar a muchos personajes sin ver ningún detalle de su rostro.
La exposición Hide-and-seek [el juego del escondite] del museo ABC es una oportunidad única para familiarizarse con el peculiar universo de Page Tsou, ya que es conocido en nuestro país sobre todo por sus ilustraciones de libros infantiles, como El soldado de plomo, pero en la muestra se exhiben también algunos de sus proyectos personales, obras realizadas por encargo para grandes marcas comerciales y los originales de varios de sus libros ilustrados.
Así, mirando atentamente, es posible descubrir los significados y mensajes ocultos en cada uno de los dibujos. A veces, de forma totalmente clara, como sucede al acercarse a The Gift that Keeps on Giving y comprobar que la enorme pistola en realidad está compuesta por ocho imágenes más pequeñas, pobladas a su vez de pequeños elementos y detalles que tienen un solo elemento en común, la guerra.
En otras, como en Toy Car, las referencias a la violencia parecen menos claras, a pesar de cada uno de los conductores de los coches de la serie portan un arma de fuego diferente. Puesto que, en este caso, es necesario ser un gran observador para comprobar que cada automovilista apunta su pistola exactamente a la cabeza del piloto del coche siguiente, transformando lo que podría ser un tranquilo paseo en una auténtica carrera a vida o muerte. Aunque en ambos ejemplos queda claro que para Tsou es importante concienciar de la forma en que la crueldad y la lucha aparecen en nuestras vidas desde la más tierna infancia, escondidos muchas veces detrás de juegos y juguetes.