Julio Castro – La República Cultural
Siempre es un placer explorar los universos de La Phármaco, como también lo es, sencillamente, dejarse conducir por sus construcciones escénicas. Nunca he asistido a ninguno de sus trabajos que no albergara intención tanto en el contenido como en el desarrollo y, en este caso, se une el privilegio de asistir en un atardecer peculiar del cielo de mi ciudad, cuando el punto de inflexión entre el verano y el otoño nos dejan las primeras gotas y cara al viento el tiempo mece las ropas y el cabello de quienes asisten. Estamos casi en lo más alto del Palacio de Correos de Madrid, por encima de la diosa Cibeles (que alberga a la municipalidad del consistorio capitalino), en la presentación de un ciclo que quiere recorrer espacios no convencionales con las Artes Escénicas, y que tratará de ocupar terrazas y azoteas a fin de que luego, ellas solas, puedan desarrollar contenidos propios. Estamos en EsZénit.
La pieza elegida es Embodying what was hidden, (algo así como “encarnando o desvelando lo que estaba oculto”). Se trata de un trabajo que se mostró por primera vez en la Universidad de Nueva York, y que posteriormente ha ido evolucionando. Nos indican que se compone de tres aspectos: el phármakon (chivo expiatorio o víctima sacrificial), el folclore (elemento expresivo que acoge a una civilización y le da una identidad cultural) y la ceremonia (la necesidad de la fiesta o rito colectivo como método de descarga grupal). Lo cierto es que esta breve pieza, creada en 2016, ha trasladado buena parte de su influencia al trabajo seguramente más potente de la compañía, que se estrenó en 2017, y del cual ya hablamos en su momento: Miserere. Sin embargo, y aún coincidiendo en el deseo del contenido, el carácter de ambos es muy divergente en cuanto a la orientación: sería imposible la traslación de uno al otro, ya que la propia idea y construcción son diferentes, y su intención artística tampoco guarda relación, más allá de ciertas oraciones de movimiento, que son casi como citas que puedan llevar de una a otra.
En el caso que nos ocupa, la poesía de Abraham Gragera, principalmente de su poemario El tiempo menos solo (editorial Pre-Textos, 2005), pero también de su más reciente publicación O futuro (editorial Pre-Textos, 2017), sirven de preludios y, a veces, de acompañamiento a la idea, que desarrollan con el movimiento, ya sea desde el plano poético o, más tarde, el musical, Raquel Sánchez y Begoña Quiñones en una primera parte, para seguir con una Luz Arcas (embarazadísisma en esta ocasión), que no renuncia a la ocasión de poder apostar por su trabajo coreográfico.
Una muestra breve pero muy potente, en la que los cuerpos se encuentran y desarrollan una parte muy vinculada al folclore, a lo mágico, a la lucha física, el crecimiento personal y lo también lo trágico, para desembocar en el crecimiento, la exposición corporal que lleva, sin duda, a la creación y el nacimiento.
El planteamiento es sencillo en cuanto a los medios para la puesta en escena, ya que no se puede disponer de muchas posibilidades en esta terraza en las alturas, pero tanto la iluminación y el sonido como el propio entorno, facilitan otras ausencias. Veremos qué nos depara la temporada que comience en primavera con otros espacios similares por la ciudad.