Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Hablar de la antigua Grecia es trasladarse a un mundo de leyendas plagadas de dioses y héroes en las que, hasta para los menos iniciados en el tema, es fácil reconocer como protagonistas a Zeus, Atenea o Apolo, en el lado de los moradores del Olimpo, y a Aquiles, Odiseo y Heracles en el de los mortales, si bien los dos últimos son más conocidos en nuestros días por su nombre en la mitología romana, es decir, Ulises y Hércules respectivamente.
A todos ellos se ha unido en los últimos tiempos, gracias del poder de la adaptación cinematográfica de una serie de cómics, el rey Leónidas I. Y posiblemente los espartanos sean los que mejor representan la idea de competición en el mundo griego, desde los siete años tanto niños como niñas eran entrenados para fortalecer su cuerpo y aprender a sobrevivir por sí mismos. Así pues, la lucha por ser el mejor guerrero se iniciaba desde la tierna infancia.
Mientras, en el resto de Grecia, la educación atendía tanto al cuerpo como a la mente, y daba una gran importancia a la capacitación deportiva, no en vano participar en cualquiera de los juegos Panhelénicos, celebrados en Olimpia, Delfos, Istmia y Nemea, era la principal forma de competir en tiempos de paz. Y los ganadores se convertían a su vez en auténticos héroes.
Pero no solo el culto al cuerpo era premiado en el mundo griego, sino que también existían competiciones teatrales y musicales, ya que las artes escénicas tenían una gran importancia en los festivales religiosos, y la música, la danza y la poesía eran elementos fundamentales de la educación ateniense. Y en los concursos teatrales era el escritor el premiado, y no los actores, de forma que algunos de los dramaturgos cuyas obras han llegado hasta nuestros días, como Esquilo, Eurípides, Sófocles y Aristófanes, fueron ganadores de esos certámenes en su momento.
La exposición Agón! La competición en la antigua Grecia realiza un recorrido por la historia de esa eterna lucha, pero no solo en el campo de batalla, en el deporte o en los certámenes artísticos, sino que extiende el concepto de confrontación a todos ámbitos, desde los juegos infantiles hasta el momento de la muerte. Por lo que, en ella, pueden verse desde canicas y dados de la época hasta la mayor representación de rivalidad hasta en la muerte, un fragmento de friso de la tumba del rey Mausolo de Caria, quien, para dejar claro su estatus, no reparó en gastos al planificar su propia sepultura, que llegó a ser una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Pero, lo más sorprendente de la muestra, no es la presencia de esa competitividad en cualquier aspecto de la vida cotidiana, puesto que hoy en día se sigue tendiendo a educar para ser un ganador, sin pensar en las consecuencias. Sino que, al contrario que ahora, el individuo no era lo más importante, puesto que esa competición representaba una personalidad colectiva. Se premia el esfuerzo y el deseo de ser mejor, pero siempre ante un adversario igual de digno y respetando las reglas.