Julio Castro – La República Cultural
Ma, Muma, Maricarmen y Gigi evolucionan, tal y como Darwin nos contaba. Pero no evolucionan de la misma forma que tantas veces se asume en la sociedad, porque son ellas, y están dispuestas a evolucionar hacia donde les parezca más oportuno.
A partir de una intensa comedia del gesto, Laura García-Marín, Paula García Sabio y Mar Mandli Varela, crecen en un trabajo dirigido por Elena Lombao. Se trata de desdibujar los conceptos asumidos para cambiar el presente, y es que aceptan que la sociedad que discrimina por roles no sólo se transforma en el presente, sino también mirando hacia atrás y hacia delante.
A través de su propuesta, la compañía nos habla de un desarrollo humano que, podría haber sido diferente, o completamente igual. Se transita por el encuentro, el desconocimiento, la desconfianza, la creación de núcleos de primates homínidos, de la confianza y de la jerarquía, del aprendizaje y de la supervivencia, pero también de la solidaridad relativa, o de la necesidad de otros semejantes.
El trabajo tiene mucho de comedia, pero bajo esa superficie hay un gran trabajo por explorar, que a veces parece seguir muy a la ligera su argumento, pero que podría proponernos una visión para ahondar en la realidad de las relaciones humanas actuales. Por supuesto, en el centro es inevitable que se encuentre la cuestión de género desde su mirada crítica, aunque no entra forzada, sino como un elemento natural de todo el conjunto que se desarrolla.
La idea tiene mucha concordancia con las que en otros tiempos pudimos ver en teatros con Tricicle, concretamente su producción de la isla, que posteriormente sería llevada al cine bajo el título de Choof en 1994. Hay una enorme proximidad con el trabajo de este montaje y la compañía catalana.
El desarrollo a partir del gesto es complicado, porque obliga a una comunicación visual constante con el público que no establezca una dependencia notoria entre ambas partes, sino que surja de manera natural.
Eso es lo que logran en este montaje, donde una vez más encontramos a una habitual de los montajes de Tarambana, y a la que ya hemos visto en numerosas propuestas desde hace unos años, como es Laura García-Marín de la que parece que nace la expresividad del gesto de manera natural. Y en la dirección Elena Lombao, que se traslada desde la interpretación y la dramaturgia a la dirección en este caso. Las otras dos incorporaciones, Paula García Sabio y Mar Mandli Varela, encajan bien en el trabajo que nos muestran.