Julio Castro – La República Cultural
El martes 16 de diciembre se inauguró en el Museo de Santa Cruz de Toledo la exposición España 1808-1814. De súbditos a ciudadanos, que conmemora el Bicentenario de la Guerra de la Independencia.
Durante el presente año hemos sufrido en nuestra geografía las innumerables conmemoraciones de corte nacionalista y con rancio sabor a nostalgias del absolutismo monárquico que algunos quisieron enviarnos en bombardeos mediáticos de todo tipo. Los costes de las mismas han sido de elevadísima cuantía (pensemos simplemente en los fastos organizados los por gobiernos autonómico y municipal de Madrid para conmemorar la fecha del 2 de mayo).
Por fin una muestra a final del período conmemorativo ofrece algo un poco diferente. Con bastante modestia, pero con mucho de cabeza, organización y simbolismo, diferentes organismos han organizado esta muestra que, bajo el comisariado de Juan Sinisio Pérez Garzón, aclara algunos puntos fundamentales para comprender el período previo, el posterior y el interludio que llevarían a la ocupación de la Península y la posterior guerra, pero también acerca del significado de las instituciones de la época, el absolutismo de la monarquía, los abusos eclesiásticos y las consecuencias del paso de nuevos aires por aquella España del XIX.
Es fácil asumir el impacto que las imágenes que ofrecen los cuadros, entre retratos y eventos, así como los montajes audiovisuales que se ofrecen a lo largo de esta muestra. Ya el subtítulo “De súbditos a ciudadanos” predispone en un sentido u otro al visitantes, pero abunda en ello la vista de rostros y poses de los retratados (recientes ancestros de esta nuestra monarquía), cuya inteligencia quedó reflejada en los hechos al igual que en las imágenes que otros además de Goya dejaron plasmada. Un audiovisual ubicado en la sección “Las clases populares”, deja una claridad meridiana del significado de monarquía e iglesia en concomitancia del “poder absoluto” sobre todo, parejo a la “gracia divina” que se lo otorgaría a los reyes. De esta manera lo explica, también, un supuesto campesino o artesano, en una sala que quiere ambientar levemente aquellas formas de vida precarias que, hace apenas 200 años sufrían las más míseras condiciones sociales.
Junto con retratos y objetos que actualmente aún pertenecen a la jefatura del Estado monárquica, se exhiben otros objetos de la cotidianeidad, de las clases más de élite (sillas constituidas en transportines para llevar a mano, letrinas convertidas en sillones de madera, cálices de oro de la iglesia, vajillas de porcelanas -bastante feas, por cierto, pero de gran trabajo-, piezas de orfebrería, relojes que son verdaderas piezas de la mecánica y el arte…) y frente a ello, los utensilios más cotidianos de las clases populares (cerámicas, utensilios de campo o para el trabajo artesanal, acompañado todo de pinturas e ilustraciones sobre la vida popular de la época). A modo de transición encontramos una sala en la que se muestran objetos y artilugios científicos, médicos, industriales o marítimos, así como cartas de navegación y otras curiosidades. Tal y como nos indican en la presentación, la exposición pretende ser un referente a nivel nacional que dé a conocer las transformaciones sociales y culturales que vivió nuestro país durante la guerra que enfrentó al pueblo español contra las tropas francesas.
En total, 615 piezas componen esta muestra, comisariada por Juan Sisinio Pérez Garzón, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Castilla-La Mancha, que permite analizar el conflicto entre España y Francia desde una perspectiva social, cultural y económica.
La muestra cuenta con obras de pintura, escultura, libros, vestimentas, piezas religiosas, armas y numerosos objetos y utensilios de la vida cotidiana que arrojarán luz acerca de la sociedad y la cultura que se respiraba en la España de finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX.
Entre las piezas más destacadas figuran dos pinturas de Goya, un busto de Napoleón perteneciente a la colección de la Duquesa de Alba, un garrote vil cedido por el Ayuntamiento de Toledo, el trabuco de El Empecinado, un ejemplar de la Constitución de Cádiz de 1812, junto a obras de otros destacados autores como los hermanos Bayeu, Vicente López, Sorolla o José de Madrazo.
El montaje estará dividido en dos grandes unidades temáticas ubicadas en las dos plantas del museo. La planta baja estará dedicada a la sociedad española de finales del siglo XVIII y principios del XIX y la superior al ambiente de ebullición intelectual que se vivía en la España de la época.
La exposición ha sido organizada por el Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la Sociedad Don Quijote, y por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), bajo la coordinación del Ministerio de Cultura, con la colaboración de Caja Castilla La Mancha (CCM).
La exposición permanecerá abierta en el Museo de Santa Cruz hasta el 14 de junio de 2009. Los interesados en recorrer la exposición en una visita guiada pueden ya reservar cita en el teléfono 628 268 443. La entrada y las visitas guiadas son gratuitas.