Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
La mayoría de los museos tienen una serie de obras que normalmente permanecen ocultas a los visitantes. En algunos casos porque su fragilidad y estado de conservación desaconsejan su exposición, y en otros porque su relevancia artística es menor que la de las composiciones expuestas, pero en la mayoría de las ocasiones se trata de un simple problema de espacio, ya que el tamaño de sus colecciones impide que puedan exhibirse de forma permanente.
Las exposiciones temporales son una oportunidad para que esas creaciones vean la luz, aunque sea de manera fugaz. En el caso de la muestra Documentos con pinturas: diplomática, historia y arte no se trata de obras que normalmente se escondan en un almacén, puesto que forman parte de la Biblioteca Lázaro Galdiano, que está abierta para la consulta de sus fondos a todo tipo de investigadores, pero que, no puede visitarse por el público en general. Y precisamente para hacer visible su contenido el museo cuenta con la Sala Joyas Bibliográficas, que ahora acoge esta exposición.
En esta ocasión se trata de una selección de 28 documentos de carácter histórico que recogen contenido diplomático y que además están ilustrados. Precisamente las imágenes son la característica más llamativa de todos ellos ya que, debido a la importancia que los textos tenían para sus destinatarios, fueron cuidadosamente iluminados, de forma que no solo sirven para dar fe y garantizar la permanencia del asunto que tratan, sino que son el soporte de distintas manifestaciones artísticas.
Así, por ejemplo, la Carta ejecutoria de Arias Pardo de Cela, vecino de la ciudad de Sevilla del rey Felipe III (principios del siglo XVII) fue realizada por Diego Gómez, un discípulo del pintor manierista Francisco Pacheco, el maestro y suegro de Velázquez. En ella se pueden ver tres miniaturas a página entera que representan a Cristo en la Cruz, la Inmaculada y Santiago en la batalla de Clavijo, así como el escudo de armas del solicitante, además de diversas orlas decoradas con escenas bíblicas e imágenes de santos.
A pesar de la prevalencia de la decoración con elementos religiosos en casi todos los documentos, así como la presencia del donante y su familia, arrodillados, con las manos unidas y alzadas en actitud de plegaria, en las cartas ejecutorías de hidalguía, lo cierto es que los escudos de armas son también un elemento fundamental de la ilustración de los mismos, tanto como dibujos a página completa como formando parte de las orlas, junto con niños desnudos, animales y motivos vegetales.
Lo que puede comprobarse tanto en la parte de la exposición dedicada a los privilegios rodados, como en la compuesta por diferentes cartas ejecutorias de hidalguía de los siglos XVI, XVII y XVIII, así como en la dedicada a otros tipos de documentos diplomáticos, como cartas de donación o certificaciones de armas. Mientras que la última parte de la exposición está dedicada a la encuadernación, con ejemplos de estilo renacentista, barroco y rococó. Ya que si el cuidado y elegancia de las ilustraciones servía para dar mayor categoría a las personas aludidas en el documento, una buena encuadernación era imprescindible para la correcta conservación del mismo.