Nota de prensa
En todas y cada una de las eras, del tiempo y del espacio, el ser humano ha buscado su felicidad. Esta da nombre a un lugar común (un horizonte de expectativas que la historia del arte ha iluminado paso a paso). Y al mismo tiempo, un no lugar.
Felicidad es el nombre de la promesa aplazada que hace que los cuerpos sigan bailando (o quemando etapas). Nombra también una inercia: el pesadísimo legajo de metas que aboca a esos mismos cuerpos a un grado máximo de cansancio.
Es el movimiento arquetípico de la vida, su ingenioso truco para atraer al público. Es la anatomía de una sonrisa, como la de La Gioconda, in-alcanzable.
Eras de la felicidad pasa por encima los límites de danza y filosofía; nos recuerda que, como dijo Badiou, el movimiento es metáfora del pensamiento.