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Gerardo Malla: "en una democracia, la iglesia no puede tener la actitud que ha tenido y que sigue teniendo… la derecha no puede recordarnos a una derecha que ya no puede existir" - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Alfonso Sastre escribió “La taberna fantástica” en 1966. Hasta 1985 ese texto repleto de un realismo trágico y grotesco no pudo estrenarse, fue Gerardo Malla quien dirigió esa primera puesta en escena que consagró a Rafael Álvarez “El brujo”. Más de veinte años después el director madrileño vuelve a reencontrarse con este texto y con la tarea de regalarnos la memoria y con ella, sin nostalgia, la vida. Hemos hablado con Gerardo Malla.

Gerardo Malla: "en una democracia, la iglesia no puede tener la actitud que ha tenido y que sigue teniendo… la derecha no puede recordarnos a una derecha que ya no puede existir"

Entrevista al director Gerardo Malla mientras se representa en Madrid "La taberna fantástica"

Gerardo Malla
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Gerardo Malla

Una imagen del director teatral Gerardo Malla.
Foto: cortesía del Centro Dramático Nacional.

La Taberna Fantástica
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La Taberna Fantástica

Una imagen de la obra teatral "La Taberna Fantástica", dirigida por Gerardo Malla.
Foto: cortesía del Centro Dramático Nacional.

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Sofía Basalo - La República Cultural

Alfonso Sastre escribió “La taberna fantástica” en 1966. Hasta 1985 ese texto repleto de un realismo trágico y grotesco no pudo estrenarse, fue Gerardo Malla quien dirigió esa primera puesta en escena que consagró a Rafael Álvarez “El brujo”. Más de veinte años después el director madrileño vuelve a reencontrarse con este texto y con la tarea de regalarnos la memoria y con ella, sin nostalgia, la vida. Hemos hablado con Gerardo Malla:

¿Cuál es el valor de la memoria?

El valor de la memoria equivale al valor de la vida. No concibo una vida sin memoria. Una vida sin memoria es como un árbol al que se le quitan las ramas y las raíces… y queda poco más, queda un tronco.

Pero memoria no es igual a nostalgia…

Sí, es algo muy claro. Memoria sin nostalgia del franquismo, porque puede interpretarse que sentía nostalgia de tiempos pasados, no siento nostalgia del franquismo, esto quería aclararlo muy bien. Tengo memoria, no tengo nostalgia… puedo tener nostalgia de lo que yo he querido ir seleccionando a lo largo de mi vida pero siempre hay que aclarar que no es nostalgia del franquismo.

“La taberna fantástica”, Alfonso Sastre y Gerardo Malla parece un trío inseparable. En 1985 usted lleva a escena esta obra y veintitrés años después vuelve a hacerlo. ¿Cómo contempla el proceso a través del tiempo, desde la perspectiva que le da el hecho de verla estrenada nuevamente?

Ha sido un proceso muy rico desde que Alfonso Sastre allá por los años sesenta ideó La Taberna a través de unas experiencias personales, yo fui un niño de Las Ventas y también compartí experiencias muy ligadas al ámbito de la taberna… y el que nos juntáramos algo que los creyentes dicen a veces “estaba escrito”… yo no sé si estaba escrito o no, pero en cualquier caso se produjo ese hecho que ha dado como resultado una gran admiración por Alfonso y luego La Taberna… me parece que será difícil hablar del teatro del siglo XX y XXI sin hablar de La Taberna Fantástica… pero sobre todo sin hablar de Alfonso Sastre.

Sí, eso quería señalar, en estos últimos años se han llevado a escena tres textos de Alfonso Sastre “¿Dónde estás Ulalume, dónde estás?” “Marat-Sade” y “La Taberna Fantástica”… Ya era hora de reconocer el valor de este dramaturgo…

Sí, además en el caso de Alfonso ha sido un hombre especialmente ninguneado, quiero decir que se ha confundido a veces sus posturas políticas y sus posturas ideológicas a veces se han revuelto con su labor como escritor como poeta como investigador, como un hombre de teatro y creo que eso le ha perjudicado históricamente, entonces se le ha ninguneado, es un término que él destacó de una manera especial, referido a él mismo y creo que es un término muy justo de lo que en muchas ocasiones se ha hecho con Alfonso Sastre… que ha sido ningunearlo y creo que este sería un buen momento para reivindicarlo.

Comenta que quizá se ha “revuelto” la obra con la ideología de Alfonso Sastre, pero en términos generales la confusión de estas dos facetas ¿es inevitable o se hace a propósito?

Yo creo que primero es inevitable, separar la ideología de la obra de un escritor es inútil, quiero decir, es vano uno es lo que es, con su ideología, con sus manías, con todo lo que constituye un ser humano y más en un escritor que se expresa de una manera más total, entonces separarlo no es… ahora sí ocurre que utilizar un aspecto de la persona para castigarla en el otro es lo que me parece que ha sido injusto en Alfonso Sastre, la historia ha sido injusta con él…

Pero independientemente de la ideología de una persona, si en su profesión, en este caso la literatura, es bueno. Si lo que hace tiene calidad… debería ser independiente…

Claro, pero eso no lo entienden las dictaduras y estamos hablando de una dictadura… en una dictadura o en estado que no es realmente democrático lo normal, desgraciadamente, es que la ideología prime sobre cualquier otra cosa. La historia de los escritores o de todo tipo de creadores, incluso de personas, tenemos la historia por detrás… y tenemos muchos ejemplos siniestros desde que por el hecho de ser judío, ser negro o diferente en general… alguien es perseguido… en el caso como digo de los intelectuales, en la medida en que su obra, digamos, es clara y su ideología está ahí para el que lea sus escritos, son gente en ese aspecto más vulnerable… de la misma manera que es más vulnerable un negro que un sueco… en una sociedad racista.

Pero llevamos treinta años de democracia y ese reconocimiento ha tardado un poco en llegar…

Sí… yo no tengo más que asentir a lo que dices… efectivamente se ha tardado mucho, pero yo creo que nuestra democracia es lenta… nuestra democracia es lenta e imperfecta y por tanto es lógico que se produzcan estos baches y estas tardanzas…

¿Es lenta porque a los españoles nos cuesta adaptarnos a los cambios, a los nuevos tiempos…?

No, los españoles somos muy vivos… lo que pasa es que el entramado que ha regido este país ha sido lento, interesadamente lento, pasamos por encima de muchas cosas creyendo que están superadas, no hay más que recordar que en este momento estamos en tensión con un hecho como el de la memoria histórica… pues basta mirar eso para ver que hay muchos intereses en que se sea lento…

O quizá incluso hay intereses para que no se den más pasos…

Ah claro… es una manera infantil e interesada y necia de querer parar el tiempo… el tiempo avanza y el tiempo es un continuo, entonces, querer parar el tiempo es como querer ponerle puertas al campo o detener el agua…

Alfonso Sastre escribió este texto en 1966, tuvo que esperar veinte años para verlo sobre los escenarios. La censura tuvo que ver en esto… ¿Hoy en día nos persigue también la censura?

Yo creo que… no son situaciones equiparables… primero, La Taberna Fantástica que Sastre terminó de escribir en 1966, no es que no se estrenara en 1985 por la censura, no se estrenó por algo peor, por la digamos casi autocensura, o por la convicción de que no estaba el horno para bollos, quiero decir que era inútil plantear en los años sesenta una obra de quinquilleros y tener que estrenarla en un teatro donde normalmente lo que había eran sofás y comedias amables para divertimento del público que acudía al teatro… entonces, creo que el mismo Sastre entendió y así lo entiendo yo, que una obra como La Taberna Fantástica, pues más valía esperar tiempos mejores…

¿Y hoy en día existe la censura o la autocensura?

Los estados modernos y los estados democráticos tienen sus resortes para establecer otro tipo de censura no tan siniestra, a veces incluso más… censuras económicas, elitismos, cosas como decir que algo está pasado y que ya no se lleva… cuántas veces hemos oído incluso al propio público porque eso contagia a la ciudadanía, hemos oído decir “ay películas de la guerra civil, libros de la guerra civil, libros de los nazis… ay que hartura…” bueno, pues esto también es un tipo de censura… es una forma de censura metida en la entraña del propio ciudadano, o sea que formas de censura siempre hay, los estados y hablo de Europa que digamos son mundos más libres en ese sentido… pero bueno, no hablemos de Norteamérica que es como el símbolo de la democracia… si hablamos de las censuras que puede haber en un país como Norteamérica, estaríamos hablando tres días…

Y yo no sé si esto último que ha comentado es incluso la peor censura… la que se crea el propio ciudadano…

Claro, claro… hay muchos medios, lo que pasa es que ahora son mucho más sutiles, a veces son simplemente muy burdos… de apartar del ciudadano de darle libertad para creer en lo que quiera y para tener acceso a la información que quiera… nuestros estados democráticos todavía no han conseguido un estado de libertad con respecto a algunos asuntos ya digo, hemos mencionado algunos, pero podríamos mencionar otros… no sé… las mafias… de qué libertad estamos hablando… libertad para delinquir… mafias donde resulta que hay mezclados abogados, incluso jefes de estado… políticos, la iglesia… de qué libertad estamos hablando… desde luego no de la que yo entiendo…

Acercándonos a la puesta en escena de esta obra, cuando entramos en el teatro encontramos al tabernero, al autor y a una evocación de la memoria amable, la que nos llega de la radio y de la música. No sé si la observación que voy a hacer es algo casual, pero creo que no, la última canción que escuchamos antes del comienzo es “Hablemos del Amor”, la canta Raphael y justamente después del estribillo cuando dice “Qué nos importa aquella gente que viene y que va por el mundo sin ver la realidad” la función comienza…

En su día se me ocurrió, cuando la monté en 1985, se me ocurrió pensando en el montaje que esa canción de Raphael establecía un contraste muy significativo entre alguien que canta digamos al amor… y de algún modo rechaza que sólo ve la realidad… entonces me parecía que era una ironía, no sé si sutil o no, pero en cualquier caso muy expresiva de empezar La Taberna Fantástica… y venía de una manera muy natural el hecho de que en la radio se escuchara lo que realmente se escuchaba… pues, gentes que cantaban lo de Raphael de una manera brillante, porque él es un cantante brillante y con una espléndida voz y muy popular, popularísimo… que cantaba eso… “escudámonos, escondámonos en el amor y rechacemos a esa gente que sólo ve la realidad”… bueno me parecía una ironía bastante expresiva… y hoy me lo sigue pareciendo… y por eso no la he modificado, me parece que la ironía está ahí y creo que es expresiva…

En esta obra quizá queda de manifiesto la insolidaridad entre aquellos que viven en los rascacielos y los que viven en las zonas marginales… las dos realidades absolutamente separadas… No sé si esa taberna es fantástica por las vidas que respiran en sus paredes, las vidas de aquellos que buscan cobijo en ella…

Es la fantasía que se esconde dentro de la realidad, esa realidad a la que nos invitan los cantantes y los políticos y mucha gente que habla de pesimismo… que nos invita a no ver la realidad o a verla de otra forma, manera… bueno, pues la realidad está ahí, se impone y hay unas realidades que siempre quedan como fuera, incluso de lo que llamamos realidad… ésta es una obra sobre la marginación y entonces, marginaciones para qué nos vamos a remitir a las que existen sin ir más lejos en nuestro país… basta… marginaciones todas las que queramos, las tenemos todas… lo que pasa es que la sociedad se reviste, se pone un traje de fiesta y es como una manera de… y está muy bien ponerse un traje de fiesta, pero al día siguiente viene la realidad… al día siguiente o a los diez minutos… hablar de la realidad es complejo… y al mismo tiempo muy sencillo… la realidad está ahí y la realidad hay que vivirla y la realidad hay que modificarla, no vale ocultarla ni con buenas palabras ni prometiendo el cielo, como la iglesia “sea usted… a usted le ocurra lo que le ocurra en el mundo, si usted al final va al cielo… no me fastidie usted… “ hágame usted la vida posible, o deme usted armas para hacerme la vida posible aquí y luego lo de atrás lo que nos espere ya veremos… siempre, está claro que Alfonso y yo somos enemigos de ocultar la realidad… la realidad está ahí y están ahí… las gozosas, las que nos llenan de gozo y satisfacción y de alegría de la vida… y luego las que machacan, fastidian y las que marginan a muchísima gente…

¿Quizá el personaje de “El Carburo” intenta ocultar esa realidad, marchándose a otro barrio, a Alemania…?

Claro, intenta algo que es lícito que es escapar lo más posible de la marginación y como ocurre que los grados de marginación son muchos, sales de una marginación y puedes entrar en otra… y El Carburo intenta dentro de su ingenuidad y primitivismo pues se va a Alemania como hizo mucha gente, a Europa en general, salen de España buscando trabajo, y cuando llega aquí, simplemente porque tiene una moto y un reloj que se ha comprado y a lo mejor, con suerte, tiene un pisito, pues considera que de algún modo ha escapado, y es cierto, de esa realidad que puede ser la de El Rogelio, efectivamente hay alguien que ha subido un peldaño pero que continúa en la marginalidad de una manera clara… tener un televisor no aseguraba a nadie la felicidad…

Sí, sobre todo cuando sabemos que maltrata a su mujer y sólo cuando el hijo lo ve cesa… o vuelve a esa Taberna Fantástica… da la impresión de que estos personajes no pueden escapar, no pueden burlar al destino… están condenados a unirse, reunirse en esa Taberna…

La sociedad les condena a la marginalidad y lo que pasa es que esa Taberna actúa como una especie de bálsamo, reunirse en la taberna con las gentes que tienen la misma problemática, que han vivido historias contigo, la taberna en ese aspecto nunca sería una taberna siniestra, es una taberna fantástica en el sentido de que allí, efectivamente puede ocurrir cualquier cosa, desde que alguien mate a alguien, como ocurre, hasta el hecho de estar ahí y de acompañarse de lo que sea, de la conversación, del vino y de cosas que vistas desde el mundo más acomodado o el mundo burgués pueden parecer fantásticas…

Quizá la salida de esa marginación puede estar en las palabras de El Badila, cuando le dice a El Caco que tienen una tara, un defecto… y es que no saben ni hacer la “O” con un canuto… que qué pueden hacer si tienen ante sí un papel que contiene algo importante para ellos…

Claro, yo creo que Sastre de esa manera, puesta en boca de un personaje digamos ingenuo, ha querido dar un aviso sobre la, ya no es tanto en ese personaje, es el hecho de no saber leer… efectivamente le aparta del mundo o de gran parte del mundo o de una forma de entender el mundo, al margen de que el mundo pueda ser mejor o peor… no saber leer, efectivamente, como dice qué pasa si en una hoja te estorba lo negro… no sabes lo que te dice, ni el mensaje que te envían… pero eso se extiende más, lógicamente tiene una trascendencia mayor en el sentido de que sin la información, la información es una manera por lo menos de entender lo que ocurre y una sociedad que no está, esto claro escrito en el año 1966 tenía todo el sentido del mundo, lo sigue teniendo hoy, pero en el año 1966 de qué manera… si no tenías una información y la mayor parte de los ciudadanos no teníamos información porque se nos vedaba, porque vivíamos en una dictadura, nunca hay que olvidarlo, realmente estábamos en la marginación…

Esta puesta en escena se ha llevado a cabo de un modo realista. ¿Qué opina de quienes dicen que el teatro no debe ser realista?

Bueno, pues como yo soy defensor del derecho de opinión, respeto mucho la opinión… pero me parece una opinión mostrenca… el teatro… de alguna manera diría, lo que pasa es que esto es un tema muy complejo, para meternos en él, pero diría que el teatro siempre es realista, siempre. Cuando hay un teatro de evasión está mostrando una realidad, durante muchos años en este país ha habido un teatro evasivo, evanescente donde parecía que lo único que ocurría es que el señor de la casa tenía una querida, entonces el problema se planteaba porque tenía una querida y se descubría y no sé qué… pues esa manera evasiva de ver la realidad es un teatro realista, reflejaba lo que una burguesía quería… los buenos sentimientos por supuesto, el hombre siempre acababa volviendo al regazo familiar y al lado de su mujer y rechazando a la querida… pero eso es un teatro realista en el sentido de que refleja la realidad de una burguesía que ocultando los muchísimos problemas de la sociedad en la que vive, de pronto, cuentan pequeñas anécdotas evasivas donde en el fondo lo que están reflejando es la realidad… esas películas que tanto hemos rechazado, el landismo, por ejemplo, no cabe duda de que para conocer un aspecto de la realidad muy importante de la España de los sesenta y los cincuenta… ver esas películas es muy clarificador con lo que lo que digo y creo es que todo lo que se muestra, hablamos ahora de cine, teatro, novela…, todo en el fondo es realista, tiene la cualidad o la calidad de realista, por defecto, por negar la realidad o por asumirla, pero realista al fin… hay épocas que las conocemos a través de lo negativo… es un tema interesante… pero arduo…

¿Actualmente qué opina del teatro que se hace?

Yo que pertenezco a una generación donde el teatro tenía un nivel argumental, preocupación, de indagación… muy escaso y de una calidad bastante, hablo en general, había excepciones… pues hoy veo que se ha avanzado que realmente los pasos que hemos dado en democracia se reflejan en el teatro; hoy las carteleras de Madrid no dan vergüenza como han dado durante muchos años, ver la cartelera de Madrid, de los teatros de Madrid, era un poco llorar… eso era el vodevil malo, porque luego está el vodevil bueno… pero era un teatro de muy baja calidad, de unos planteamientos ideológicos muy reaccionarios y estúpidos y necios e interesados y sin embargo, hoy la mayor parte de los teatros o gran parte de la programación, es una programación que realmente está muy bien… creo que en ese aspecto el propio Estado ha dado un paso adelante… Madrid, sin ir más lejos, los teatros públicos, llámense Abadía, Español, Centro Dramático Nacional… con el complemento importantísimo de las salas alternativas hacen que en Madrid haya un teatro interesante… se podrían hacer indicaciones, dar opiniones diversas… pero así en general para no meternos en honduras, yo diría que el teatro al menos en la ciudad que yo conozco y habito que es Madrid, es bueno… es posible coger la cartelera y apuntar diez espectáculos de pronto que tengan interés…

Usted entonces no es de los que creen que con la censura se hacía mejor teatro, se escribía mejor…

Para nada… cómo se va a escribir mejor con la censura… si cualquier idea buena que se le pudiera ocurrir a cualquiera, la censura la tiraba abajo rápidamente… la censura en cualquier caso lo que habrá servido en algún caso aislado y concreto es para que alguien haya escrito… pero la censura era por defecto de la propia censura, el que durante mucho tiempo no se haya podido hacer Valle-Inclán o más concretamente Luces de Bohemia no es por la censura… no es la censura la que hizo posible Luces de Bohemia, fue Valle-Inclán… la censura de lo que se ocupó es que no se pusiera… la censura no es buena para nada… para nada, en ningún aspecto… es coartar la libertad, es cercenar la creatividad es propia de dictaduras y de malos gobiernos…

¿Qué espera del futuro… y el futuro próximo es 2009… en general y profesionalmente?

En general me gustaría que se avanzara en la libertad, que se avanzara en la democracia y en todo lo que este país tiene pendiente que es mucho… entonces avanzar en ese sentido… y nadie tenemos comprado el mañana… pero en estos momentos estoy en un proyecto que me ilusiona porque es estar de actor y ser dirigido, algo que viene muy bien… y aprender… y en estos momentos estoy en un proyecto que se llama Fuenteovejuna, dirigida por un director inglés, con una compañía que se llama Rakatá y que son unas gentes que creo que lo hacen muy bien, me tratan con mucho cariño y respeto y como decía Marín, el anterior presidente de las Cortes, “yo ahora voy donde me quieren” y entonces, siento que estoy en un sitio donde se me quiere… tengo el cariño de las gentes de los muchos compañeros con los que trabajo, empezando por los propios productores y por el director y estoy aprendiendo, cosa que a mis años está muy bien… está muy bien poder decir que uno todavía aprende…

¿Pero se llega alguna vez a saberlo todo…?

No… en realidad sabemos muy poco… incluso las vidas más ricas… en ese sentido recuerdo una expresión de Don Marcelino Menéndez y Pelayo, recurro a un ortodoxo pero creo que es uno de los hombres que más leyó en su época… leía, leía, leía… y cuando se sintió morir dijo algo así como “morirme ahora con lo que me queda por leer”… que equivalía un poco a “lo que me queda por saber”… hay quien lo aprende en los libros, hay quien lo aprende en la realidad… pero yo siento que en ese aspecto soy socrático “sólo sé que no sé nada”…

Ha comentado que esta democracia tiene algunos asuntos pendientes ¿me puede decir uno de esos asuntos?

La propia democracia. Perfeccionar la democracia, no se pueden dar determinados sucesos, casos, situaciones que se dan en la democracia y muy recientemente además… de hoy, de ayer… no se pueden dar en una democracia, no es posible… no es posible y lo digo de manera muy clara, los cuatro años de la anterior legislatura no se pueden dar… las situaciones que se han dado…

Por parte de la oposición…

Por parte de la oposición, claro. No puede salir la iglesia… la iglesia no puede tener la actitud que ha tenido y que sigue teniendo por ejemplo; la derecha no puede ser una derecha que nos recuerde constantemente a una derecha que ya no puede existir… creo que nos hemos ganado todos, nos hemos ganado todos… la historia nos ha permitido ganarnos… y el sacrificio de mucha gente ha permitido ganarnos una España donde la crispación a esos niveles que se dio no puede darse… no es posible, cada uno que asuma su parte de responsabilidad pero no se puede dar… tuvimos ocasión de avergonzarnos de nuestro país, y eso no puede ser… tenemos un país hermoso que no puede llegar a determinadas situaciones…

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