Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Casi todas las caras muestran la misma expresión de fascinación en el momento de la explosión. Todo lo relacionado con las composiciones de Cai Guo-Qiang resulta llamativo, pero ese instante en el que, después de encender la mecha, la pólvora explota es capaz de sintetizar toda la fuerza oculta dentro de cada una de sus obras, y eso se refleja de manera inmediata en los rostro de quienes lo presencian.
La exposición El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang en el Prado es cautivadora por sí sola, pero el documental en el que se muestra el proceso creativo es, sin duda, un colofón perfecto. Ya que las preguntas que se plantean durante el recorrido por las salas, y que empiezan a aclararse con la parte en la que se muestran los materiales preparatorios de algunos de los cuadros, quedan resueltas por completo al ver todas las fases por las que se pasa desde la idea inicial al resultado final que se expone.
El Salón de Reinos completamente vacío, sus paredes desnudas y sus 34,6 metros de largo por 10 de ancho y 8 de alto, estuvieron durante varias semanas de octubre a disposición de Cai Guo-Qiang. Y se transformaron en el lugar en el que creó ocho de las obras de la exposición, entre las que se encuentra la que da nombre a la misma, El espíritu de la pintura.
La tarde del 23 de octubre fue el momento elegido para encender la mecha de la pólvora de colores, que está ocasión provenía de Valencia. Y al detonar se expandió por el lienzo encerrando en él retazos de Tiziano, Rubens, el Greco, Goya y Velázquez, como resultado del estudio que Cai ha realizado de las obras de los maestros clásicos del Prado.
Este lienzo es el de mayor tamaño de los 27 que componen la muestra, la cual se divide en cuatro secciones que toman su nombre de la regla china de composición literaria y musical: Qi cheng zhuan he. En la primera, Inicio ascendente (qi), se exponen las obras en las que interpreta los cuadros del Greco; en la segunda, Desarrollo (cheng), la inspiración se vuelve más actual, y las creaciones están, aún más, al servicio de la técnica empleada; en la tercera, Transformación (zhuan), se alternan ese estudio de los grandes pintores clásicos con la experimentación con las texturas y materiales; mientras que en la última, Unificación (he), la explosión de colores anterior cede parte del protagonismo al negro, que se adentra en El Salón de Reinos…y Palmira, y domina por completo Valle en celo.