Che: El argentino
En una película sobre un triunfo que rehúye en todo momento cualquier noción de triunfalismo, heroicidad y épica, Soderbergh quiere ser didáctico.
Desde un punto de vista narrativo ortodoxo, dentro de un vaivén argumental que proporciona la película, la parte en Nueva York muestra el Che cauto, temperado, con un Benicio del Toro, co-productor e instigador también del filme, que sabe mirar tan bien como hablar.
Los pasajes concernientes a la larga marcha hacia La Habana tienen un trasfondo más estratégico que estrictamente bélico y sirven para mostrar en clave naturalista la vida de los guerrilleros.
Soderbergh se sirve de la película colectiva para forjar un carácter individual sin caer en maniqueísmos.
Festival de Cannes 2008, Premio Mejor actor para Benicio del Toro.
El escritor Philippe Claudel, reivindicando su posicionamiento ante lo visual, encuentra lo mejor de sí mismo en la dirección de actores (de actrices en este caso.
Estamos ante la historia de un aprendizaje, el que lleva a cabo el personaje de Kristin Scott Thomas, Juliette, tras permanecer quince años en la cárcel por cometer un asesinato.
Lo que interesa a Claudel es, sobre todo, el proceso de reeducación anímica que se establece entre la protagonista y su joven hermana.
Scott Thomas demuestra que no es solo una presencia etérea, elegante y distinguida, tal como la vendieron en sus inicios en el cine británico.
Basta leer una hipnosis antes de verla para saber que estamos ante territorio conocido. Wesley (James McAvoy) es un oficinista aburrido con su vida, con ataques de ansiedad, sin una personalidad demasiado definida y con una novia que se folla a su mejor amigo.
De repente, una asociación de asesinos a sueldo le reclutan: es hijo de uno de sus miembros más queridos, ya muerto. A partir de ahí de todo un poco y nada sin demasiado sentido.
Sí, es como Matrix pero en otro contexto y con otras intenciones. Ante una película así mejor no hacerse muchos planteamientos sobre aquello que subyace bajo la trama.
Mike Leigh ha dejado de depender de las palabras para depender cada vez más de las imágenes, como muestra Happy, un cuento sobre la felicidad.
El universo de Leigh a menudo está a un solo paso del surrealismo, de cierto grado de anarquía. Pauline (Sally Hawkins) tiene los atributos de una sonámbula, si la comparamos con los personajes del cine comprometido.
Pauline va a lo suyo aunque no deje de ser consciente de la realidad. Sabe aceptar el mundo en su complejidad. Eso le permite sobrevivir.
La libertad que el director le dio a la actriz para enriquecer su personaje es la que ahora tenemos nosotros, los espectadores, para decidir cuál es el alcance de esta película. ¿Es una comedia? ¿Un drama leve? ¿O se trata de algo más?.
Festival de Berlín 2008, Premio Mejor actriz para Sally Hawkins. 2 Nominaciones a los Globos de Oro 2008 como mejor película (Comedia o Musical), mejor actriz de comedia o musical (Sally Hawkins).