Eliane Hernández Montejo – La República Cultural
Durante el siglo XIX los diferentes movimientos artísticos se sucedieron sin descanso y fueron muchos los pintores que evolucionaron y fluctuaron entre unos y otros, pero si hay un gran protagonista de este periodo, ese es, sin duda, el paisaje. Ya que hasta el romanticismo estaba considerado más bien un tema de segunda clase, un fondo necesario para acompañar a la verdadera composición, mientras que la pintura romántica pasaría a tratarlo como un género en sí mismo, aunque entendido como una forma más de expresar y captar emociones.
Por lo que serían los realistas los que acabarían por encumbrarlo del todo, con sus pinturas al aire libre. Técnica con la que continuarían los impresionistas, aunque para ellos lo más importante sería captar la luz y el instante, en lugar de imitar de manera fiel la naturaleza que están contemplando.
Por eso el paisaje es también el gran protagonista de la selección de 83 obras expuestas en Pioneros de la modernidad Siglos XIX y XX en la Colección Gerstenmaier, que supone un repaso de calidad de la pintura española desde el romanticismo hasta las vanguardias. En la que destacan los cuadros de Carlos de Haes, el primer catedrático de Paisaje en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y formador de los mejores paisajistas de la segunda mitad del siglo XIX, en los que se representan cada uno de los elementos del paisaje tal y como son, destacando sus características específicas.
Aureliano de Beruete, Martín Rico Ortega y Darío de Regoyos y Valdés, son algunos de los pintores que también forman parte de la muestra y cuyas obras son un claro ejemplo de la evolución de la pintura realista hacía otros de los movimientos protagonistas del final del siglo XIX. Así, en la segunda etapa de Beruete, sus pinceladas se vuelven más cercanas a la fluidez de los impresionistas y sus paisajes dejan de ser estáticos para estar en movimiento, si bien no puede ser considerado como un impresionista puro.
Por su parte Martín Rico Ortega parte de una clara influencia del romanticismo en sus primeras obras, para adentrarse en el realismo y evolucionar hacía pinturas más luminosas y muy cercanas al preciosismo de Mariano Fortuny, también presente en la exposición. Mientras que Darío de Regoyos y Valdés, aunque inicialmente fue alumno de Carlos de Haes, está considerado el único pintor impresionista español, y es también un claro exponente de la pintura simbolista mucho antes del verdadero estallido del simbolismo.
Cuadros de Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga, Raimundo de Madrazo o Pablo Picasso completan una muestra que es el fiel reflejo del camino recorrido por los pintores españoles desde la ruptura con el academicismo preexistente hasta la modernidad. Y en la que también está presente otro de los géneros más populares de la época: el retrato.