Julio Castro – La República Cultural
Una actriz decide encargar a un autor un texto dramático con un tema concreto, en el que enredará a otras dos compañeras, para ir poniendo en marcha aquello que el autor (supuesto director también, aunque no acuda a los ensayos). Poco a poco van desarrollando propuestas, aunque parece que el núcleo central sólo se encuentra en una escena, la despedida de la madre.
Se trata de una propuesta de Daniel Martos, en la que Alexandra Arnal, Frantxa Arraiza y Gloria Martín asumen el protagonismo de cada uno de los personajes, que parecen centrados en ellas mismas y que sugieren desarrollados desde su propio carácter. Hablan de una herencia intergeneracional que acaba afectando a tres niveles: uno que se dirige hacia sus madres, otro que se proyecta desde la maternidad, y un tercero que se dirige a ellas mismas, jugando con el lenguaje, con la forma de comunicarse, con la manera de abordar el teatro.
Dentro del argumento encontramos la función sanadora hacia quienes necesitan una despedida aclaratoria, pero también la del mero testimonio que supone el ser mujer, heredera de mujer y comunicadora de vivencias, o el deseo de transferir inquietudes a otras generaciones por medio del lenguaje y de los actos de tipo más intimista.
En el trabajo encontramos tragedia y comedia, a la vez que nos ofrecen formatos contemporáneos adornados con secuencias de textos clásicos, de manera que Gloria, que se dirige en su lengua hacia sus hijos, trae una Medea. Por su parte, Frantxa, heredera del lenguaje de su madre y de su abuela, sueña a través de su Julieta con el futuro de su carrera. Finalmente, Álex Arnal, que reivindica el derecho de no tener descendencia, ni parece hacer referencia a su ascendiente materno, trae el monólogo de Marco Antonio tras el asesinato de César.
Son tres visiones muy diversas que no quieren justificar ni posicionar, sino evidenciar la realidad de un concepto de comunicación en lenguajes comunes. No un lenguaje que comunique sólo dentro del escenario o de cada escena, sino que se produzca el coloquio entre actrices y entre personajes, proporcionando efecto de realismo al desarrollo y, sobre todo, que incluso después del final permita volver a comenzar.