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El tiempo congelado en una Vía muerta - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

El personaje de Carlos Olalla es una víctima de la guerra que, como muchas, huye a la búsqueda de refugio en otro lugar. Allí, una multitud hacinada en tierra de nadie, aguarda para poder traspasar la valla que les separa de un mundo que les prometieron que sería mejor. Mejor al menos que la muerte, el peligro, el lugar de donde vienen que antes fue su hogar, su trabajo y su vida. Él viene de un pueblo de donde su hijo ya partió hace tiempo, y sabe que vive bien en Alemania, pero una valla vigilada es el obstáculo para alcanzar ese espacio “seguro”, acotado y vigilado por la policía del “otro país”.

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El tiempo congelado en una Vía muerta

Vallas contra el refugio

Vía muerta
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Vía muerta

El descanso del guerrero (Guillermo Toledo) y la niña que todo lo pregunta (Elena Olivieri). Foto: Julio Castro.

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Vía muerta

Un refugiado (Carlos Olalla) con el clown de Pallasos en Rebeldía (Iván Prado). Foto: Julio Castro.

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DATOS RELACIONADOS

Autoría: Carlos Olalla
Dirección: Eva Egido Leiva
Intérpretes: Carlos Olalla, Elena Oliveri, Iván Prado, Guillermo Toledo
Diseño de iluminación: Rubén Vejabalbán
Diseño de escenografía: Rubén Vejabalbán
Diseño de vestuario: Blanca Paloma
Música original: Rubén Vejabalbán
Espacio sonoro: Rubén Vejabalbán
Fotografía: Mai Saki (narración fotográfica sobre lo que está pasando en Sid y Tovarnik, Presevo, Dimitrograv, Idomeni y Lesbos)
Diseño gráfico: Rubén Vejabalbán

Julio Castro – La República Cultural

El personaje de Carlos Olalla es una víctima de la guerra que, como muchas, huye a la búsqueda de refugio en otro lugar. Allí, una multitud hacinada en tierra de nadie, aguarda para poder traspasar la valla que les separa de un mundo que les prometieron que sería mejor. Mejor al menos que la muerte, el peligro, el lugar de donde vienen que antes fue su hogar, su trabajo y su vida. Él viene de un pueblo de donde su hijo ya partió hace tiempo, y sabe que vive bien en Alemania, pero una valla vigilada es el obstáculo para alcanzar ese espacio “seguro”, acotado y vigilado por la policía del “otro país”.

La nueva creación que puso en escena durante la muestra Surge Madrid 2018 la compañía Acciones Imaginarias a partir de un texto del propio Olalla, declara que “el teatro no puede permanecer impasible ante la deliberada política de olvido a la que las personas refugiadas son hoy sometidas”, y esta es precisamente la intención de la obra. La creación implica al público, jugando a una faceta del teatro participativo en el que se envuelve a los asistentes en la realidad que presencian más allá de la simple asistencia. Al mismo tiempo se aportan esbozos de realidad muy próximos a lo que ocurre en las fronteras de nuestra Unión Eurpea, de este mismo país, o de cualquiera en otras partes del mundo donde guerras creadas por terceros interesados acaban desplazando o aniquilando a buena parte de una población.

Tanto el teatro de Carlos Olalla como el de la compañía Acciones Imaginarias, que dirige Eva Egido Leiva, es un teatro político reivindicativo, con un fuerte carácter social, que se une de nuevo, tal y como hicieran en Photocall hace unos años, para denunciar realidades que tenemos, no sólo a las puertas de esta más o menos cómoda vida, sino en las propias pantallas de televisión cada día.

Hace más de tres años Carlos Olalla anunció que se “bajaba de las tablas”, denunciando la situación que se vive en el teatro o, mejor dicho, que no deja vivir del teatro: pasó de actuar en conocidas series a tener que pedir dinero a cambio de leer poemas en el metro, pero es que el teatro, además, sólo servía para arruinar a las personas que trabajan en él. Ahora regresa de la mano de una de las últimas compañías con las que estuvo en 2014 antes de dejarlo, pero con un texto propio a acusador del sistema político y para hacer despertar a la sociedad.

Al otro lado de la valla, un policía al que da vida Guillermo Toledo, paradojas del teatro, pero paradojas elegidas, porque encarna en escena una parte de lo peor de la situación, que es quienes, pese a cualquier duda, ejercen la violencia en una frontera, mientras su familia permanece a salvo en casa. Y en el centro de todo, entre la fuerza represora y los que buscan refugio, aparecerán otros dos personajes.

Además de la faceta participativa con el público, en esta propuesta practican el metateatro, donde interviene un miembro de Pallasos en Rebeldía. Es preciso recordar que la asociación se dedica a ir a llevar sus risas a campamentos de refugiados y a lugares en conflicto, pero también es importante que hace ocho años, Iván Prado, que encarna a este clown en el campamento de migrantes, y que también es director del Festiclown (uno de los festivales de clown más importantes de Europa), fue detenido, interrogado y expulsado de Israel por hacer su ejemplar trabajo para los niños refugiados palestinos.

Otro de los personajes que se encontrarán en medio de la represión será una niña, en este caso Elena Olivieri, que no duda en preguntar motivos y razones al policía, la que no duda en enfrentarse a él aunque le toque correr y pregunta “¿por qué hay tantos niños sin juguetes? ¿los encerráis así para salvarlos?”.

Hay un fuerte trabajo de provocación al público, pero también hay una respuesta del público en escena, que podría acabar convencido de que es preciso saltar la valla. Si el texto de Olalla es más poético, el de Toledo y Olivieri es mucho más directo, y eso supone que chirríe mucho más la confrontación a cada lado de esa frontera artificial, mientras los trenes pasan de largo o se dan la vuelta, porque el lugar es una Vía muerta, como también lo es la de quienes llegan hasta allí a cada lado. Sólo el clown podrá traspasarla, pero condicionalmente y con permisos. “Mañana no es más que lo que nos robaron ayer”, dice el personaje de Olalla en un mensaje más de falsa esperanza que de expectativas reales de futuro.

Podríamos decir que se trata también de un teatro documental, puesto que recoge experiencias de diferentes lugares para plasmarlas en un formato múltiple (participativo, metateatro…) que logrará, como mínimo, despertar las ideas acerca de que ocurre algo que no es correcto, pero también tratará de concienciar a la sociedad de que no es preciso asentir a todo y agachar la cabeza.

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Vía muerta es un montaje teatral que pretende traer la realidad de los refugiados al público de Madrid a través de una propuesta que convierte al espectador en un refugiado más. La obra denuncia la tragedia que las políticas migratorias de la UE están provocando. El teatro no puede permanecer impasible ante la deliberada política de olvido a la que las personas refugiadas son hoy sometidas.

Fecha: el Domingo 3 de junio de 2018

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Más información: Reservas:Tfno.: 91 539 57 67

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Fecha: el Domingo 3 de junio de 2018

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Más información: Reservas:Tfno.: 91 539 57 67

Fecha: el Sábado 2 de junio de 2018

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Más información: Reservas:Tfno.: 91 539 57 67

Fecha: el Viernes 1ro de junio de 2018

Horario: a las 20:00h

Lugar: Sala Mirador - c/ Doctor Fourquet, 31 -Lavapiés- (Madrid)

Más información: Reservas:Tfno.: 91 539 57 67

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