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La Semana Negra, un festival literario “raro” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Esta es mi tercera vez en la Semana Negra. Lo cierto es que he tenido que comprobarlo porque me daba la impresión de que llevo muchos años viniendo a este singularísimo encuentro literario. Me siento una veterana y no soy más que una primeriza. Lo que pasa es que Semana Negra te hace suya de tal manera que ya pareces formar parte de un engranaje que lleva en activo nada menos que 31 años.

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La Semana Negra, un festival literario “raro

Intenciones feministas y mucha reivindicación a la llegada del tren negro

Semana Negra de Gijón 2018
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Semana Negra de Gijón 2018

Varias protestas y una charanga reciben a los participantes que no dudaron en sumarse a sus reivindicaciones. Foto: Inma Luna.

Semana Negra de Gijón 2018
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Semana Negra de Gijón 2018

Ana Longoni, especialista en arte y política, en el tren negro. Foto: Inma Luna.

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Inma Luna – La República Cultural

Esta es mi tercera vez en la Semana Negra. Lo cierto es que he tenido que comprobarlo porque me daba la impresión de que llevo muchos años viniendo a este singularísimo encuentro literario. Me siento una veterana y no soy más que una primeriza. Lo que pasa es que Semana Negra te hace suya de tal manera que ya pareces formar parte de un engranaje que lleva en activo nada menos que 31 años.

Decía ayer su director, José Luis Paraja, que el adjetivo raro le viene al pelo a este festival en prácticamente todas sus acepciones. Sacando un papelito arrugado de su bolsillo durante la recepción oficial en el Ayuntamiento de Gijón, la identificó con las definiciones como “que es poco común o frecuente; que es escaso en su clase o especie; y que tiene un comportamiento extravagante o sorprendente, o poco común para lo que se considera habitual, natural o normal”.

Como veterana primeriza me encaminé junto a algunas personas que nunca habían estado en la Semana Negra de Gijón hacia los antiguos astilleros en los que tiene lugar el festival. Sabía el impacto que causa entrar en el recinto de un encuentro literario en el que lo primero que te asalta el olfato, lejos de ser la pólvora que impregna las páginas de las novelas policíacas, es el aroma de los chorizos a la brasa y, en lugar de escuchar estruendosas balaceras, lo que llega a tus oídos es la algarabía de la noria y los coches de choque. Disfruté viendo sus expresiones de desconcierto y entusiasmo. Y recordando mi primera vez hace ya… ¿solo tres años?

Me encanta este ambiente: los puestos ambulantes, una furgoneta que te promete poner fin a la calvicie, ofertas de doce pares de calcetines a 5€ y un sinfín de productos coloridos y sonoros, se dan la mano con la feria del libro (y sus libreros contentos porque han asfaltado el suelo y sus libros ya no muestran portadas polvorientas), las exposiciones de la Semana Negra y las carpas en las que escritores consagrados y nuevos talentos de la literatura mostrarán al público sus detectives, tramas, asesinatos, desapariciones y todo tipo de crímenes.

Este año la Semana Negra quiere que se note bien el tono violeta de sus nuevas gafas. No está mal. Está sucediendo, y se nota, en muchos espacios culturales. Por fin nos hemos parado a pensar y ya se nota cuando en una mesa no hay mujeres, en una expo no hay mujeres, en unos premios no hay mujeres, en un festival no hay mujeres. Así que aquí hay. Tampoco tantas, pero se esfuerzan en que se note, en que las fotos sean para ellas (para nosotras), en que se escuche su voz en los debates, en las ponencias… Bienvenida sea esa visibilización, justa y ganada, siempre que no se convierta en mero escaparate.

Así que también la mascota de la Semana Negra, un muñequito que hasta ahora se había llamado Rufo, se ha convertido este año en un estupenda Rufa con vestidito violeta. Vale.

Más interesante me parece Derrumbando estereotipos. La subjetividad femenina en el cómic, una propuesta que se presentan este año y que habla del trabajo de seis mujeres en un mundo que hasta ahora estaba dominado por el hacer y el imaginario masculino. Hablaremos en profundidad de este trabajo, de la exposición que incluye y de sus autoras en estos días.

El tren y la clase obrera

Cuentan los auténticos veteranos de Semana Negra que antes el tren negro era otra cosa. Hablamos de tiempos mejores en lo que se refiere a lo económico para este festival. Aunque he de reconocer que yo tenía en mi cabeza la imagen el Orient Express con su decadente y aterciopelada decoración, ya la primera vez que llegué a Chamartín pude comprobar que me había pasado de novelera. El tren era un tren, un tren como cualquier tren, que además hacía una parte del trayecto en dirección contraria a los asientos de los pasajeros, cosa que proporciona la extraña sensación de ir marcha atrás y penetrar de ese modo en un paisaje cada vez más verde y nuboso como si en realidad te estuvieras alejando de él.

Lo que sí se ha notado en estos tres años ha sido la merma de pasajeros. Ahora con un vagón vamos que chutamos. Bien es verdad que no todos los participantes parten de Madrid y muchos han llegado a Gijón en avión o por otros medios o lo hacen a lo largo de los 10 días que dura esta semana. El tren, con su pasaje a bordo, hace el largo y lento recorrido y lo ameniza con unas cuantas conferencias de prensa, aprovechando que tenemos a varios autores que tienen cosas que decir y que no tienen modo de escapar. Ángel de la Calle, director de contenidos de la Semana Negra y hombre entusiasta donde los haya, se va a ocupar de presentar a los tres autores y de que la prensa que dormita (dormitamos) en el vagón se espabile y se ponga (nos pongamos) a trabajar de inmediato.

La primera en hablarnos es una mujer argentina: Ana Longoni, una experta en arte, sobre todo en arte de acción y en su relación con la política. Va a presentar en Gijón su trabajo Oscar Masotta la teoría como acción. Todo lo que explica es muy interesante y da cuenta de lo rompedores que fueron algunos de estos artistas contemporáneos y experimentales y cómo sus trabajos tenían un trasfondo poderosamente revolucionario. Arte para inquietar, para remover, para generar preguntas y plantear polémicas.

Luego nos acerca el reconocido José Carlos Somoza a su nueva novela El origen del mal (Anangrama), con la que considera que de alguna manera regresa a sus “orígenes literarios, recuperando lo metaliterario de La caverna de las ideas” a mi juicio, su mejor libro “y las repercusiones de los hechos históricos”. Me interesa mucho una pregunta que se hace y se responde Somoza a sí mismo: “¿A quién le importa la vida de un hombre? A todas aquellas personas sobre las que sus actos tengan alguna repercusión”. Pues parece que ese es el tema subyacente de este nuevo trabajo del autor cubano. Y también lo es el racismo, un fenómeno que Somoza atribuye fundamentalmente a la “absoluta ignorancia”.

Antonio Mercero es un guionista de televisión que acaba de escribir su primera novela negra. En El final del hombre nos presenta a Sofía Luna, una detective transexual que se enfrenta a una sociedad marcada por el machismo. Mercero explica que le interesan mucho los personajes y los conflictos que existen entre ellos, pero que “el trasfondo de la novela es el machismo y cómo se comportan los hombres con las mujeres”. Ya ha terminado la segunda entrega que espera publicar, al igual que esta, en Anagrama y que contará con la misma protagonista.

Al llegar a Gijón, nos espera la fiesta y la reivindicación. Pancartas contra los desahucios, vivas a la lucha obrera y exigencia de salarios dignos de diversos colectivos son coreados por los manifestantes que reciben a quienes descendemos del tren negro. La charanga Ventolín apoya las protestas y celebra asimismo nuestra llegada.

Así es la Semana Negra, un lugar raro, un espacio en el que caben muchas cosas, algunas incómodas para el poder establecido, por eso en los últimos tiempos no ha sido sencillo de mantener. Pero siempre hay manos que empujan y mucha gente dispuesta a seguir defendiendo y reivindicando desde la literatura y desde la realidad.

Esto no ha hecho más que empezar y, aquejada de nuevo de la ucronía en la que me envuelve la Semana Negra, yo diría que llevo aquí al menos un mes.

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