Nota de prensa
¡Pasen y vean! ¡Pasen y admiren! ¡Música maestro! Tatararararara… Ante todos ustedes un caleidoscopio de ilusiones, un desfile de artistas sin precedentes: el Gran Alexander y su velocípedo de una sola rueda; Thomas Chipper, el mejor domador del mundo…
Ya me he lanzado otra vez, como en los viejos tiempos. Para serles sincero: ni Alexander, ni Chipper, ni leones del Serengueti o alrededores. Todo eso se acabó hace años. La vida es así. El circo fue así. Solo me queda el recuerdo incandescente, las historias que forman parte de esos recuerdos. Pero, un momento, ustedes están ahí y yo aquí. Y ahí está el músico ¿Tal vez podríamos contarles alguna de esas historias? ¿Qué les parece? ¿Sí? Pues dispónganse a escuchar algunas de las más increíbles historias del más increíble circo que haya existido jamás: ¡el único, el inigualable, Zootropus Cirkus!
Zootropus Cirkus no es ni pretende ser un espectáculo de circo al uso: no hay acróbatas, domadores, payasos, funambulistas, ni músicos… Un momento: músicos no hay, pero sí hay músico. Y también viejos sombreros, carteles, maletas, sillas, paraguas… objetos y recuerdos de aquel maravilloso, extraordinario e irrepetible Zootropus Cirkus. Y tenemos a su peculiar maestro de ceremonias, que tan solo necesita de unas cuantas pinceladas musicales de nuestro único músico para que se disponga a rememorar sus vivencias junto a los extraordinarios personajes circenses que conoció. Y también para que haga que esos viejos objetos que con tanto cariño conserva -sombreros, baúles, maletas, sillas, paraguas…- cobren vida de nuevo y se transformen en lo que otrora fueron: sillas rebeldes, paraguas mágicos… o fieros leones traídos del mismísimo Parque Nacional del Serengueti.