Julio Castro – La República Cultural
Dentro de sus procesos creativos digamos más personales o más individuales, Carmen Werner aprovecha para la exploración de sí misma, de sus procesos propios, a partir de los cuales vuelca el desarrollo de su trabajo en una exposición de imágenes que, probablemente, hablan de sí misma, de su forma de ver algo desde su filtro.
En este caso, acompañada de Roberto Torres, protagonizan un reencuentro, que es precisamente un reencuentro real en el que comparten escena y desarrollo, pero que también profundiza en el proceso del retorno de las personas. Desde esta perspectiva se trata de la mirada atrás, de vivir todo un pasado en un instante, trasladarlo al momento actual y valorar si las vidas comunes se retoman en el mismo punto, si puede encajar aquel entonces en el ahora, si cada cual tiene la capacidad de aceptar lo que en su tiempo era la manera de encontrarse.
Se trata de un interesantísimo trabajo donde coreógrafa y coreógrafo escogen sus momentos y lugares para mostrarse, y otros para compartir el espacio sobre el que desenvolverán su relato.
Reflexión personal y colectiva
Un antiguo tema que cantaba, Abbey Lincoln, Bing Cosby o Tom Waits, una letra de Yip Harburg, con música de Jay Gorney, abre la función y marca un reencuentro en el que, si trasladamos la idea de la canción, alguien reclama a otro el recuerdo de cuando fueron otros tiempos mejores. Lo cierto es que Brother, Can You Spare a Dime? es un tema triste, no sólo por la nostalgia, sino porque fue compuesto tras la gran crisis de 1929, y en ella su protagonista trata de conseguir un centavo de un antiguo amigo, recordando todo lo que fue y todo lo que hizo.
Se trata de una composición que quiso ser crítica en su época para llevar a la reflexión a un pueblo sacudido por el poder en sus miserias, pero en esta coreografía se mueve hacia lo personal, queriendo contar entre ambos protagonistas el recuerdo de similitudes, de la dificultad de reencontrarse físicamente cerca, y donde la conexión que resurge por lo ya vivido lleva a otros papeles no deseados.
Lugar del encuentro para la realidad de la mujer y su lugar
Es bastante habitual que Carmen Werner, especialmente en sus solos o en sus propuestas más reducidas, incluya referencias no sólo al espacio personal, sino al espacio de mujer. Lo vimos recientemente en De parte de ella, pero también en otras coreografías, donde implícita o explícitamente se deduce la importancia de tratar acerca de los procesos vitales, que están más allá de la escena, y que dentro de la sociedad implican necesariamente a la mujer, incluso cuando no se muestra o se ignora.
La exhibición personal y el espacio común
En esta ocasión nos sitúa en un espacio compartido, donde los solos se compaginan con los pasos a dos, pero donde también el movimiento de una y otro tienen su relación y su independencia.
Parece que el desarrollo se confunde entre el espacio compartido y el duelo de la realización individual, en momentos que parecen tender a la fusión, pero que finalmente provocarán la ruptura.
Los espacios de encuentro que producen ruidos ajenos
Hay movimientos comunes, momentos de control como con hilos de marionetas, lugares para compartir un vino. Y un mar de burbujas sirve para el encuentro intermedio entre ambos protagonistas, que tratarán de completar la unión del reencuentro, aunque pronto veremos que no existe tal punto medio en la relación. A partir de aquí, la reiteración de las acciones y movimientos van aclarando la descripción del quién es quién, y de cómo se produce un intento de imposición y a la vez de menosprecio que, afortunadamente, sólo puede terminar en el rechazo.
También en esta ocasión se genera el momento de humor, pero con un trasfondo de amarga ironía, que esconde tras de sí un desprecio hacia las mujeres que no siempre acaba como debe en la sociedad, pero que muestra un camino a seguir para una valoración propia frente a la imposición de roles de sumisión. Seguramente, muy acorde al tema musical de arranque de la pieza, que lejos de pretender tristeza o conformismo quiso ser crítico y abrir los ojos a una sociedad sometida a un sistema que los estaba devastando.