Manuel López – La República Cultural
Creo que a estas alturas todos conocemos a Banksy. Bueno, no conocerle en el sentido estricto, ya que seguimos sin saber quién (o quiénes) se esconden tras ese seudónimo, pero sí asociamos ese nombre a un estilo artístico urbano, callejero y crítico muy definido y famoso por lo impactante de sus escasas apariciones.
Para el mundo del arte saltó a la palestra cuando en 2005 acudió a Palestina para realizar una serie de intervenciones muy críticas sobre el muro de Gaza y sus alrededores. Aunque para la mayoría de la gente su nombre empezó a sonar en 2010 con un documental dirigido por él mismo sobre Mr. Brainwash y la falsedad del arte urbano, Exit through the gift shop fue un éxito de público y crítica (no en vano fue candidata al Oscar como mejor documental). Desde entonces cualquier obra suya ha sido noticia: su intervención diaria durante un mes en Nueva York, su parque de atracciones Dismaland, su hotel frente al muro de Gaza o su reciente auto-destrucción de obra durante una subasta.
Ahora llega a Madrid una de las exposiciones más completas e interesantes de la obra del artista, no en vano podremos ver más de 70 obras originales, desde plantillas (“stencils”), serigrafías o incluso trozo de muros intervenidos. Sin duda una de las exposiciones más completas que, sin ser una retrospectiva, sí permite que nos asomemos y veamos claramente una evolución, desde pequeñas intervenciones, a críticas sociales duras y bien construidas.
El espacio utilizado está perfectamente preparado para una colección de esta magnitud, el nuevo Espacio 5.1 de IFEMA con una iluminación detallada y una estética entre museo y callejero, nos permite ir introduciéndonos de manera independiente en cada una de las obras. Éstas, extraídas de la colaboración entre Lilley Fine Art y Contemporary Art Trade Gallery también nos trae anécdotas del artista y su faceta altruista, fotografías y otros medios audiovisuales para acercar a los más despistados el fenómeno Banksy.
Por suerte (o por desgracia) esta exposición viene cargada de polémica. Sólo exhibida por ahora en Moscú y San Petersburgo, fue duramente criticada en las redes por el artista, al no ser una muestra autorizada y por pedir a la gente que pagase por verla, ya que sus exposiciones siempre han tenido un coste realmente bajo (tres libras por entrar en Dismaland) o han sido gratuitas. Esta faceta reivindicativa peca un poco de hipócrita, ya que muchas de las obras que están expuestas son serigrafías numeradas y firmadas por él y, por tanto, vendidas. Está claro que el artista quiere sacar rentabilidad de su obra, pero antes de empezar él a pintar la reventa, la especulación y el mercadeo del arte existía, por lo que comercializar sus obras ya abría la puerta a este tipo de actuaciones.
Sea como sea tenemos en Madrid una de las exposiciones de arte urbano más importantes que podemos encontrar en la escena internacional y una oportunidad única de opinar si Banksy es un genio o un provocador.