Alberto García-Teresa – La República Cultural
Un ejercicio de contemplación es el que lleva a cabo Viviana Paletta en las páginas de este poemario. La escritora observa el mundo y halla pautas para trascenderlo, aunque en dicho ejercicio no está eximido lo cotidiano. Abundan, de hecho, las referencias al entorno urbano y a lo sencillo. Paletta salpica con sugerentes imágenes sus versos y despliega metáforas que redimensionan la realidad.
La autora busca la aprehensión sensorial del entorno, hasta el punto de que la voz poética se disuelve en el paisaje. En especial, los elementos atmosféricos construyen ambientes significativos en estos textos. A través de ello, Viviana Paletta consigue ceder un gran espacio para la sugerencia, que completará el lector. En ese sentido, los poemas arrancan con una especie de in media res e irrumpen como fogonazos o iluminaciones. Así, Arquitecturas fugaces está construido con piezas pequeñas (salvo unas pocas excepciones) compuestas, a su vez, por oraciones breves, que contienen un único sintagma en numerosas ocasiones.
Por otro lado, la memoria y los muertos tienen mucha presencia. Sin embargo, no hay singularidad en los seres humanos que aparecen, ya que se encuentran marcados únicamente por los pronombres (el yo y el tú, básicamente). Con todo, Paletta realiza una reivindicación del cuerpo, del contacto, de la materialidad de la constatación de la vida. De esta manera, Arquitecturas fugaces termina siendo también un canto humanista.