Julio Castro – La República Cultural
Ha elegido un tema, ha seleccionado un formato y también la música que va a conducir sus funciones. Desde hace unos meses, Gloria Albalate viene trabajando en locales de música y copas, pero también en teatros, con su espectáculo Putas (rancheras). No se trata de ponerle un título grosero, es que va de putas, de una, de todas, de lo que para las mujeres significa ese mundo, a merced de quienes opinan (opinamos) y, sin duda, de quienes hacen uso y abuso de cualquier mujer.
La voz y el humor
Lo que ocurre es que Gloria utiliza un humor ácido, bestia, lo hace con su lenguaje, con su cuerpo, con la música y con su voz, porque su voz es muy bestia, tremendamente bestia (si la conocen o si acuden a escucharla lo comprobarán).
La delicadeza de Gloria Albalate discurre por otros caminos, en detalles mínimos de sus diversos trabajos, en la manera de establecer sus puentes de relación con quienes están en el escenario, con el tema que se trata, con el propio público en este caso, porque se dirige frontalmente a él, a ellas y a ellos. Más Paquita la del Barrio que Chavela o la Pradera, porque su estilo en general es más divertido que nostálgico, logra construir un recorrido interesante y fluido al que añade sus propias improvisaciones cuando se presta a ello, porque le va en el carácter.
Un nuevo cuplé
El formato utilizado podría tomarse por un cabaret, aunque a mí me conduce más al cuplé, al de cualquiera de aquellas geniales actrices cantantes de del siglo pasado que, por medio de su trabajo, introducían la denuncia y la crítica que los hombres (en su mayoría o exclusividad) asistentes a los locales, tuvieran que tragar con lo que se contaba y se cantaba. El contenido se adapta perfectamente a la idea de lo sicalíptico, que tomó un significado diferente en nuestro cuplé hispano, pero se le da una dimensión diferente a raíz del contenido y del protagonismo de la actriz y cantante.
Más allá del contenido de fondo, el humor sirve de hilo conductor para un formato musical excelente (con los medios con los que se cuenta en pequeños locales) acompañada al piano por Melina Liapi y a la trompeta y la guitarra por Álex Tatnell ofrecen un gran concierto, donde la protagonista es obviamente la voz de su protagonista. A cargo de la dirección esta propuesta cuenta con Jorge Gonzalo.
Personajes que denuncian
Me encuentro con Gloria cada cierto tiempo en diversas obras de teatro desde hace años y, curiosamente, coincide que en sus trabajos el papel de las mujeres a las que da vida tienen algún tipo de sentido y orientación hacia la defensa de género, ya sea en el más reciente, A la Gloria de Lavapiés, de Angie Martín, dirigido por Fernando Roca Andreu, dedicado a Gloria Fuertes e inspirado en su vida y textos, en el Hamlet no es un héroe de Rocío Bello de hace unos años, dirigido por Noé Denia, e incluso en el texto de Orton, El rufián en la escalera, que también dirigió Noé Denia hace tiempo. Ignoro si en esas ocasiones la coincidencia es casual o buscada, pero lo cierto es que cualquiera de ellas conduce a una intencionalidad que ahora es tangible.
Encuentro que el espectáculo de Gloria está más repleto de mujeres que de hombres. La mayoría de ellas, diría yo, de mediana edad, y me parece estupendo por una parte, porque se genera un ambiente muy peculiar entre el público que a veces grita y anima, pero también me parece que mucho varón cree que no tiene nada que compartir (y, claro, que aprender) pero a veces el público se sesga erróneamente y eso acaba derivando en el éxito de un trabajo por las vías que no se esperaba. No es un espectáculo dirigido a un género, sino creado con intención, con humor y con el carácter irónico de su conductora.
Aunque ya hace sus propias indicaciones al respecto a lo largo de la puesta en escena, no se limita a desarrollar un formato educativo/pedagógico, sino que expone un argumento de la vida y situación de su personaje, que irá introduciendo temas musicales en forma de ranchera: el trabajo principal reside en saber mirar lo que se ve, en internalizar la crítica y en generar el debate.