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Catalán en castellano, sigue recibiendo elogios de la crítica musical - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Uno se alegra de que la obra humilde pero exigente tenga una razonable difusión y reconocimiento. Es el caso del disco recientemente presentado, "Catalán en castellano", que, producido por José María Alfaya y cantado por una diversa cohorte de cómplices de toda edad, sexo y condición, está siendo distribuido por Ediciones de La Discreta y por el propio productor cuando tiene público asistente a sus actuaciones. El disco ha gustado a los amigos, que no es poco y, lo que es mejor, algunos comentaristas que buscan productos no convencionales, se han hecho eco de su existencia. Es el caso de José Miguel López, en Discópolis, de Radio 3 o el más reciente, César Prieto, en la revista digital EFEEME. Por el interés y luminosidad del comentario, que vá más allá de lo puramente musical y termina siendo un recuerdo casi de memoria histórica de unas canciones, un tiempo y un país, ofrecemos el enlace correspondiente. Felicitaciones a todos los que se han encontrado disfrutando con la grabación y/o con la audición de este disco travieso, de este capricho al margen del mercado, de este regalo que se han hecho y que nos ofrecen compartir.

Catalán en castellano, sigue recibiendo elogios de la crítica musical

El disco de José María Alfaya fue presentado en enero en el Círculo de Bellas Artes y en el café concierto La Fídula

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José María Alfaya durante la presentación de su último disco "Catalán en castellano", junto con Jesús Marco y Cristina García (también participantes en el álbum), en el Círculo de Bellas Artes.
Foto: Julio Castro.

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José María Alfaya durante la presentación de su último disco "Catalán en castellano", junto con Jesús Marco y Cristina García (también participantes en el álbum), en el Círculo de Bellas Artes.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Uno se alegra de que la obra humilde pero exigente tenga una razonable difusión y reconocimiento. Es el caso del disco recientemente presentado, "Catalán en castellano", que, producido por José María Alfaya y cantado por una diversa cohorte de cómplices de toda edad, sexo y condición, está siendo distribuido por Ediciones de La Discreta y por el propio productor cuando tiene público asistente a sus actuaciones.

El disco ha gustado a los amigos, que no es poco y, lo que es mejor, algunos comentaristas que buscan productos no convencionales, se han hecho eco de su existencia. Es el caso de José Miguel López, en Discópolis, de Radio 3 o el más reciente, César Prieto, en la revista digital EFEEME. Por el interés y luminosidad del comentario, que vá más allá de lo puramente musical y termina siendo un recuerdo casi de memoria histórica de unas canciones, un tiempo y un país, ofrecemos el enlace correspondiente. Felicitaciones a todos los que se han encontrado disfrutando con la grabación y/o con la audición de este disco travieso, de este capricho al margen del mercado, de este regalo que se han hecho y que nos ofrecen compartir.

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César Prieto - EFEEME

Nos ha sorprendido la casualidad, esa que llega en forma de sobre y que nos ha enfrentado a algo que ya creíamos irremediablemente perdido. Resulta que el cronista disfruta sobremanera con esas historias que en la Transición se escondían en callejones libertarios, burlas ácratas al sistema desde la inteligencia, descargas de sarcasmo en que se atacaba a los fallos de seguridad de la joven democracia sin pretender dinamitarla. Al contrario, esos ejercicios de nihilismo y “burlesque” eran el argumento más preciso para defender lo que, escasamente, habíamos ganado. Chicho Sánchez Ferlosio, Javier Krahe, parte de la Nova Cançó trataban de encajar una irreverencia que completaba el sistema.

El caso es que el cronista disfrutaba de ello desde la distancia. Ya no es posible algo de este calibre, pensaba. Y eso seguía pensando cuando recibió el sobre de La Discreta. La Discreta es una coqueta editorial que vive esencialmente de suscripciones, edita maravillosos libros que acuden a casa directamente. Y en medio de ellos a veces incluyen discos que tiran hacia el lado más culto y selecto. Menos éste.

El cronista entra en contacto con la editorial para ver de dónde se escancia tan sublime maravilla, y se entera de que uno de los hacedores de la editorial fue factótum también de algo que se llamó Taller de Reinsertables –quería recordar al Taller Canario del que surgió Pedro Guerra– y que duró una década. Y que tuvo contacto tangencialmente con Luis Pastor, Pepín Tre, Elisa Serna, Moncho Alpuente y en esencia con la mejor tradición satirica española, esa que recorre desde Jardiel, Mihura y La Codorniz hasta las murgas gaditanas o la revista. A ello se une una querencia por actos organizados desde la izquierda y sobre todo –parece ser su punto álgido– la solidaridad con los trabajadores de SINTEL. Sus feudos eran salas como Galileo o Clamores y su sistema de actuación deslumbrante de sencillo. José María Alfaya se presentaba como “cantautor de guardia” y era interrumpido en plena actuación por unos indigentes que imploraban por caridad un hueco para cantar, a partir de ahí llegaban algunas canciones emblemáticas –“Canción de los indigentes cantautores protestones”, verbigracia– y una fiesta en toda regla en la que podía suceder de todo.

Contaron con una media docena de letristas y entre ellos un funcionario de juzgado que guardaba decenas de letras –a la manera de Brassens o de Javier Krahe, véase si no “¡Ay Isabel!”– en un cajón. Éstas llegaron por un casual a manos de Alfaya, quien se apresuró a ponerles sentimiento. Letras con esa manera hispana de ser cruel y tierno a la vez: poetas de escaso recorrido a ritmo de fanfarria, compradores en centros comerciales, sablistas de espíritu aristocrático, travestis comprensivos, maridos afectados de oligospermia,…
Ha de quedar claro que el disco de José María Catalán no es un disco del Taller de Reinsertables, es ni más ni menos que un capricho. El Taller murió donde debía, en los escenarios. Se cuidan las versiones, se recoge a grupos de amigos para cantar y se capta un espíritu pero no es posible ver el carácter militante y travieso de las actuaciones. Aparte de ello, las canciones son un compendio de la alegría con que se enfrentaban a lo que no era más que una afición. La chirigota gaditana con la que entraban los indigentes, la pereza –a la manera del Chicho de “Hoy no me levanto yo” se presenta “Mañana” en forma de tango–, los tres Reinsertables presentes en el disco a ritmo de cha-cha-chá . Los perfiles se voltean, se anclan en géneros populares y se convierten en esperpento.

Pero al mismo tiempo, Catalán y Alfaya se deslizan entre paisajes de belleza clásica. “Ese maldito veneno” es como si las Vainica de “Cartas de amor” se hubieran juntado con Hilario Camacho, “Lugares comunes” es escuchar –¡cuánto tiempo hacía que no se la tomaba como referente!– a Cecilia. Y sobre todo “A tu tristeza”, vestido canónico de bolero para un desarrollo melódico lleno de sequedad anímica y de colores. La forma más directa de comprarlo es en esta web.

Y esmérense en la compra. De aquí a diez años es el disco que todo el mundo va a querer y que apenas nadie tendrá.

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