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ISSN 2174 - 4092

Duplicity, cine de metacrilato - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Ben Stiller se tomó a guasa -y se divirtió de lo lindo parodiándola- toda la producción cinematográfica realizada sobre la guerra del Vietnam en la desternillante “Tropic Thunder”. Ya antes, él y sus muchos amigos actores y productores echaron unas risas y crearon, en “Zoolander” (2001), un circo sobre el mundo de la moda, los desfiles y toda la parafernalia que le es habitual. Dispongo que en un tiempo no muy lejano le de a Stiller por montar otro número circense de choteo extremo sobre el espionaje y sus variantes, tanta es la producción, tantos los motivos, tantas las formas y maneras. Y una de ellas, si bien menos explotada en las salas de proyección, es la del espionaje industrial, que parece estar ocupando, resultado quizás de la crisis económica mundial, el lugar de importancia de su maestro, el espionaje político entre estados. No ha llegado, aún, a ser un tema trillado en la cinematografía de Hollywood, aunque tal vez se hayan descubierto las fuentes de un Nilo de moda que nos avasalle con visionarios mil, teniendo en cuenta que el tema da para un infinito arte conceptual.

Duplicity, cine de metacrilato

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Cartel de la película de Tony Gilroy "Duplicity".

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Una imagen de la película de Tony Gilroy "Duplicity".

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DATOS RELACIONADOS

Título original: Duplicity
Director: Tony Gilroy
Intérpretes: Clive Owen, Julia Roberts, Carrie Preston, Paul Giamatti, Tom Wilkinson, Dan Daily
Guión: Tony Gilroy
Fotografía: Robert Elswit
Música: James Newton Howard
Año: 2009
Duración: 125’
País: Estados Unidos
Productora: Universal Pictures / Relativity Media
Web oficial: http://www.duplicity-lapelicul...

Blanca Vázquez - La República Cultural

Ben Stiller se tomó a guasa -y se divirtió de lo lindo parodiándola- toda la producción cinematográfica realizada sobre la guerra del Vietnam en la desternillante “Tropic Thunder”. Ya antes, él y sus muchos amigos actores y productores echaron unas risas y crearon, en “Zoolander” (2001), un circo sobre el mundo de la moda, los desfiles y toda la parafernalia que le es habitual. Dispongo que en un tiempo no muy lejano le de a Stiller por montar otro número circense de choteo extremo sobre el espionaje y sus variantes, tanta es la producción, tantos los motivos, tantas las formas y maneras. Y una de ellas, si bien menos explotada en las salas de proyección, es la del espionaje industrial, que parece estar ocupando, resultado quizás de la crisis económica mundial, el lugar de importancia de su maestro, el espionaje político entre estados. No ha llegado, aún, a ser un tema trillado en la cinematografía de Hollywood, aunque tal vez se hayan descubierto las fuentes de un Nilo de moda que nos avasalle con visionarios mil, teniendo en cuenta que el tema da para un infinito arte conceptual.

Al modo que sentenciaban -"la corrupción es la que gobierna el mundo"- los tiburones de gabinete en “Syriana”, Stephen Gaghan, 2005, podríamos decir que el mundo empresarial es el que maneja los finos hilos de este sistema económico mundial, y por tanto, también es el que gobierna el mundo. Tanto así que los políticos están a su servicio; tanto así, insinúa Tony Gilroy en Duplicity, que como los grandes nombres (no confundir con grandes hombres) de la política mundial acaban por cruzar la frontera al mundo empresarial, (cuando no chupan de ambos al mismo tiempo), con lo que su economía privada y personal (que no la del país) va a verse aumentada en muchos ceros, ¿por qué no habrían de hacer lo mismo expertos espías que estuvieron al servicio de gobiernos (algunos con doble juego) y pasarse al espionaje entre empresas, (también con doble juego), si pagan el doble o triple?. Claire y Ray no lo dudan mucho. Ex agente de la CIA, y ex agente del MI6, forman una pareja atípica que se alimenta prácticamente de desconfianza. Ganan dinero, no hay duda, pero distorsionan todo lo que tocan con su juego de verdades y mentiras. De esto se compone esencialmente un guión que hubiera podido dar lugar a una más que interesante película. El cineasta neoyorquino Gilroy acomete una labor que filtra humedades por todas las esquinas, preguntándonos como espectadores que supimos apreciar las superficies rugosas y oscuras de su anterior trabajo, “Michael Clayton”, 2007, también centrado en arquitecturas empresariales, que vaivenes hacen oscilar tanto a este director, guionista de la saga Bourne, que también resbaló con “Prueba de vida”, 2000.

Sea quizá la frialdad que Gilroy ha estampado a Duplicity ; la elección de actores principales, de los secundarios poco hay que objetar, con una evidente falta de química entre Julia Roberts (Claire) y Clive Owen (Ray); la mala utilización de constantes flash-back (atrás-adelante) que más que sorprender, lo que consiguen es aburrir y entorpecer el desarrollo de la historia; los continuos viajes que dan la impresión de inmovilidad; el tic del champagne; o a saber si la resolución final de un Santo Grial de la cosmética, que más bien pareciera un guiño de Stiller, el caso es que como con la mesa (diseño-superlativo) del mandamás de Burkett & Randle, este filme solo se sostiene por una de las patas laterales, la del grupo de secundarios y cierta manufactura urbana y rituales audiovisuales de despliegue de pantallas. Sin olvidarnos del curioso menú referente a los métodos de espionaje entre empresas (a fe todas ciertas según las informaciones puntuales aparecidazas en prensa sobre el tema), en el que estos variopintos secundarios (entre los que se encuentra Tom McCarthy el director de la esplendida “The Visitor”, además de Tom Wilkinson y Paul Giamatti) mantienen la energía que les falta a las estrellas.

Julia Roberts es una actriz que va perdiendo naturalidad a medida que gana años, quedando patente que servirá muy bien a papeles de Primera Dama, y poco más. Una pena, pues algunos de sus trabajos pasados demostraron cierta ductilidad. En cuanto a Clive Owen, no consigue fabricar el carisma de un Cloony, Penn, Pitt, Damon, Law, Hoffman…aunque lo intente arduamente. Su próximo estreno, “The International” como agente de la Interpol, además de rodearse de una pareja más elástica, Naomi Watts, aborda también un tema muy en boga, la banca y sus chanchullos. Esperemos que se mantenga más despierto que en esta duplicidad empresarial.

Una cinta en todo caso más para el mercadillo de consumibles en deuvedé y televisiones de marcado carácter empresarial.

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