La República Cultural
Adaptación de una novela de Robert Parker, la segunda película de Ed Harris como director supone un acercamiento al género del western muy personal y cuyo interés, enorme, se encuentra más en aquello que propone que en su relación con el género al que pertenece. Estamos ante una película extraña. Ningún personaje está confeccionado de manera férrea. Varían sus reacciones, hacen lo inesperado, sus actos llegan a sorprender en más de un momento.
No hablan más que lo necesario, tampoco llegan a ser del todo lo que parecen. Appaloosa podría servir de buen ejercicio para hablar sobre ella como una parábola sobre ciertas acciones bélicas.
Una sátira en favor de la dignidad y en contra de la desigualdad social, con la gastronomía como hilo conductor, es el trasfondo de Estómago, cuyo protagonista, Joao Miguel, ha sido distinguido, en la 53 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), con el premio al mejor actor compartido con el español Unax Ugalde.
Raimundo Nonato llega a la gran ciudad con la esperanza de conseguir una vida que le permita, en el mismo día, comer y cenar. Consigue trabajo en un bar y allí descubre su talento innato para la cocina y, con sus coxinhas, transforma el lugar en un local de éxito. Así se inicia para Nonato el descubrimiento de la cocina italiana, de las recetas, los sabores y, cómo no, del vino.
El cineasta griego Yanni Smaragdis ha presentado en las salas El Greco, con la aportación de subvenciones del entramado cultural griego y español, y ha entrado cámara en mano en el manierismo y evolución artística de nuestro Greco.
La atmósfera es lo mejor trabajado (junto a la labor de los actores principales) por Smaragdis en una película bastante clasicista, aunque no carente de interés, inundada de miradas pasionales.
Este pintor de Dios, como gustaba la iglesia de llamarle por su general temática religiosa, llenaba su espacio de contrastes, y provocaba (en algunas almas) auténticas y sinuosas contradicciones de amor-odio. Una de ellas es la relación con el cardenal y gran inquisidor Fernando Niño de Guevara.
Otra razón para verla es la banda sonora compuesta por Vangelis, otro griego genial.
Enmarcada en elementos estéticos muy costumbristas, La buena nueva reposa su mirada histórica en un hermoso pueblo navarro, colindante con Álava, Alsasua (Altsasu). Rodeada de colinas, montes y bosques (Aralar, Andía, Urbasa, Aratz…) es un lugar paradisíaco para perderse y perder cuerpos, y donde, apuntan las crónicas, existía una mayor densidad de clérigos por número de habitantes que en el resto del país.
Nos hallamos ante un film muy emotivo, especialmente para los espectadores de Navarra y Álava, donde las salas dejaron escapar más de un lloro que mucho tendría de personal recuerdo.
Con una hermosa fotografía de Gonzalo F. Berridi, (con escenarios de Leitza, localidad cercana) la realizadora ha cuidado hasta el mínimo detalle, que hace verdadero el viaje en el tiempo, y nos coloca en una visceralidad que siempre ha estado ahí.
Premio Mejor actor (Unax Ugalde), en el Festival de Valladolid 2008, Seminci.