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Pirineos Sur: el mundo musical y la magia del entorno - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Una experiencia de 15 años en la organización de un evento tendría que dejar un poso de saber hacer, como también podría haber convertido a sus responsables en unos “encumbrados en la parra” a causa del éxito. Es gratificante observar que en el Festival Pirineos Sur, la experiencia sí que es un grado, junto con la ilusión de la creación de este festival, de su mantenimiento, de querer hacer llegar a la gente cosas nuevas, más allá del beneficio económico o del reconocimiento personal. Por eso, el paso por Lanuza y Sallent, por el valle del Tena, al borde del río Gállego, al norte de Huesca, que es Sur de Pirineos, ha sido una experiencia con dos partes calificables: la de la experiencia musical y la de la experiencia humana.

Pirineos Sur: el mundo musical y la magia del entorno

Cheb I Sabbah y Asian Dub Foundation llevaron el sábado sus propuestas de los ríos del Ganges y el Támesis, al escenario flotante

Cheb I Sabbah
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Cheb I Sabbah

Cheb I Sabbah. Foto: Julio Castro.

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Cheb I Sabbah. Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

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Una experiencia de 15 años en la organización de un evento tendría que dejar un poso de saber hacer, como también podría haber convertido a sus responsables en unos “encumbrados en la parra” a causa del éxito. Es gratificante observar que en el Festival Pirineos Sur, la experiencia sí que es un grado, junto con la ilusión de la creación de este festival, de su mantenimiento, de querer hacer llegar a la gente cosas nuevas, más allá del beneficio económico o del reconocimiento personal.

Por eso, el paso por Lanuza y Sallent, por el valle del Tena, al borde del río Gállego, al norte de Huesca, que es Sur de Pirineos, ha sido una experiencia con dos partes calificables: la de la experiencia musical y la de la experiencia humana.

En el plano musical, poco puede decirse de la calidad del festival, porque si tras 15 ediciones esta hubiese sido mala o mediocre, el reflejo de la misma sería el desastre de público o la apatía de los asistentes. Lo más indicativo es que, si este primer fin de semana, desde el jueves 12 hasta el domingo 15 de julio, por la experiencia de los organizadores debiera ser la floja, con medio aforo o poco más, la eclosión del festival se demuestra en un lleno a desbordar el sábado, que saltó todos los cálculos y saturó las carreteras y las dos localidades colindantes del embalse de Lanuza.

Si para muchos el signo de un evento se mide por la afluencia de público, está claro que esto es un éxito enorme, tanto que muchos tuvimos que caminar más de media hora para alcanzar el escenario desde Sallent, dado que la gran cantidad de vehículos hubiese imposibilitado llegar en toda aquella noche. Así que, en fila por la carreterita del embalse (con coches aparcados a ambos lados de la vía cortada ya desde más de una hora antes del inicio), fuimos acercándonos los rezagados al evento del sábado.

Mientras la noche anterior fue más tranquila, esta prometía ser movida, con ritmos más electrónicos por parte de Cheb I Sabbah, con sonidos y montaje que montaba lo electrónico sobre una percusión, todo ello aderezado con unas imágenes envolventes de video en dos pantallas de proyección, que unían el cambio de colores y tonos a las modificaciones de sonidos y ritmos. Particularmente, no siendo una música de mi preferencia, no deja de parecerme que hace algo innovador en su clase, con el atractivo del conjunto tal y como lo presentan. La cuestión es que Cheb I Sabbah no es un novato y, no teniendo mucho que demostrar en su campo, no se le puede calificar de simple DJ, porque introduce tal cantidad de variables que trascienden el estilo musical para recalar más en lo étnico que marca su mezcla de orígenes y fuentes.

La segunda opción, más cercana a pesar de sus raíces asiáticas, fue el conjunto de Asian Dub Foundation, que ha difundido sus temas durante más de una década con el consiguiente éxito. Con salir a tocar pusieron al graderío en pie, a rebosar de gente que, en un momento dado de la sesión, decidieron saltar al agua ante el escenario, tras una mínima invitación de los músicos a “seguirles”. Cuando parecía acabar, la actuación se prolongó bastante más, mientras una interminable cola de gente aguardaba a que se abriesen las puertas al final del concierto para participar en la fiesta. Músicos y organización hubieron de salir escoltados por una ambulancia que les iba abriendo camino, ya que de otra manera era imposible acabar la noche.

Cuando digo que si el éxito se mide por afluencia de público, este festival ya lo ha rebasado, quiero señalar que el éxito de público no lo es todo, por eso le auguro larga vida tras estas primeras 16 entregas, siempre que se mantenga el espíritu de lo innovador, pero también de la amplitud de miras en los estilos, que permiten que asista todo tipo de público en un momento u otro del festival, y en cualquiera de ellos a los amantes y los inquietos de la música.

El entorno de los conciertos es un plus que añade sus pases mágicos a las actuaciones, ya que en ningún momento deja de ser consciente el espectador, de estar al borde de un embalse, en un paraje de gran belleza y rodeado de montañas.

La clave del éxito, desde mi punto de vista, reside en todo ello: en que la inquietud y el interés personales se trasladan al trato que dispensa la propia organización, y que hace que miles de personas vayamos a una isla en un entorno tan incomparable para conocer nuevas propuestas que ponen a nuestro alcance.

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