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Arranca la abrumadora oferta del Mercat de Música Viva de Vic en 2009 - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Tal y como es de suponer, el Mercat de Música Viva de Vic es una paranoia musical de cuatro días, en la que puedes dedicarte a desayunar, comer y cenar sonidos de todo tipo a lo largo de toda la pequeña ciudad barcelonesa. Da igual la dedicación y el empeño que le pongas, porque siempre te perderás algo (bastante), pero la idea es que tengas la capacidad de poder hacerte pequeños o grandes recorridos de conciertos cada noche, y que siempre puedas ir de una demostración a otra sin perder tiempo. Desde los stands del Mercat, situados en el pabellón de El Sucre, se inicia una actividad de difusión que vuelca sus experiencias de tres maneras diferentes

Arranca la abrumadora oferta del Mercat de Música Viva de Vic en 2009

Primera sesión de eventos musicales en el municipio catalán

Lola Bou
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Lola Bou

Foto: Julio Castro.

David Carabén
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David Carabén

Vocalista y guitarra del grupo Mishima.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Tal y como es de suponer, el Mercat de Música Viva de Vic es una paranoia musical de cuatro días, en la que puedes dedicarte a desayunar, comer y cenar sonidos de todo tipo a lo largo de toda la pequeña ciudad barcelonesa. Da igual la dedicación y el empeño que le pongas, porque siempre te perderás algo (bastante), pero la idea es que tengas la capacidad de poder hacerte pequeños o grandes recorridos de conciertos cada noche, y que siempre puedas ir de una demostración a otra sin perder tiempo.

Desde los stands del Mercat, situados en el pabellón de El Sucre, se inicia una actividad de difusión que vuelca sus experiencias de tres maneras diferentes:

  • La primera mediante la información directa a profesionales y público que acude a conocer los diferentes productos que se presentan. Pensemos que va dirigido a programadores y profesionales de la música, pero también a medios de comunicación que puedan proporcionar esta difusión.
  • La segunda consiste en los Showcase, pequeños conciertos que duran entre 20’-30’, que se van alternando en dos salas diferentes del mismo pabellón, lo cual es muy eficaz en el tiempo, ya que permite preparar cada concierto mientras el público ve otra actuación. De esta manera se pueden programar hasta seis conciertos entre las cuatro y las siete y media de la tarde, a fin de poder ir luego a la siguiente etapa de cada jornada.
  • Y por fin, la tercera de estos grupos de actividades principales, que son los conciertos que se suceden o simultanean en las calles de Vic, en diversos escenarios situados en las calles o en locales, en un total de ocho más tres, y paso a explicar esto último. Se trata de ocho lugares que el MMVV programa como propios, de manera que los artistas han sido seleccionados por el nivel mínimo que exige la organización. Pero también hay otros tres escenarios dedicados a artistas emergentes que, por motivos variados aún no acceden al Mercat, pero a los que se quiere dar difusión y apoyar desde el mismo: realmente, en cuanto a puesta en escena de la organización no hay diferencias, tal vez en la financiación de los espectáculos sí.

Hay muchas otras actividades a lo largo de estos días, fuera de los escenarios, pero relacionadas con los mismos, ya que hay congresos, jornadas, debates, actividades formativas, encuentros y reuniones de organización sectorial.

Showcases del jueves

Desde el momento en que uno entra en la dinámica de estos eventos, pone en marcha un motorcillo que le irá llevando de una cosa a otra de la manera más natural pero, como decía al principio, de una forma un tanto paranoica, en el sentido de tener siempre la impresión de lo que te puedes estar perdiendo al no tener la capacidad de multiplicarte, ya sea para hablar con todos los que te interesa, o poder concertar entrevistas de interés en ese momento.

Seis grupos musicales coparon estas sesiones en la primera jornada, y de características muy diversas. Así, comenzando por los barceloneses de Taranná, un nutrido grupo de músicos que ofreció su muestra de jazz que equilibra bien la parte vocal de Sabina Witt y la instrumental compuesta por saxos, trompeta, batería, contrabajo y piano electrónico, en un juego de imitaciones y diálogo entre la voz y los instrumentos, donde no se sabe muy bien cuál de las dos partes marca el verso principal en cada instante.

Seguía la secuencia el grupo Mishima, también barceloneses, con una música relajada y divertida, en al que se cuentan breves historias, con una composición a caballo entre el rock de balada más tranquilo y el pop tradicional que integra la guitarra acústica, la eléctrica, el bajo, la batería y un teclado. Su línea en las canciones viene marcada por la curiosa brevedad de sus composiciones.

Tercera actuación para La Puerta de los Sueños, un grupo compuesto de dos guitarristas de acústica, que acompañan a una voz excepcional. Podrían hacer cualquier tipo de música, aunque se dedican más a historias amorosas… realmente daría igual, porque es inevitable acabar cayendo rendido y enamorarse no sólo de la increíble voz de Virginia Martínez, por su potencia, por su modulación, por la dulzura, pero también por la puesta en escena de su propietaria, porque hace exhibición de todas sus dotes de expresión corporal desde su banqueta ante el micrófono, y el que alguien ponga algo más a la música, también es de agradecer. No son nuevos en la profesión, sino que, tras cinco años de funcionamiento, tienen ya tres discos en el mercado y un recopilatorio que saldrá en noviembre (además de algún éxito radiofónico, como Plou). De éxito en éxito, como se encargó de recalcar la propia cantante.

José Luis Montón y Olvido Lanza nos traen una curiosa mezcla de guitarra española y violín, con los que crean y unen músicas de diversa procedencia, sin más motivo, como dicen ellos mismos, que el de hacer lo que quieren y les gusta. El resultado tiene encanto y trae aromas del lugar de Europa donde se unen los restos de aquellas tradiciones árabes que se cruzan con sonidos que recuerdan tanto a lo gitano como a lo sefardí, dejando en el aire ese sonido de multiculturalidad, con un tremendo encaje musical.

El penúltimo turno de estos primeros showcases del año, toca a Asstrio, provenientes del mundo del jazz, que nos traen una música instrumental con teclado guitarra batería, y con un estilo que permite su encaje en muy distintos entornos musicales.

Y el cierre corresponde a la formación musical de otra mujer que enamora con su voz, con su música y con su actuación: Lola Bou. Esta joven valenciana, no sólo tienen un gran encanto artístico, sino que juega con sus letras y con el espectador, trasladando su poesía a la canción e intercalando frases y partes de frases en castellano sobre el texto valenciano, que da un resultado chocante en el que exigiría más atención a sus textos salvo por el hecho de lo sencillo que lo hace la artista. Combina cierto tradicionalismo en la composición de sus letras, con la modernidad de sus canciones que van dirigidas a todo el público. Confío en que pronto pueda actuar en escenarios madrileños y de otros lugares que, aún no siendo catalanoparlantes, pueden igualmente apreciar su talento artístico, intimista, pero también de perspectivas de vivencias en lo social.

Los conciertos en la calle

Como explicaba antes, la noche queda para numerosos conciertos en la calle. En esta noche conté 22 conciertos en ocho de los once escenarios disponibles. Haciéndome una trayectoria de lugares y recorridos, con aquello que podía interesarme más, pude asistir a un total de 7 entre las 20:00 y las 00:30, que no me parece mala media.

Arrancaba la secuencia con Omar Sosa, el cubano que con su grupo es ya un clásico el jazz latino internacional, y que cientos de espectadores pudieron disfrutar en la Plaça Major de Vic. La segunda mitad de su concierto presentaría a la Orquesta Atenea, con músicos catalanes que le acompañarían en su espectáculo.

De ahí a conocer el espectáculo musical montado en el Casino, en el que Tugores, músico de guitarra española, traía un montaje basado en piezas de Marc Knopfler, extraídas de sus músicas para cine, con proyección de segmentos de las mismas, que lo mismo habla de la Princesa Prometida, que del IRA.

La siguiente parada en la Plaça dels Màrtirs, donde la portuguesa Deolinda y sus músicos hacen canciones, principalmente fados, que, a diferencia de lo que acostumbran ser, tristes y de añoranzas, nos muestra la cara divertida que pueden tener historias que no tienen un final feliz o políticamente correcto. Es una mujer que se divierte con lo que hace y, por lo tanto, el público también. En fin, historias para bailar.

En la Plaça de la Catedral, la argelina Neila Benbey es la voz de su propio grupo musical, que arranca con sonidos de jazz con cierto aroma argelino/mediterráneo, pero luego pasará a la música argelina más típica de su país, que es la muestra que trae a este escenario de músicos emergentes que es uno de los instalados a tal fin durante el Mercat.

De vuelta a Màrtirs, en el escenario se encuentran los occitanos de Sam Karpienia que, con dos mandolas electroacústicas, voz y batería desarrollan su propio estilo de rock occitano.

Regreso a la Catedral, donde el africano Kodjo Senyo, que viene de Togo, aunque ahora reside en Cataluñya y, acompañado de diversos músicos, hace músicas diversas, algunas más de raíces propias y otras más internacionales, incluyendo alguna versión de Sting.

Y una nueva carrera hasta Mártirs, para el último concierto de la noche (en mi caso) y se cierra el recorrido con otra propuesta muy interesante, que viene de Euskadi, pero que viene del mundo, ya que los Txalapartaris de Oreka Tx han recorrido el mundo con sus maderas para la percusión, de manera que enseñan y aprenden a reinventar sus instrumentos en función del pueblo en el que se encuentren. Aparte de su propia actuación, incluyen en algunas piezas a una saharaui que han trado de su tierra, que pone voz a sus composiciones, y un cantante proveniente de Mongolia, que hace unos ejercicios de voz poco menos que imposibles, pero usuales en su pueblo.

Un recorrido a la carrera, casi como una gimcana, que no deja tiempo para aburrirse, pero que abre una muestra de la infinidad de propuestas que se pueden concentrar en una sola jornada y en una pequeña ciudad.

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