Julio Castro – La República Cultural
Al margen de las celebraciones religiosas, a las que no me sumo, hay un clásico de la literatura que siempre me ha parecido gracioso (cuando se hace con humor), se trata de Cuento de navidad, de Charles Dickens. No voy a entrar en las consideraciones morales que hace el cuento, sobre los sentimientos de culpa y demás que crean las religiones en general y las monoteístas en particular, la cosa es que, bien explicado, el cuento de navidad de Dickens puede ser algo muy entretenido para niños y, por qué no, también para adultos.
La representación que Eregnis hace en estos días incorpora numerosos aspectos muy divertidos, tanto en los personajes de los “niños”, como el papel de Ester Aira, son los que más hilaridad producen, coincidentemente, en pequeños y adultos.
Se trata de una opción para aprovechar algunas mañanas o tardes en estas fechas en que los peques están de vacaciones y en que se representa más teatro infantil que el resto del año. Afortunadamente, cada vez va habiendo más espectáculos accesibles de manera regular durante todo el año, especialmente en las salas alternativas y en centros culturales municipales, pero aún queda mucho para alcanzar al teatro de adultos, ya sea en cantidad como en calidad, porque para ver una buena obra, hay de por medio muchas otras que no llegan ni a mayores ni a pequeños.
Es cierto que hay muchas alternativas durante este mes y medio en que, finalizado en Madrid el Festival de teatro que organiza anualmente el Ateneo 1º de Mayo de Comisiones Obreras, se desarrolla en el resto de las salas una labor más intensa tendente a compensar esos mayores ratos de ocio sin horarios escolares.
Así que, el cuento novecentista de Dickens, que para mí no lo representa nadie tan bien como los Muppets, también es una de las ofertas que tenemos por la ciudad, entre gasto y gasto por el centro.