Menú
laRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Inicio
LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Síguenos
Hoy es Viernes 29 de marzo de 2024
Números:
ISSN 2174 - 4092

Aguirre no quería cerca a los okupas, y ahora los tendrá en su calle - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Los integrantes del Patio Maravillas, arropados por una multitudinaria manifestación, tras haber sido desalojados por orden judicial a primera hora de la mañana, del Centro Social que venían gestionando desde hace dos años y medio, ocuparon en la misma tarde un edificio vacío en la misma calle en la que la presidenta del gobierno autonómico, Esperanza Aguirre, tiene su famoso palacete. Habían sido desalojados en la misma mañana por sorpresa y por orden judicial, mediante un innecesario dispositivo policial de antidisturbios que encrespó a los vecinos del barrio, en lo que parecía un estado de sitio y que algunos de ellos calificaba como “estado de guerra”.

Aguirre no quería cerca a los okupas, y ahora los tendrá en su calle

Los integrantes del centro social Patio Maravillas ocupan un edificio en la calle del Pez

Nueva ocupación del Patio Maravillas
Ampliar imagen

Nueva ocupación del Patio Maravillas

Un instante de la entrada al nuevo edificio ocupado por el anterior Patio Maravillas, desalojado en la mañana del martes 5 de enero.
Foto: Julio Castro.

Nueva ocupación del Patio Maravillas
Ampliar imagen
Nueva ocupación del Patio Maravillas

Un instante de la entrada al nuevo edificio ocupado por el anterior Patio Maravillas, desalojado en la mañana del martes 5 de enero.
Foto: Julio Castro.

Julio Castro – La República Cultural

Habían sido desalojados en la misma mañana por sorpresa y por orden judicial, mediante un innecesario dispositivo policial de antidisturbios que encrespó a los vecinos del barrio, en lo que parecía un estado de sitio y que algunos de ellos calificaba como “estado de guerra”.

De esta manera, los integrantes del Centro Social Patio Maravillas convocaban una manifestación para la tarde del propio martes, que aseguraron que sería “pacífica como la ocupación del centro social”. También declararon a la prensa presente que continuarían con su trabajo y sus actividades “si no puede ser en este local será en otro”. Pero ya tenían claro que iba a ser en otro.

La manifestación multitudinaria arrancaba en concentración desde la plaza del Dos de Mayo, el centro del barrio de Malasaña. Pero todos aquellos chavales y chavalas junt@s no estaban de botellón, mal que le pese a la Botella, mal que le pese a la Aguirre o mal que le pese a Rubalcaba. Aquellos chavales y chavalas estaban para reclamar el derecho a muchas cosas de esta vetusta Constitución, como el de la vivienda, como el de la cultura, como el de las actividades sociales y como el de tener la posibilidad de autogestionar sus vidas.

Al poco, la concentración decidió “vamos a recorrer algunas calles”, y allá que fueron, con algunos fotógrafos independientes a la cabeza, que de agencias y de medios más bien poco o nada. Y al llegar a la calle del Pez, con los consabidos gritos de “Espe, Espe, Espe, Espe-culación”, muchos pensábamos que tirarían a gritar en la puerta de la presidenta del gobierno de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que tiene allí aquél famoso palacete, que aseguraba, es tan difícil y caro de calentar con su sueldo.

Sin embargo no fue así. Al llegar a la puerta de un edificio sin ocupar, en el número 21 de la misma calle, abrieron la puerta, porque, asomados a los balcones, ya estaban dentro los ocupantes del mismo: “¡un desalojo: una ocupación!”. Así gritaban con entusiasmo los asistentes.

Las puertas se abren, e indican a la gente de la calle que, quien quiera conocerlo, ya puede entrar a verlo. En el interín, parece que un par de policías de paisano se dirigen a entrar, pero son reconocidos, así que se corta la entrada un rato. Sin embargo la fiesta sigue.

Una mujer que pasa por la calle me pregunta “¿qué es esto?”, y le explico por encima. “¡Ah, pues me parece muy bien!”. A los dos minutos, vuelve a interpelarme, con rabia, pero con cierta timidez, y me cuenta una historia breve. Es Pili, ha sido portera durante decenas de años en el edificio, hasta que el propietario, el Marqués de Murrieta, según me explica cuando le pregunto, decidió especular con el edificio y la echó de allí. Así que, por una vez, la tortilla se da la vuelta.

La fiesta del Patio Maravilla sigue y, como dicen sus integrantes “¡El Patio vive, la lucha sigue!”.

Alojados en NODO50.org
Licencia de Creative Commons