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Antonio de Pinto: "cualquiera se sube a una caja de CocaCola y es un revolucionario con su discurso" - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Una sociedad que no es capaz de entender la poesía o la música, va a parar a un mundo muy frívolo y que no me interesa para nada. Yo, desde luego, me preocupo de intentar inculcarles a mis hijos algunos valores. Es fundamental, pero en el mundo de plástico que vemos por la televisión no vamos a ningún lado. Es un mundo preocupado por la diversión, el entretenimiento, cuando no hay mayor diversión que las cosas que tienen fondo, algo que cuesta esfuerzo, pero que merece la pena. Creo que es una lástima, pero creo que no hay que perder la esperanza.

Antonio de Pinto: "cualquiera se sube a una caja de CocaCola y es un revolucionario con su discurso"

“A lo mejor dentro de poco, la solución es esa, la de tirarnos a la calle y ponernos a cantar”

Antonio de Pinto
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Antonio de Pinto

El cantautor durante la presentación de su disco "En mi rincón", en la sala Galileo Galilei de Madrid.
Foto: Julio Castro.

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Antonio de Pinto

El cantautor durante la presentación de su disco "En mi rincón", en la sala Galileo Galilei de Madrid.
Foto: Julio Castro.

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Julio Castro – La República Cultural

Recuerdo parte de sus comienzos, las veces que coincidimos en lugares como la Taberna Encantada, arriba de Lavapiés, el que ha sido su barrio desde niño, como cuenta en la entrevista. Era una persona más bien tímida en el discurso, que cuando se agarraba a la guitarra cambiaba casi de personalidad y se convertía en algo medio explosivo ante el micrófono. Antonio de Pinto es de aquella generación (tan próxima a la mía, por otro lado) que nació en las tabernas y los bares de un Madrid que se dividía entre idolatrar a los cantautores, o tratar su música como el molesto ruido ambiente de los locales en los que actuaban. De aquello se perdió mucho de lo bueno y una parte de lo malo. Pero hoy tenemos una nueva generación de figuras que el mercado aún se resiste a conocer y reconocer. Así que solo se aúpan a la fama algunos que, por circunstancias, como el caso de Ismael Serrano (que compartiera tiempos de inicio con Antonio), tocaron un resorte un día mágico. Fuera de esos casos, hay tanto buen trabajo por conocer, que cada día me sorprende un poco ese conjunto de personas que se empeñaron en no sentarse junto al camino, para ver pasar una vida que podía ser la suya.

La importancia de la música hace que algunos autores, como éste, no descansen del producto artístico que llevan dentro. Por otra parte, dice que “la música hace mucho bien, a mí me lo hace y hace que sea mejor, y creo que si conseguimos mejorar en cada uno algo, cambiaremos todo”. Por eso, restar importancia a la influencia que puede tener su trabajo de creador y de intérprete, es equivocarse, como se equivoca quien le desconoce.

Su poesía es una de las más completas que conozco en este mundo del panorama musical actual, porque no necesita hacer esfuerzos para apartarse de los estribillos facilones y repetitivos acompañados de aporreos mecánicos y parafernalia electrónica, sino que sostienen un hilo conductor limpio, tanto en la composición como en el contenido. Sé que hay gente incapaz de pararse a pensar y de evitar los “chunda-chunda”, por eso le pregunto cómo llega a la gente su producto. Pero no tengo duda de que escuchar sus discos o acudir a un concierto, es suficiente para valorar lo que hace. Con este último titulado En mi rincón (2009), son ya cuatro sus discos, aunque entre el anterior y este han mediado varios años. Pero sigue contando con su gente, como Antonio Toledo, Marta de la Aldea, César Rodríguez, Matías Ávalos e incorporando nueva gente.

 

¿Actúas mucho en los últimos tiempos?

Estoy recuperando últimamente las actuaciones, pero pasé por un momento en que tocaba una vez al mes nada más. En Nuevas tendencias y cosas que me salían así eventualmente. Tampoco buscaba demasiado, porque estaba dando clases e intentando grabar el disco, así que estuve parado un tiempecito, para reponerme de la decepción de estar tocando demasiado durante muchos años y no ver ningún tipo de salida: que no pasara nada exponencial, o algo que cambiara la situación.

¿Qué pasa cuando llevas todos estos años de música y escenarios?

Pasa que te da tiempo a tener público, a recuperarlo, a meterte en muchos proyectos, a perder la ilusión, a recobrarla y a pelear. Sobre todo, aprendes a valorar fundamentalmente las canciones (por lo menos en mi caso), y a darte cuenta de que pase lo que pase siempre hay que intentar tener un peso en la canción y que centrándote en hacer la canción bien, y preocupándote en aprender cosas, al final vas a tirar adelante. Es mi tabla de salvación, procuro hacer las cosas con toda la dignidad que puedo y creo que es lo más importante que he aprendido.

¿Qué echas de menos del principio? ¿Ha perdido algo de encanto actuar en directo?

Se pierde el encanto de que te vicias, empiezas a tener prejuicios con respecto a la gente que conoces, y nada es tan natural como al principio, y nada tiene el encanto que tienen esos primeros años. Es como las primeras veces de todo.

Pero bueno, creo que hay que intentar estar lo más limpio posible, e intentar estar abierto a todas las posibilidades. Pero sí que es verdad que no es como al principio, cuesta más y cuando tienes 20 años tienes más dotes sociales por cuestión de la vida cotidiana: estás estudiando en la universidad, conoces a mucha gente, es mucho más fácil relacionarte… Y en los conciertos, cuando ya tienes más años es más complicado.

¿Actúas mucho ahora?

Estoy recuperando últimamente las actuaciones, pero pasé por un momento en que tocaba una vez al mes nada más. En Nuevas tendencias y cosas que me salían así eventualmente. Tampoco buscaba demasiado, porque estaba dando clases e intentando grabar el disco, así que estuve parado un tiempecito, para reponerme de la decepción de estar tocando demasiado durante muchos años y no ver ningún tipo de salida: que no pasara nada exponencial, o algo que cambiara la situación.

¿Pensaste alguna vez en tirar la toalla a lo largo de estos años?

No, no en cuanto a lo que hago sino de la manera en que lo hago. Tampoco tenía sentido estar buscando conciertos, un día para diez, otro para quince y otro para veinte personas. Y tenía sentido el centrarme en el estudio en casa, aprender y ensanchar un poco el oficio. Así que aprendí a tocar el piano, a producir y a más cosas

¿Y en cuanto a tu trabajo, dónde están las influencias de tu música y de tu poesía?, porque tratamos de dos cosas

Pues en la música me costaría un montón decírtelo. Indudablemente, empecé a tocar la guitarra cuando conocí a Silvio Rodríguez: eso me marcó definitivamente. Pero con el tiempo he recuperado cosas que me gustaban antes, porque yo empecé a tocar la guitarra muy tarde (23-24 años) y justo antes, a mí me gustaba el rock sinfónico, básicamente. Y luego, por vía familiar, lo que escuchaba en mi casa era mucha copla, la zarzuela (algo quedará de la zarzuela, por supuesto), cantautores clásicos también había (Serrat…). Eso te marca definitivamente, lo que escuchas en los primeros años, y ahora mismo, me parece que soy bastante abierto a casi todo.

Me encanta Jesucristo Superstar, básico. Y me encanta el jazz, la bossa nova. He tenido etapas de todo. Me ha gustado el flamenco y he ido a aprender flamenco. Me ha gustado la música latina así que he buscado clases de música latina, y en Internet… siempre he estado abierto a muchas cosas.

En cuanto a la parte poética, he ido leyendo, pero tampoco tengo un punto demasiado erudito y he leído más novela. Me gusta más la novela que la poesía. En realidad, creo que escribo porque hago canciones y si no fuera por el hecho de que hago música (la letra siempre la hago después), creo que no me dedicaría a escribir, me dedicaría a otra cosa. Lo que pasa es que también me preocupa mucho y, una vez que empiezo, intento darle sentido.

El cuadro de la portada de tu último álbum es de tu padre ¿el arte viene de familia? ¿Dónde nace la necesidad de la música de Antonio de Pinto?

Sí, creo que toda la vena viene por vía paterna. Mi padre tenía un negocio de muebles de cocina, pero se pasaba las noches pintando. En el caso del cuadro de la portada, no lo puedo recordar porque yo no había nacido, pero puedo imaginarle perfectamente en la esquina de mi calle pintando el tema. Le gustaba mucho.

Y la música la vivió directamente, tanto la de zarzuela, porque dirigió un grupo coral de zarzuela, y luego estuvo vinculado al teatro toda su vida.

En tu música tienen un gran peso los temas más intimistas (amor, amistad, compañerismo), pero también apuntas en otros algunos temas más sociales, políticos o de lucha ¿dónde te sitúas en esta sociedad?

Para ser coherente, considero que estoy dentro de la burguesía, porque la acción social que llevo a cabo es a través de las canciones, pero luego llevo una vida muy normal, en la que tampoco intervengo en acciones sociales. Y sí me preocupa todo el tema social, y en ese sentido soy de izquierda. Me preocupa principalmente que haya igualdad de posibilidades para todo el mundo, que se subsane el desequilibrio social existente… Pero la puta realidad es que he nacido en un ámbito burgués y eso es difícil romperlo. Creo que le pasa a todo el mundo en occidente. Luego, tu tendencia te puede llevar hacia algunas historias.

¿Generaciones “Z” por domar… te sientes domado?

Esa fue una canción (Quedarme sentado) que hice por aquella denominación de la “generación X”, que era la juventud que no sabía qué hacer: lo de toda la vida, y que los jóvenes están ahí, y que tras la X vendría la Z y habría que domarla, pero siempre va a haber una juventud a la que no comprenden los mayores. Según vas cumpliendo años, te vas dando cuenta de que, por mucho que se vayan ajustando las diferencias, siempre va a haberlas.

Con mis hijos de 14 años veo que hay un cambio generacional (dentro de que no tienen ningún tipo de pudor en contarme nada).

¿Quedarán aún revolucionarios que no sean “de papá”?

Creo que, aunque yo no soy el revolucionario… en mi época, ser cantautor era ser una especie de Ché Guevara a bordo de un escenario, y eso siempre produce situaciones un poco cómicas, porque no todo el mundo vale para ser un líder. Así que daba la sensación de que éramos como los que en los tiempos de Roma, se ponían encima de las columnas a dar el discurso. Aquí, más o menos, cualquiera se sube a una caja de Coca Cola y es un revolucionario con su discurso.

Y lo que decía en el último concierto, me parece que también hay gente que tiene una preocupación real, y eso lo lleva a sus canciones, y a su vida cotidiana. Eso merece también un respeto.

Vives en Lavapiés ¿Tiene algo de mágico ese barrio que parece que el mundo en general va a parar allí?

Sí, sí, la verdad es que ha pegado un cambio impresionante. Tengo muy buen recuerdo de cuando era pequeño, porque allí ha transcurrido toda mi infancia, todos mis amigos, las peleas con los de la calle Amparo (yo era de la calle Espino)… tengo el recuerdo mágico de la infancia. Ahora es como si hubieran dejado el decorado y hubieran cambiado todos los actores, porque el barrio no tiene nada que ver con lo que fue. Pero es verdad que hay un cambio de cultivo allí, por el que se producen muchos cambios y, humanamente, es muy rico. Pasan muchas cosas y es muy interesante. Aparte, no creo que sea el momento más conflictivo, sino todo lo contrario, porque se está enriqueciendo mucho el pequeño comercio, la cultura me parece que va a parar allí. Es como si se intentase focalizar algo muy característico.

Y claro, si vives en las afueras donde eres el único habitante, lo único que vas a ver es un escenario parecido siempre, pero donde vives no para de cambiar y hay un tránsito humano interesante, eso te va a afectar y vas a ver historias en las que te vas a mojar, por poco que te preocupes.

¿Tu calle es una calle cansada? O como dice Labordeta ¿una tierra “con las tumbas amorradas”?

Precisamente esa canción la hice en un momento en que la situación estaba muy complicada, porque mi calle estaba con el tema de los toxicómanos, que ahora están muy cerca (en Embajadores es un problema que sólo van cambiando de sitio). Entonces estaban en mi calle justamente, y la verdad es que había bastantes problemas con la gente. Así que hice una canción sobre la violencia, las ganas de quedarte en casa y blindarte. Y el miedo en las calles es algo de lo que nos tenemos que librar sí o sí, y el miedo te amordaza y hace que sea cansado, gris… triste.

Tus canciones, incluso siendo de amor, llegan a ser crudas y descarnadas ¿es así tu carácter o son así tus canciones?

Antonio Toledo me dice que no comprende muy bien ese punto triste, o crudo que tengo de hablar del amor, que tienen siempre un punto triste entre lo emotivo y lo reflexivo. Pero lo emotivo no hace que pueda a lo reflexivo, sino que intento un punto en que llegue a un tipo de verdad. Par eso hay que hablar crudamente a veces. Y Antonio dice que no lo entiende, porque soy una persona alegre.

Pero sí es verdad que cambio un poco en las canciones, tengo un punto trascendente que me cuesta arrancarme. Igual que en la vida cotidiana puedo llegar a ser mucho más sarcástico, en las canciones no consigo llegar a ello. Y tengo un punto trascendental que…

¿De dónde sale un tema como “El columpio de Mónica”?

Esta canción habla de los malos tratos. Habla de una chica que conocí hace mucho tiempo. El padre la pegaba y ella tenía un columpio que era su refugio. Así de sencillo. Con el tiempo la historia hizo que se fuera de casa y el desequilibrio familiar que eso produjo. Y eso es una historia mínima y su desarrollo. El tema es un poco la denuncia de estos hechos, pero también el mensaje de apoyo, que tiene que llegar el momento en que te plantees si se puede vivir con miedo: y es algo que no puede ser.

¿Eres optimista o ni te lo planteas?

Soy optimista hasta cierto punto. En lo que se refiere a la música sí. Hay algo que no deja que me tire para abajo, siempre busco una escapatoria. Nunca ha ocurrido algo por lo que dijera “lo dejo”. Pero tampoco me ha ocurrido algo excesivamente negativo, así que siempre intento tirar adelante, hay algo que me puede y me hace tirar adelante. En ese sentido sí que soy bastante optimista.

Y con los años, supongo que te vas decepcionando con las cosas y con la gente. Te decepcionan y supongo que tú también decepcionas a otros y comprendes que no eres esa gran persona que pensabas que eras cuando tenías veinte o treinta, entras en conflicto y a lo mejor no eres todo lo optimista con respecto a la raza humana que podrías ser antes, pero tampoco dejo que me pueda, no creo que la amargura lleve a ningún lado. Creo que hay que construir, proyectar, hacer cosas: no vale de nada estar podrido.

¿Cómo ves la situación del mundo de la música en este momento?

Es como la política. Es un momento en que ves que puede la imagen. Los grupos de antes tenían una relación entre el triunfo o el éxito y la calidad. Me parece que en literatura pasa lo mismo: los libros como los de Dan Brown y demás, no sé como pueden triunfar. En la música pasa algo parecido: en los ’70 escuchaba a grupos como Pink Floyd y en la portada no ponía siquiera que fueran ellos, ni siquiera salían posando, sino que eran portadas hechas por artistas. Entonces, creo que con el tiempo, con el rollo del pop, vieron que eso era un mercado brutal para la adolescencia y empezaron a enfocarlo hacia el “postureo” y demás y hacia cosas que fueran fácilmente vendibles. Y ha llegado un momento en que ya no hay nada demasiado creíble. Lógicamente, el talento no se pierde: hay gente que tiene talento, pero cuesta más encontrarlo, porque las casas discográficas, durante mucho tiempo se han preocupado sólo de vender discos y han dejado el talento a un lado. El talento estaba trabajando para la estupidez, para cuatro guapitos a los que hacían las canciones. Cuando tiene que ser al revés. La música no puede perder el norte, el talento tiene que ser lo que está en lo más alto de la pirámide.

Y digo que pasa igual con la política, porque el político es cada vez menos creíble. Hay un punto de imagen que ya no sabes quién ha hecho el discurso. No sabes quién es el político. No sabes quién es el artista.

¿Es preciso escribir fácil o es preciso empujar para que la gente tenga algo de calidad?

Creo que es preciso ser coherente con el momento en que vives. Tampoco creo que sea interesante si es fácil o difícil, creo que hay momentos fáciles y momentos complicados, y una cosa lleva a la otra: si los momentos son fáciles, las canciones pueden ser fáciles. Pero lo que no hay que hacer es escribir fácil para que llegue a la gente, ese es un discurso en el que no tenemos ni que entrar, porque es como lo de las etiquetas, que las tiene que poner el mercado y nosotros tenemos que hacer lo que somos capaces de hacer ¡pero no menos!

En conjunto ¿crees que llega lo que quieres transmitir a la gente?

Tampoco creo que el mensaje esté encriptado. Dentro de que el recurso poético que utilizo no sea el más sencillo, no creo que escriba nada que no se pueda comprender en una segunda o primera lectura. Creo que va a llegar a quien tiene que llegar, que es quien se preocupa por leer, y que entiende la canción como algo que es un conjunto: por un lado la música, por otro la letra y, si tienes el acierto de que las dos cosas encajen bien, pues has hecho algo que merece la pana, que es por lo que nos peleamos día a día. Entonces creo que a la gente le llega y me consta. Pero también hay canciones que haces con todo tu cariño y al final sólo valen para mover un poco el esqueleto así. Y no todas las canciones llegan donde tú crees que van a llegar, son hijos que te salen cada uno por su lado: tienen su vida.

¿Qué trabajo estás haciendo ahora?

Estoy preparando un disco con César Rodríguez, un cantautor con el que empecé, y estamos grabando un disco en casa. Estoy volcado en eso y estoy muy contento, pero en cuanto termine tengo idea de un nuevo disco, tengo algunas canciones hechas, pero quiero ponerme dos meses a componer. Podría hacer otro disco con lo que tengo hecho, pero no me gusta vivir de lo pasado. En cada disco me gusta meter cosas que he acabado muy recientemente y luego coger cosas que por alguna circunstancia no he grabado.

Así que supongo que para… no sé cuanto tiempo. Me gustaría que no hubiera el lapso de casi cuatro años que ha habido respecto al anterior y este, pero que se ha debido al proceso de aprender a montarme el estudio, aprender informática musical… un mogollón impresionante. Así que si pudiera ser un año entre uno y otro mejor.

¿Qué queda de aquellos juglares?

Pues creo que queda mucho, porque a lo mejor dentro de poco, la solución es esa, la de tirarnos a la calle y ponernos a cantar. Tengo muchos amigos que han vivido de eso, y a mí me gusta mucho eso, aunque no lo he hecho, no sé si porque no me hace falta ¡pero tampoco lo descarto! A lo mejor acabo en cualquier esquina cantando.

¿Dónde crees que va a parar nuestra sociedad si no es capaz de entender la poesía o la música?

Pues a un mundo muy frívolo y que no me interesa para nada. Yo, desde luego, me preocupo de intentar inculcarles a mis hijos algunos valores. Es fundamental, pero en el mundo de plástico que vemos por la televisión no vamos a ningún lado. Es un mundo preocupado por la diversión, el entretenimiento, cuando no hay mayor diversión que las cosas que tienen fondo, algo que cuesta esfuerzo, pero que merece la pena. Creo que es una lástima, pero creo que no hay que perder la esperanza.

DATOS RELACIONADOS

Antonio de Pinto, (Madrid 1969). Es cantautor desde principios de los años ’90. Dentro de su carrera discográfica ha publicado cuatro álbumes de manera individual: Tono oscuro (2000), Humo (2003), Curriculum (2005) y En mi rincón (2009). Comenzó su trabajo en solitario, aunque compartiendo escenario con otros cantautores y grupos de su generación, componiendo un movimiento artístico, lo que en su momento se denominaban los Nuevos Juglares, y entre los que se encuentran o encontraban Luis Felipe Barrio, Matías Ávalos, los componentes de La Oveja Negra o Gris (Miguel Ángel García, Mónica Franco, Adán Carreras), César Rodríguez. Y también compartió espacio y tiempo con Ismael Serrano, aunque éste más distante de aquél conjunto de autores.

Dentro de lo que queda de aquel panorama musical, es de lo más evolucionado y destacable que tenemos en Madrid, con una clara madurez como autor y como intérprete, que demuestra la necesaria inquietud y seriedad para desarrollar su trabajo de una manera coherente.

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