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Un hombre soltero, el viudo perdido - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Tom Ford es todo un fenómeno. Un norteamericano que lleva grabado en la frente, como hacen con el buen ganado en su tierra natal, Texas, la marca de triunfador, especialidad marketing, diseño y la moda de alta costura. Todo lo que toca lo convierte en beneficios. Salvador, en la década de los noventa, de la famosa casa Gucci, salió de ella hace cinco años llevándose a su mejor baza, el presidente y jefe ejecutivo de la empresa. Creó su propia marca de moda y complementos, además de moverse en mil y una aventuras empresariales. Ahora aterriza en el mundo del cine, sin alejarse del esteticismo del mundo del arte, que no parece resistírsele a este gay sin dudas, complejos, ni medias tintas. Ganador del premio Queer Lion 2009 (películas de cultura y temática homosexuales) concedido en el Festival de cine de Venecia por su película "Un hombre soltero", (A single man), Ford puede estar satisfecho de la acogida, de crítica y público, que su opera prima ha tenido, obteniendo también la Copa Volpi al Mejor actor para su protagonista, un Colin Firth entregado al 100%, más tres nominaciones a los Globos de Oro, en la categoría banda sonora, actor y actriz, éste para otra estupenda y frágil Julianne Moore, además de una nominación a los Oscar de nuevo para Firth.

Un hombre soltero, el viudo perdido

Un hombre soltero
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Un hombre soltero

Matthew Goode y Colin Firth en la cinta de Tom Ford.

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Un hombre soltero

Matthew Goode y Colin Firth en la cinta de Tom Ford.

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DATOS RELACIONADOS

Título original: A Single Man
Dirección: Tom Ford
Intérpretes: Colin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode, Ginnifer Goodwin, Nicholas Hoult, Paulette Lamori, Jon Kortajarena
Guión: Tom Ford, David Scearce (Novela: Christopher Isherwood)
Fotografía: Eduard Grau
Música: Abel Korzeniowski
Año: 2009
Duración: 99’
País: Estados Unidos
Productora: Artina Films / Depth of Field / Fade to Black Productions

Blanca Vázquez - La República Cultural

Tom Ford es todo un fenómeno. Un norteamericano que lleva grabado en la frente, como hacen con el buen ganado en su tierra natal, Texas, la marca de triunfador, especialidad marketing, diseño y la moda de alta costura. Todo lo que toca lo convierte en beneficios. Salvador, en la década de los noventa, de la famosa casa Gucci, salió de ella hace cinco años llevándose a su mejor baza, el presidente y jefe ejecutivo de la empresa. Creó su propia marca de moda y complementos, además de moverse en mil y una aventuras empresariales. Ahora aterriza en el mundo del cine, sin alejarse del esteticismo del mundo del arte, que no parece resistírsele a este gay sin dudas, complejos, ni medias tintas. Ganador del premio Queer Lion 2009 (películas de cultura y temática homosexuales) concedido en el Festival de cine de Venecia por su película Un hombre soltero, (A single man), Ford puede estar satisfecho de la acogida, de crítica y público, que su opera prima ha tenido, obteniendo también la Copa Volpi al Mejor actor para su protagonista, un Colin Firth entregado al 100%, más tres nominaciones a los Globos de Oro, en la categoría banda sonora, actor y actriz, éste para una estupenda y frágil Julianne Moore, además de una nominación a los Oscar de nuevo para Firth.

Para su primer trabajo en cine, Ford ha optado por un elenco muy británico (clase y distinción) y por no inventar historias e ir a lo seguro, un guión adaptado de la espléndida novela homónima de Christopher Isherwood. La narrativa de un Isherwood sexagenario cuenta, en la recién estrenada década de los sesenta y en plena crisis de los mísiles de Cuba, el transcurrir de un día determinado de su protagonista, un maduro profesor universitario incapaz de hacer frente al dolor que la ausencia de su pareja desde hace dieciséis años, muerto en accidente, provoca cada día en él. El cineasta diseñador ha resuelto Un hombre soltero, (las difíciles circunstancias socioculturales de la época con respecto a los homosexuales no daban lugar para arriesgarse a titular la obra un hombre viudo) de manera elegante, haciéndola reposar sobre elementos estéticos. Hay una voluntad de estilo en la realización de Ford, moviéndose en unos parámetros que quisieran describir visualmente cada sentimiento intimo, cada introspección sobre lo que provoca en el vivir diario la pérdida del ser amado, cada recuerdo (todos felices vistos desde la perspectiva de la soledad) de los momentos pasados juntos, de la situación por la que se conocieron, etc. En fin, todo lo similar a cualquier relación heterosexual romántica, tanto en pantalla como en literatura. Tal es esa voluntad de condensar la carga emotiva y al mismo tiempo exponerla sin sobreactuación, que Colin Firth ha tenido que trabajar duro para mostrar con poco, mucho. Lo cual le glorifica como actor.

Pero observado desde el prisma de la realidad, o tal vez, desde la misma intención del escritor en su obra, Isherwood se mueve entre la materialidad física de lo humano, es decir, George Falconer (Firth), hace lo que todo ser humano, aunque lo haga con inercia y con la depresión que el dolor le provoca, responde a sus necesidades físicas detalladamente descritas como humanidad desprovista de todo carisma. Lo contrario de lo que hace Tom Ford en la pantalla.

El debutante de Austin ha reinventado el paisaje físico de Falconer, dotando incluso al escenario de la época de una belleza casi irreal, de reportaje de revista de moda de calidad, haciendo que nada nos dañe a la vista, es más, haciendo que disfrutemos de la belleza que encierra el mundo, su mundo de distinción. El de Ford, supongo. No es que esto me moleste, la visión de dulces tan apetitosos no produce ulceras oculares, a ver si no quién va a resistirse a la visión del papelito que hace nuestro vasco más internacional, Jon Kortajarena (Carlos), o la del cañón Matthew Goode (Jim), a quién vimos hacer perder la cabeza a Sebastian en "Retorno a Brideshead". Yo no, desde luego.

Aún así, y a pesar del excesivo protagonismo de la música minimalista del polaco Abel Korzenioswski, muy al estilo de Michael Nyman, Un hombre soltero es una pieza exquisita de romántica virginal y obsesiva que recuerda al Scorsese de “La edad de la inocencia”, reivindicando el derecho al deseo, o como en este caso, al amor verdadero de relaciones vistas popularmente como prosmícuas y sin suficiente consistencia.

El cine se ve por deleite, por elevación espiritual, por sed de conocimiento, o por pura diversión; el cine se disfruta y a veces se sufre, con la intención de vivir una experiencia, de sentir emociones nuevaso o de aprender algo*

Este es un cine diferente, un cine del deleite, que provoca en nosotros un escalofrío estético, que rompe la monotonía de producciones comerciales de un mismo patrón.


*Antonio José Navarro, nº387 de Dirigido por…

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