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Hasta siempre Ljiljana Buttler, tu música se queda con nosotros - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Ljiljana Buttler ha muerto. La noticia ha llegado por un e-mail de Dragi Sestic, su manager y productor. Son esas noticias que nunca deseamos recibir. Querida artista, auténtica leyenda de la música de los Balcanes… Hasta el final luchó valientemente contra la cruel enfermedad que se la ha llevado, de forma tan inesperada, demasiado pronto. Pocas ocasiones tuvimos para ver a Ljiljana en España, pero ella adoraba nuestro país. Y adoraba nuestro país por algo tan curioso que nos puede parecer incluso extraño, durante la guerra en Bosnia los militares españoles llevaban comida en unas latas amarillas, recordaba lo de las latas amarillas. Ella no lo podía olvidar. Pasó demasiado hambre. Nació en Belgrado en 1944 y tenía tan sólo 12 años y cuando ya había aprendido a cantar al lado de su madre. Un año después su madre se fue de Bijeljina dejando a Ljiljana sola, y continuó cantando para poder acudir a la escuela. Más adelante se estableció en Belgrado “Empecé cantando en los bares de Skadarlia (un barrio famoso por sus restaurantes, una especie de Montmartre de los Balcanes)”, recuerda “El ambiente era fantástico. La gente reía y lloraba con la música. Esto siempre me inspiró –esto y el fuerte sljivovica, un licor de ciruelas–; además de cantidad de tristes amores, emociones y romances. Algunas veces grabábamos para Radio Belgrado. Venían a los cafés, escuchaban la música y si les gustaba, nos invitaban a ir a la radio para grabar”.

Hasta siempre Ljiljana Buttler, tu música se queda con nosotros

Nos ha dejado la madre del soul gitano

Ljiljana Buttler
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Ljiljana Buttler

Foto: cortesía de Fabricantes de Ideas.

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Ljiljana Buttler

Foto: cortesía de Fabricantes de Ideas.

Yolanda Agudo - Fabricantes de Ideas

Ljiljana Buttler ha muerto. La noticia ha llegado por un e-mail de Dragi Sestic, su manager y productor. Son esas noticias que nunca deseamos recibir. Querida artista, auténtica leyenda de la música de los Balcanes… Hasta el final luchó valientemente contra la cruel enfermedad que se la ha llevado, de forma tan inesperada, demasiado pronto.

Pocas ocasiones tuvimos para ver a Ljiljana en España, pero ella adoraba nuestro país. Y adoraba nuestro país por algo tan curioso que nos puede parecer incluso extraño, durante la guerra en Bosnia los militares españoles llevaban comida en unas latas amarillas, recordaba lo de las latas amarillas. Ella no lo podía olvidar. Pasó demasiado hambre.

Nació en Belgrado en 1944 y tenía tan sólo 12 años y cuando ya había aprendido a cantar al lado de su madre. Un año después su madre se fue de Bijeljina dejando a Ljiljana sola, y continuó cantando para poder acudir a la escuela. Más adelante se estableció en Belgrado “Empecé cantando en los bares de Skadarlia (un barrio famoso por sus restaurantes, una especie de Montmartre de los Balcanes)”, recuerda “El ambiente era fantástico. La gente reía y lloraba con la música. Esto siempre me inspiró –esto y el fuerte sljivovica, un licor de ciruelas–; además de cantidad de tristes amores, emociones y romances. Algunas veces grabábamos para Radio Belgrado. Venían a los cafés, escuchaban la música y si les gustaba, nos invitaban a ir a la radio para grabar”.

A partir de 1980 Ljiljana comenzó a realizar conciertos y a ser conocida en televisión, hasta que la política y la música comenzó a cambiar con la era Milosevic. “Incluso antes de la guerra me di cuenta que de alguna manera la alegría había desaparecido, y que a la gente de los Balcanes ya no le interesaban las historias de amor. De repente lo que importaba era llevar minifalda y enseñar el escote. Cuanto más corta fuera la falda, mejor cantante podrías llegar a ser. Me di cuenta de que mi tiempo se acababa y llegaron tiempos de armas y odios. Todo esto me afectó terriblemente y, junto a la guerra que siguió, me dejaron cicatrices que han permanecido siempre”.

Tuvimos pocas ocasiones para disfrutar de su música en España, pero sus conciertos fueron fantásticos: en el Teatro Español de Madrid, en el Mercat de Música Viva de Vic, en Santander… un gran concierto en la sala Galileo Galilei de Madrid el 10 de marzo de 2004, la noche antes de los atentados del 11-M. Ni siquiera pudimos llevarla al aeropuerto por el caos que reinaba en Madrid. Recuerdo esa mañana hablando con Dragi y me decía que Ljiljana estaba asustada, le recordaba de alguna manera la guerra de la que tuvo que huir de su país y que la llevó a Alemania. Desde entonces vivía allí. Este julio de 2010 iba a volver a España de la mano de Casa Mediterráneo para hacer un concierto en La Mar de Músicas, y quizás alguno más. La repentina enfermedad hizo que se tuviera que suspender.

A ella le gustaban las flores… y le regalé un mantón de Manila de esos que venden en las tiendas de souvenirs en Madrid.

“Las crónicas gustan proclamar a Ljiljana Buttler ‘la Ella Fitzgerald de los Balcanes’ o ‘la Billie Holiday gitana’, y a ella no parece importarle en absoluto. ‘En el fondo, mi música comparte ese espíritu triste, profundo y sombrío que tenían Billie, Ella o Mahalia Jackson’, reflexiona. Pero añade, contra pronóstico: ‘También mi voz le debe mucho a Sarita Montiel. De pequeña, cuando me ganaba la vida vendiendo flores, sus películas tenían un gran éxito en la antigua Yugoslavia. Yo me colaba en las salas y, aunque no le entendiera una sola palabra, siempre terminaba llorando con ella…’.

Nuestro consuelo seguirá siendo su música, la parte inmortal que nos deja como legado. Jamás la debemos olvidar.

Su carrera musical empezó tarde… y la muerte se la llevó demasiado temprano. Hasta siempre Ljiljana, tu música irá contigo allá donde quiera que vayas, pero seguirá también con nosotros.

Adiós mein lieber Schatz.

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