Menú
laRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Inicio
LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital
Síguenos
Hoy es Jueves 18 de abril de 2024
Números:
ISSN 2174 - 4092

Hugo Kogan: “En la dictadura el teatro estuvo a la vanguardia de las luchas populares, trabajando con las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo” - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

“A mí me parece, objetivamente hablando, que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son un ejemplo de lucha, los jueves se juntaban en la plaza de Mayo a pedir justicia, y las marchas eran porque no podían estar paradas debido al estado de sitio, así que daban vueltas alrededor. Yo no vivo en Buenos Aires, pero la vez que iba y caía en jueves daba una vuelta acompañándolas.” “Me llama poderosamente la atención que los españoles sepan menos de teatro español que yo, que vivo en Argentina. Cuando íbamos a la escuela primaria teníamos la materia de Castellano, y después en la secundaria nos enseñaban los clásicos españoles (Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, Lorca…) me llama la atención, porque hablo con la gente y le digo que el lenguaje y las obras españolas son bellísimos, el decir, el hablar… ¿cómo puede ser que el español no valore esas cosas? Allá hay un dramaturgo muy admirador del teatro español, un travesti que se llama Florencia de la Vega, pero como hay una mujer que se llama exactamente así, le prohibió usar ese nombre artístico, así que ahora se llama Florencio de la Ve. Y dice, antes la gente iba a los teatros, a las casas, a los corrales… a disfrutar de Lope de Vega, ahora van a disfrutar de Florencio de la Vega. La cultura española nos marcó muchísimo: Lorca y Alberti estuvieron en Argentina, el Teatro Nacional Cervantes fue donado por María Guerrero, el Teatro Margarita Xirgu… a nosotros nos marcó muchísimo, pero lo que más nos marcó es esa pasión por las artes, también grandes pintores, etc.”

Hugo Kogan: “En la dictadura el teatro estuvo a la vanguardia de las luchas populares, trabajando con las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo

Entrevista al actor y director teatral a su paso por España representando Potestad

Hugo Kogan
Ampliar imagen

Hugo Kogan

El actor durante una representación de Potestad en la sala El Montacargas, de Madrid.
Foto: Julio Castro.

Hugo Kogan
Ampliar imagen
Hugo Kogan

El actor durante una representación de Potestad en la sala El Montacargas, de Madrid.
Foto: Julio Castro.

Click en las imágenes para ampliar

Julio Castro – La República Cultural

Hace pocos meses asistí a una función de la obra Potestad en la madrileña sala de teatro alternativo El Montacargas, con interpretación a cargo del argentino Hugo Kogan. La obra de Eduardo Pavlovsky tiene entidad propia, pero como comentaba en su momento, creo que es durísima desde el mismo instante en que comienzas a comprender por dónde va la idea del argumento, y a qué puerto quiere llevarte el autor. Una mala gestión de este texto podría ser un fracaso absoluto, en tanto que no tiene más acompañamiento que el propio actor y los personajes que describe y que, en ocasiones, interpreta brevemente.

Con la que cae en España entorno al pacto de silencio que impusieron los criminales fascistas de Franco, y que este sistema y el también impuesto rey se han encargado de asegurar a perpetuidad, es un viento fresco comprobar que en otros lugares donde la cosa pintó peor más recientemente, aún son capaces de cambiar su futuro y mantener su historia sin necesidad de plegar la justicia y los Derechos Humanos ante la fuerza y la prepotencia de los traidores.

Y es grato comprobar que la historia no sólo se escribe sobre el escenario, sino que hay gente que está comprometida con la justicia en la vida real, como uno más del público que se contempla a sí mismo y comprende el texto que representó. Eso se ve claramente hablando con Hugo Kogan, actor, director y dramaturgo. Responsable de la existencia y la organización del Festival Internacional de Teatro de Mar del Plata, que desde hace seis años se viene celebrando mediante obras de pequeño y mediano formato, como un iniciativa cultural en un país (y un continente) donde el teatro es algo más que el mero entretenimiento: donde es voz frente a la opresión y alimento para la lucha.

Como podemos comprobar en esta entrevista, realizada casi a comienzos de este verano de 2010, entre tormentas las madrileñas y mundiales de fútbol diseñados para fanáticos del consumo supremo, donde una parte de la sociedad protesta por la merma de derechos laborales, y el resto arremeten contra ellos, hay gente que no comprende que nuestra cultura y nuestro teatro no tengan la el mismo compromiso y no gocen de la misma consideración que se le tiene al otro lado del Atlántico, y ¿qué le voy a decir?

 

¿Cómo es ese Festival Internacional de Teatro de Mar del Plata que organizas en tu tierra?

El festival nace un poco fortuitamente. Me llama para ir a comer un amigo que era Ministro de cultura en la provincia de Mendoza, y que va al Festival Internacional de Cine que se hace en Mar del Plata. Y después de hablar de viejos tiempos me dice que le prepare un proyecto para hacer en Mendoza un festival de teatro. Así que le armo el proyecto al que pongo por título Festival de Teatro “La Cumbre de la Aconcagua” (el pico más alto de América). Entre tanto hay cambios políticos, así que quedó estancado.

Al año siguiente se realiza en Mar del Plata la Cumbre de las Américas, y me llama el Secretario de Cultura de mi Ayuntamiento, que me pide que prepare un proyecto, porque la Cancillería de Exterior quiere hacer eventos durante ese período. Así que le presento el mismo proyecto, pero cambiándolo por “Cumbre de las Américas”, así que me lo aceptaron.

Lo hice con la idea de no repetirlo más, pero tuvo tal repercusión que me pidieron que siguiese haciéndolo todos los años, así que este año es el 6º, y coincidirá de nuevo con la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, así que andamos ensamblados justos.

Es el tercer festival en importancia en el país, porque el segundo es bianual y se hace en Buenos Aires o alternativamente en Córdoba. Y después viene este mío que tiene mucha más buena onda y repercusión, porque participan aquellos elencos que no pueden acceder a esos festivales, porque son de una gran estructura, y yo eso no puedo pensarlo debido al coste, pero vienen los otros. Es iberoamericano (América, España y alguno portugués). Los colombianos, que son los que más proponen trabajos. Se hace una convocatoria abierta y nosotros calculamos que cada año se presentan entre 300 y 400 compañías, de las que se hace una selección (de España, entre 50 y 70). La selección es dura porque a veces hay espectáculos que te gustan, pero como nuestra estructura es pequeña… ahora mismo hay un elenco peruano con 43 personas, porque el festival abarca todas las disciplinas (teatro, teatro-danza, mimo, títeres, teatro para niños, teatro callejero) y vamos seleccionando un poco de cada cosa, dentro de los espectáculos que podemos soportar, pero un elenco de 43 personas no podemos, porque con ese dinero llevamos diez compañías de cuatro personas.

¿Lo limitante es la cuestión económica o los espacios?

Problemas de espacios no tenemos, es la cuestión económica. Tenemos teatros de 1000 localidades, con escenarios de 12m por 8m, alturas de 5m… como en Mar del Plata se hace mucho teatro, esos espacios están disponibles.

Usáis la misma red de teatros comerciales para el festival

Claro. Realmente trato de trabajar en teatros oficiales (algunos municipales, otros provinciales y otros nacionales). Es por una cuestión de ayudas económicas que recibimos de su parte. Y es muy lindo, porque son diez días en que estamos todos juntos, seleccionamos unas 40 compañías y hacemos en total unas 60 funciones en los 10 días. La gente sale de un teatro y va a otro, de ahí al otro… y bueno, salimos corriendo para ver todos los espectáculos y se crea una linda camaradería entre las compañías.

De ahí ha ido surgiendo esta historia de que yo pueda venir de gira o viene otro elenco de Colombia que conoció a las compañías en Mar del Plata… es decir, se ha creado una linda red en los grupos y justamente, lo que estamos hablando es de la buena onda, el concepto de este espíritu de intercambio, donde no hay otra cosa que el hecho de mostrar su arte hasta lugares tan lejanos como que, por ejemplo, un elenco de Colombia haya ido a Tenerife, porque de ambos lugares han ido al festival, se conocieron allí y han hecho un intercambio.

Eso es lo que me parece más rico de lo que estamos logrando en estos seis años de trabajo. Aparte la buena onda de la gente, en el sentido de que uno va a esos lugares y es atendido como rey, aunque no haya dinero.

La obra de Potestad ya la habías representado allí

Sí, el año pasado la traje por primera vez a España, luego estuve en Alemania y después la hice en Argentina, donde ganamos varios premios, porque se hacen festivales que se hacen en las ciudades, luego en las regiones, más tarde en la zona y luego vas al provincial (yo vivo en la provincia de Buenos Aires, donde hay 134 municipios).

Este año he vuelto a hacerla en España, a lugares en que no la había hecho y ahora tengo una invitación pendiente en octubre para ir a Alemania a la Feria Internacional del Libro, que el año pasado la vio el Cónsul de Argentina en Frankfurt, y me invitó este año para octubre.

Creo que es una obra dura, porque se dicen las cosas de una forma que no lo dicen otros trabajos sobre la dictadura y el secuestro de niños ¿qué aceptación tiene para el público una vez la ha visto?

Sinceramente, el año pasado, cuando plantemos traerla a Europa, yo tenía muchísimo miedo, porque no sabía cómo reaccionaría el público que no conoce la realidad de nuestro país. Porque una cosa es que la cuentes en Argentina, y otra que la cuentes acá. Y realmente fue espléndida la aceptación. Es más, este año estuve en Barcelona, en un instituto del Ayuntamiento de Santa Coloma, e hice la función un viernes, y el sábado un “master class” con los alumnos del instituto: fue realmente tremendo, seis o siete minutos de aplausos al final, todos de pie, realmente me daba vergüenza, porque no me lo podía creer.

Hay dos cosas que funcionan, en primer lugar el texto, que me parece que es maravilloso, y luego el desafío del actor, que no es un texto fácil, porque pasa sobre tres ejes fundamentales: primero el tipo bien, en su casa, con su familia, un médico que muestra “qué linda familia que tengo”. El segundo eje es cuando se llevan a la supuesta hija, en que el público se conmueve porque piensa “¡pobre padre!”, y es que está muy bien planteado desde la parte autoral. El tercer eje consiste en mostrar la verdadera cara del tipo, que es un verdadero hijo puta, que cuenta cómo conoció a su hija y cómo la salva del “infierno rojo”, ese matrimonio de 24-25 años que mata, como dice “estos hijoputas hay que cagarlos a tiros, porque si no ponen una bomba en tu casa…”. Esos son los tres ejes que me parecen fundamentales en la obra, y después es muy potente cómo la planteamos nosotros: sin nada, que es un poco lo que pide Pavlovsky, dice “el teatro es una comunión entre el actor y el público, y después si hay algún elemento extrateatral como la luz y el sonido, vale, pero si no ahí está el teatro y es donde hay que trabajar”. También plantea que el hecho dramático es una re-re-recreación: yo escribo una obra y es mi creación, luego la agarra un director y hace una recreación de lo que yo escribí. Después el actor hace una recreación del autor y el director. Finalmente, la última la hace el público. Así que hay que darle un potencial para que el público haga su propia recreación. Eso es lo que realmente moviliza y en lo que hace hincapié en el texto dramático, y es lo que creo que se ha logrado.

Los chicos del instituto de Barcelona no podían creer lo que habían sentido, con un tipo arriba de un escenario haciendo un texto sin nada, y estaban muy motivados. Para mí es fundamental. También en Santiago de Compostela hicimos la función para chicos en edad escolar (14-15 años). Primero ellos no sabían nada de nuestra historia, pero también acostumbran ir a ver teatro con muchas cosas, de luces, sonido… y ver a un tipo arriba del escenario… Lo lindo es el diálogo que se plantea después entre los espectadores y el actor. Y ese miedo que tenía al principio ya no lo siento: ahora estoy envalentonado y quiero volver a hacerla.

¿Alguna vez se te ha dado el caso de alguien que la interprete (o la quiera interpretar) al contrario? Porque hay gente metida en ese mundo, con esas opiniones y que siguen viviendo metidos en él.

Sí, por ejemplo, en Alemania en dos funciones, una en Frankfurt y otra en Colonia, en una especie de debate a propuesta del festival que me invitaba. Una mujer planteaba que ¡pobre padre!, digo sí, pero yo pienso primero en los padres biológicos, que son mucho más pobres que él, porque a esos chicos los mataron a los 24-25 años en la cama y se llevaron a la hija. Comprendo el dolor de esos padres, pero está el dolor de los otros padres, a mí este personaje me parece un hijoputa, le dije. El otro, un señor argentino me dice “¿bueno, por qué tenemos que estar representando todavía este tipo de cosas? Es una herida que hay que cerrar” le dije, el problema es ese, que todavía no están cerradas. Aunque usted lo vea sentado en la platea, esto es una obra de teatro y yo tengo ganas de contar que hay heridas que no están cerradas y si no, habría que preguntarle a las madres y abuelas de Plaza de Mayo que llevan más de 30 años luchando para saber la verdad, y lo que buscan no es la revancha, es verdad, memoria y justicia, no van a la cama de alguien a matarlo por detrás, el señor que hizo tal delito tiene la posibilidad de defenderse ante un juez con su abogado defensor, mientras estos chicos no tuvieron esa posibilidad en la década de los ’70, que iban y los mataban.

Fue muy famosa “la noche de los lápices”, en que chicos de 16 años que querían reivindicar el boleto estudiantil, y a muchos los mataron. A este señor le pregunté ¿le parece que los padres y abuelos de esos chicos tienen que tener las heridas cerradas? Las tendrán cuando el responsable de ese hecho esté preso.

Sí, hay gente que justifica todo ese accionar de aquella época, pero nuestro país, gracias a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, que han luchado (no a la manera de romper vidrios, quemar autos…) de manera inteligente, estos militares que fueron indultados por otros presidentes, con la ley de punto final y de obediencia debida, estaban todos libres y ahora están volviendo al lugar donde deben estar, que es presos. Es la única manera de poder cerrar heridas, o que al menos la justicia diga “si usted es culpable cumpla con la prisión” aún teniendo 80 años, porque ahora es así y quieren cárcel domiciliaria, con su televisión, comiendo bien… ¡no, la cárcel como corresponde!

Aquellas “locas de Mayo” ya son vistas de otra manera, ahora se les tiene respeto ¿no? ¿El país es consciente de lo que ha ocurrido?

Sí, totalmente. Claro que es consciente. Obviamente hay una minoría que no, que defiende a estos sectores de asesinos, pero la mayoría está concienciada y, el caso de la ESMA es lo más paradigmático, porque allí donde torturaban a gente se ha convertido hoy en un Museo de la Memoria y, como ese lugar, hay muchos lugares que lo son. Cada vez que se inaugura un lugar de estos, la gente concurre masivamente a apoyarlo.

El último 24 de marzo (aniversario de cuando se declara el golpe de Estado oficialmente en 1976, porque la represión comenzó en el ’74, pero es cuando se declara el estado de sitio y asume Videla la Presidencia) se hizo un acto de repudio. En esas fechas se hacen marchas en todo el país y el último año ha sido más masiva que otros años, lo que pasa es que el gobierno actual está haciendo una política de Derechos Humanos invalorable. Hablando mal y pronto, los huevos que tiene esta mujer de Presidenta, no los ha tenido ningún presidente anterior, ni siquiera su marido. Así que el pueblo argentino está acompañando mucho en estas manifestaciones de Derechos Humanos.

Y si ahora cambiamos el punto de referencia, la visión desde allí hacia acá ¿qué opinión hay cuando se ve que los jueces de aquí están favoreciendo que se cumpla con la justicia internacional en Argentina y otros países, pero en España se prohíbe que algunos jueces puedan llevar a cabo el mismo cumplimiento en su país?

Bueno, viste que hubo una intervención de nuestra Presidenta cuando Garzón fue removido del cargo, en la que pidió que no se hiciese, y que se investigase si hubo una represión feroz en la época de Franco (creo que la hubo, no soy español, pero por lo que conozco, parece que fue así). Y el pueblo merece saberlo, y si hay parientes desaparecidos de personas que viven en Argentina, que han pedido a la justicia que investigue, pero por cuestiones legales parece que no se puede hacer. Por eso creo que al juez Garzón lo destituyeron o algo por el estilo.

A mí me parece, objetivamente hablando, que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son un ejemplo de lucha, lo increíble de todo esto es que, no sé si conocen la historia, los jueves se juntaban en la plaza de Mayo a pedir justicia, y las marchas eran porque no podían estar paradas debido al estado de sitio, así que daban vueltas alrededor. Yo no vivo en Buenos Aires, pero la vez que iba y caía en jueves daba una vuelta acompañándolas.

Eso nos marcó muchísimo, porque es un ejemplo de una lucha sin revanchas, sino de que se haga justicia. Y no les pueden rebatir por los asesinatos y atrocidades que hicieron. Creo que eso es lo que se tenía que hacer en todas partes, porque al final, estas cuestiones afloran. Hay un expresidente, que se llama Eduardo Dualde, que ahora quiere ser de nuevo candidato, y hablaba del Pacto de la Moncloa. Creo que ese también es un pacto de silencio, al margen de cuestiones políticas. No se pueden dejar cuestiones de lado diciendo “ya pasó…”, no, me parece que es muy fuerte la dictadura que hubo en este país, como para decir que no pasó nada. Habría que preguntarle a las miles de personas que tienen a sus familiares muertos, desaparecidos, que no saben dónde están.

Uno de los casos más paradigmáticos es el del asesinato de Federico García Lorca ¿cómo puede ser, matar a una persona como él? Es terrible. Pero aunque hubo críticas hacia ella por meterse en la política española, nuestra Presidenta, es todo así. Me causa gracia el tema del intervencionismo, porque hay presidentes mucho más poderosos que intervienen a todos los países. Es más, si hay que intervenir militarmente también intervienen.

Ni quiero hablar de la cuestión ideológica, porque a nosotros nos toca de cerca en el arte. El otro día participé en una mesa en la embajada de Argentina, con españoles y argentinos, y se hablaba de la poca difusión que hay ahora de películas de ambos países. En Argentina no sabemos de la existencia del cine brasileiro, paraguayo, uruguayo o chileno, que están al lado nuestro: no hay películas o tienes que verlas en un festival de cine, o en cineclub, pero masivamente no hay. Si vas a un videoclub verás las películas que hay mayoritariamente.

Es decir, del Norte te mandan películas que a veces son muy buenas y otras una porquería, pero el problema es ¿qué nos pasa a nosotros como creadores? A Almodóvar o a Campanella, se les conoce a través del “país del Norte” ¿por qué?

Eso me parece terrible, porque es una manera de coartarnos nuestra creatividad y la manera de pensar, y nos convertimos en consumidores de McDonalds, todo va mejor con Coca Cola, y todas esas cosas. ¿Y por qué?, si yo me puedo tomar un buen vino mendocino que es mejor.

Siguen saliendo películas que pueden ser molestas por mucho que sean comerciales (recientemente “El secreto de sus ojos”). En el caso de Argentina estamos un poco “a toro pasado”, en España aún estamos en plena cuestión ¿qué peso puede tener la Cultura en mantener una serie de libertades, o qué peso tuvo en Argentina en su momento?

De siete años a esta parte vengo a España, y me llama poderosamente la atención que los españoles sepan menos de teatro español que yo, que vivo en Argentina. Cuando íbamos a la escuela primaria teníamos la materia de Castellano, y después en la secundaria nos enseñaban los clásicos españoles (Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, Lorca…) me llama la atención, porque hablo con la gente y le digo que el lenguaje y las obras españolas son bellísimos, el decir, el hablar… ¿cómo puede ser que el español no valore esas cosas? Allá hay un dramaturgo muy admirador del teatro español, un travesti que se llama Florencia de la Vega, pero como hay una mujer que se llama exactamente así, le prohibió usar ese nombre artístico, así que ahora se llama Florencio de la Ve. Y dice, antes la gente iba a los teatros, a las casas, a los corrales… a disfrutar de Lope de Vega, ahora van a disfrutar de Florencio de la Vega. La cultura española nos marcó muchísimo: Lorca y Alberti estuvieron en Argentina, el Teatro Nacional Cervantes fue donado por María Guerrero, el Teatro Margarita Xirgu… a nosotros nos marcó muchísimo, pero lo que más nos marcó es esa pasión por las artes, también grandes pintores, etc.

Pero, a pesar de todo, en la época de la dictadura (por ejemplo en 1981) el teatro ha estado un poco a la vanguardia de las luchas populares, por ejemplo, trabajando mancomunadamente con las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo.

Por eso, en ese momento, se creó el Teatro Abierto, un movimiento teatral muy importante, en el que actores, directores y dramaturgos escribían pequeñas obritas cortas y se hizo un movimiento. La gente concurría masivamente a ver teatro de problemática política (aún en dictadura, durante el ’81-82, la democracia vino en el ‘83). Luego se creó el Teatro x la Identidad. Así que, de alguna manera, siempre el teatro ha estado codo a codo con las luchas populares, y es lo que veo que en España no pasa, como en el caso de los teatros alternativos, que no se juntan para estrategias… parece que el teatro español carece de un vacío político ideológico, es decir ¿a dónde apunta? Veo mucho montaje, DVD, proyecciones, cosas… pero, tú has visto Potestad, que no tiene nada, está despojado de todo, pero es muy fuerte dramáticamente, y eso es lo que veo que falta, el compromiso ideológico.

Ahora he visto algunas cosas interesantes con motivo de los 100 años de Miguel Hernández (otro gran baluarte español). ¿Cómo pueden ser estas cosas, que a los artistas de acá no les movilice eso, agarrar a Miguel Hernández, actualizarlo, traerlo a nuestra época?, digo en el contenido. Ve a los jóvenes del teatro y sólo hablan de la subvención, cuánto me van a dar, si puedo ir… pero ¡hablemos de teatro!

Estuve hace cuatro o cinco años en la Universidad de Alcalá de Henares, en la Facultad de Filología, que para nosotros tiene que ver con el teatro antropológico y hay gente que va a hacer master allí, así que nos invitaron y estábamos haciendo La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de la Parra, para dar una charla a los alumnos, la mayoría de ellos de Latinoamérica, brasileiros, colombianos, que estaban haciendo el máster. No soy un académico, soy un trabajador del teatro, no hablo mucho de las técnicas teatrales porque no me gusta, pero me miraban porque les hablaba del teatro colombiano, uruguayo, brasileño, argentino…, de autores, obras y demás, y me pregunto ¿Cuándo uno va a la Universidad qué estudia? Porque esa persona sale de ahí y después forma ¿en qué forma, qué mete en la cabeza a la gente?

Cuando yo estudiaba Teatro, teníamos que estudiar a Bertolt Brecht, a Chéjov, a Shakespeare, pero estudiarlos, no leerlos, leerlo es una cosa y estudiarlo es otra, porque cuando lo estudias profundamente, te pasan cosas inevitablemente. Pero lo lees y… ¿y? ¿qué pasa con los conflictos humanos que hay detrás de todo eso? Y son monstruos, porque se leen de nuevo con el tiempo y uno dice ¡hala!, porque en la vida uno va experimentando cosas y a los 25 años no le daba la cabeza para entender la profundidad de lo que escribía este tipo. Y también el conocer y vivenciar la historia. He ido a Granada a ver dónde nació Lorca y la cabeza a uno se le abre de una manera insólita. Así que la formación es esencial, pero la formación en serio, no me puedo formar como profesor de teatro, para enseñarle al alumno ¿qué?

Arahualpa del Chopo decía que el lector y la gente del teatro es como si fuese el doctorado del hombre, porque es un arte que reúne todas las disciplinas, y si el actor no sabe un poco de filosofía, de psicología, de política, de sociología, es difícil que pueda ser un actor potente en el escenario. Yo se lo escuché decir hace como 30 años y cada vez me doy cuenta de que con el paso del tiempo cada vez sé menos y tengo que aprender mucho más.

¿Al año que viene vuelves con algo nuevo?

Al año próximo vuelvo con Potestad, porque me lo han pedido en Barcelona y en Santiago. Y también a Madrid, porque tengo una deuda pendiente con Madrid, nunca me ha ido bien pero hablando con Jorge Eisner, me ha propuesto que va a hablar con organizaciones de Derechos Humanos y ONGs que tienen que ver con este tema. Y tengo ganas de hacer alguna otra cosa. Uno se plantea cuando sale de gira el tema económico, porque si vienes con una obra impresionante, hay que conseguir dinero para viajar, dónde hacerla…, en fin, y luego hay que desechar muchas ideas. Y ahora que España está con crisis económica, se apunta más a lo seguro que a cosas que desconocen. Pero algo vamos a hacer.

¡Qué os vamos a explicar de crisis a los argentinos!

Sí, realmente, cuando veo cómo vive la gente comparado a cómo vivimos nosotros… Es muy distinto, porque aparte, de la crisis, tenemos también la inflación que nos come. Yo he estado fuera unos meses y cuando vuelvo las cosas subieron un 30-40%. Pero acá el café en los últimos 7 años vale más o menos lo mismo: entre 70 céntimos de euro a 1,40€. Pero allá subió desde los 80 centavos a los 6 pesos de hoy, y todo así. No tiene sentido.

Acá la gente despilfarra, veo obras faraónicas. El otro día miraba la estación de autobuses y me preguntaba ¿por qué tan alto?, claro, eso equivale al gasto de muchas bolsas de cemento ¿si la puedes hacer a 3m, por qué la hiciste a 10m? Luego vi una biblioteca monstruosa que han inaugurado, pero no tiene libros, aunque el edificio está espectacular, y esas cosas hay que pagarlas ahora. Y quien las paga siempre es el pueblo, porque el otro día vi que el hijo de Berlusconi se compró un yate que le costó 18 millones de euros, o sea que a él no creo la crisis le afecte nada, así que la van a pagar, obviamente los trabajadores, y en Argentina pasa lo mismo… y en Latinoamérica en general, las crisis las siguen pagando el pueblo, lamentablemente.

DATOS RELACIONADOS

Hugo Angel Kogan (Mendoza, Argentina. 1951), es titulado superior en Arte Dramático por la U.N.C.

Además de una continua formación en los ámbitos de la dirección y la interpretación, ha representado y dirigido desde 1968 hasta la actualidad más de un centenar de trabajos escénicos.

Ha obtenido entorno al medio centenar de premios y nominaciones de diverso tipo y procedencia por su trabajo teatral, ya sea en Argentina o en otros países, entre los cuales, uno de los últimos por su montaje e interpretación en Potestad, de Pavlovsky, fue en España, en el Festival Teatro Clásico de Olmedo (2008)

Así mismo, como dramaturgo es autor de “Los Juegos de Chevelín”, “Juguemos” y “Con la Calle no se juega”.

Desde el año 2005 viene organizando anualmente el Festival Iberoamericano de Teatro Cumbre de las Américas, del que también es Director General, sin haber dejado en ningún momento de continuar en su labor de interpretación y dirección teatral.

Alojados en NODO50.org
Licencia de Creative Commons