Mercedes Gigosos – La República Cultural
Emoción viene de emovere. El origen del término emoción está asociado con la palabra movimiento y, más concretamente, con el movimiento del ánimo, del alma. Cuerpo y alma bailan en el espectáculo Wonderland que Víctor Ullate tiene, hasta el día 31 de octubre, en los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid.
Si la búsqueda de la expresión corporal y de la comunicación a través del cuerpo es norma en la danza, Wonderland destila emoción por todos sus costados. El reto era importante: llevar a escena el ambiente de un psiquiátrico y hacerlo de tal manera que lo que llegue al espectador sea el grandioso mundo de la enfermedad mental. “Un espectáculo que busca eliminar los tabúes y librarse de todo prejuicio a la hora de abordar un mundo complejo como es el de la mente humana y sus recovecos. Y como aquellos a los que consideramos locos, muchas veces, nos muestran una cordura y una lucidez sorprendentes”, relata el propio Victor Ullate.
Si algo se respira en Wonderland es emoción, movimiento, de cuerpos y, además, de sentimientos: espontaneidad e ingenuidad; alegría y también tristeza; compañerismo y soledad; miedo y ternura; todas estas emociones van dejando su estela en los cuerpos, muchos de ellos con signos de enfermedad y, casi todos, cargados de evidentes señas de diferencia. La buena capacidad interpretativa de los bailarines entra, en muchos momentos de la obra, en competencia con su habilidad para la danza, de tal modo que uno duda si el bailarín podrá salir de su silla de ruedas para bailar. No es fácil integrar el movimiento ligero, liviano, elegante y grácil propio de la danza con la descoordinación, torpeza, impedimento y limitación de la enfermedad; y, sin embargo el ballet de Víctor Ullate hace de todo uno, integrando todos estos efectos en algo que resulta conmovedor y bello.
Para comprender el mensaje y el tratamiento que da el corógrafo y director a la enfermedad mental, baste con decir que Ullate llega a esta propuesta movido por el vínculo afectivo con el mundo de la locura, pues la obra es una respuesta a una experiencia, es un homenaje a alguien muy querido para él. “En esta obra, he querido plasmar, por un lado, la cara positiva de este mundo desconocido, a veces tan incomprendido, que está compuesto por los delirios de la mente. Ese mundo que tan a menudo nos atrevemos a ignorar y juzgar, dando por supuesto que nosotros somos los mentalmente correctos. Por otro lado, fluyen las reflexiones y emociones que he vivido gracias a una persona muy cercana y querida inmersa desde hace décadas en esta interesante realidad”.
La música de Philip Glass, compositor de prestigio entre los ballets contemporáneos, acompaña los diferentes números de la obra. El habitual recurso a la reiteración y repetición de sonidos, propio de Glass, prestan un buen apoyo al tema objeto de la obra; aunque, en algún momento la excesiva particularidad y fuerza de su música no permita marcar rupturas entre números o potenciar las suavidad de determinadas emociones.
La puesta en escena de Wonderland es, además, muy acertada. La escenografía, de Paco Azorín, es sencilla, limpia y aséptica, como propia del ambiente sanitario. La iluminación y los efectos visuales marcan los cambios de escenario y sirven para sacar a los enfermos de su retraimiento, arrastrando su atención con simples estímulos que evidencian la inocencia.
Resaltar el importante efecto del vestuario que en palabras de Anna Güell, su responsable, busca marcar la complejidad interna de la mente enferma. “Al plantearme el diseño para esta coreografía, surgió un aspecto que prevalecía fuertemente en relación al resto: el desorden estético. Este debía estar fuertemente ligado al estado mental que experimentan sus personajes. Por ese motivo he creado un vestuario ajeno a las modas y tendencias actuales. El proceso interno en el que viven no está ligado a ninguna temporalidad, quedando plasmada así su alienación personal”.
Wonderland es la última coreografía de Victor Ullate. Conocido por todos dada su larga trayectoria en el mundo del ballet, el director del Centro de Danza Víctor Ullate, Premio Nacional de Danza 1989 y condecorado con la Medalla de oro de las Bellas Artes en 1996, ha seguido cosechando premios y éxitos artísticos durante los últimos años, en los que al frente de espectáculos tan distintos como Don Quijote o Samsara es habitual en las carteleras madrileñas.
El apoyo desde 2001 de su director artístico, Eduardo Lao, aporta al Víctor Ullate Ballet los ecos de la danza española (tanto en las coreografías como en escenografía o vestuario).
La Compañía, el elenco de bailarines, responden con su gran capacidad artística al reto planteado por sus directores, pero además aportan una capacidad interpretativa que no todos los bailarines sabrían llevar a escena.