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ISSN 2174 - 4092

Morir en el Sáhara por dos Reales - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

En la época de los Reales, el Sáhara aún era colonia, e incluso llegó a ser provincia española, hasta que las reclamaciones de sus propietarios por derecho (el Pueblo Saharaui), consiguió que los organismos internacionales pusieran coto a la colonización, y les diera la razón exigiendo a España que abordara el proceso de transferencia para su descolonización: y en eso llegó el rey de Marruecos para invadir, matar y saquear. Algunos de aquellos saharauis supervivientes pudieron conservar sus respectivos DNI, o algunos de los documentos que les identificaban, gracias a lo cual pudieron comenzar hace unos años a tramitar sus papeles para que se les otorgase la nacionalidad española. No a fin de querer vivir aquí, sino de poder oponerse al régimen dictatorial, antes de Hassan II, ahora de Mohamed VI, sátrapas que, como reyes, no son elegidos por su pueblo, pero al que saquean junto con los invadidos. Y es que allí, los saharauis son como perros a los que no se extermina por el “qué dirán”, pero carecen de derechos (no sólo los humanos, sino de todo tipo). Esto por no hablar de la colonia de cientos de miles de exiliados que se encuentran en una provincia del desierto Argelino, en campamentos de refugiados, sin más que algunas condiciones mínimas de subsistencia: son supervivientes de aquella hégira tras el exterminio que el anterior rey de Marruecos desató durante la invasión del Sáhara Occidental.

Morir en el Sáhara por dos Reales

Tanto vale nuestra ciudadanía para el Estado español

Campamento Saharaui
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Campamento Saharaui

Uno de los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia), el año 2006.
Foto: Julio Castro.

Campamento Saharaui
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Campamento Saharaui

Uno de los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia), el año 2006.
Foto: Julio Castro.

Julio Castro – La República Cultural

Así se decía hasta hace menos de un siglo, cuando se trataba de calificar algo que no tenía apenas apreciación “no vale ni dos Reales”. Era una época en que la moneda española (la peseta) se dividía en céntimos y cuartos, de manera que la “perra gorda” eran los 5 céntimos, la perra chica los 10 céntimos, el Real los 25, y los 50, que eran una moneda pequeña perforada en el centro eran los dos Reales. Recuerdo que los gitanos de mi barrio, hasta casi los ’80, seguían traduciendo las cuentas a Reales en las tiendas, pese a que ya no existía en curso la moneda que los hiciera corresponder, pero para ellos, que entonces manejaban pequeñas cantidades, seguía siendo un equivalente, y era como cuando aquí se cambió de la peseta al euro.

En la época de los Reales, el Sáhara aún era colonia, e incluso llegó a ser provincia española, hasta que las reclamaciones de sus propietarios por derecho (el Pueblo Saharaui), consiguió que los organismos internacionales pusieran coto a la colonización, y les diera la razón exigiendo a España que abordara el proceso de transferencia para su descolonización: y en eso llegó el rey de Marruecos para invadir, matar y saquear.

Algunos de aquellos saharauis supervivientes pudieron conservar sus respectivos DNI, o algunos de los documentos que les identificaban, gracias a lo cual pudieron comenzar hace unos años a tramitar sus papeles para que se les otorgase la nacionalidad española. No a fin de querer vivir aquí, sino de poder oponerse al régimen dictatorial, antes de Hassan II, ahora de Mohamed VI, sátrapas que, como reyes, no son elegidos por su pueblo, pero al que saquean junto con los invadidos. Y es que allí, los saharauis son como perros a los que no se extermina por el “qué dirán”, pero carecen de derechos (no sólo los humanos, sino de todo tipo). Esto por no hablar de la colonia de cientos de miles de exiliados que se encuentran en una provincia del desierto Argelino, en campamentos de refugiados, sin más que algunas condiciones mínimas de subsistencia: son supervivientes de aquella hégira tras el exterminio que el anterior rey de Marruecos desató durante la invasión del Sáhara Occidental.

La extrema violencia que el monarca ha desatado en estas semanas en territorio saharaui ha dejado cientos de desaparecidos (esto no es nuevo), y un indeterminado número de muertos y torturados que va en aumento aunque se niegue desde los portavoces de los asesinos y los cómplices que les reciben en Madrid, para respaldar el genocidio: el del 1975-76 y el de ahora: porque la memoria histórica no se limita al corralillo que pensaron algunos, hay tropelías del mismo signo por doquier, y esta afecta e implica a España.

Entre los asesinados, torturados y perseguidos hay españoles, pero alguien en los medios oficiales se ha ocupado de la consiguiente manipulación, de manera que con gran vergüenza, hace dos días podía escuchar la noticia en la que a uno de ellos, para el que una ONG reclama auxilio para curarle de las heridas derivadas de la tortura, le calificaban en los informativos de Radio Nacional de “saharaui con pasaporte español”. Seguramente el asesinado hace unos días también, de manera que la nacionalidad española ya no vale de nada si no conviene a quienes negocian sus bolsillos.

Ahora el Gobierno español, para no enfrentar a los dos primos reales, acepta la “versión de Marruecos” sobre los hechos, reconociendo que ha sido una “acción pacífica” (en palabras de quien lo describe, el asesino de Interior marroquí), de modo que, al parecer, al margen de los crímenes contra el Pueblo Saharaui, ni los españoles son españoles en Marruecos, ni nadie dice la verdad de entre los testigos, sea la prensa o los cooperantes, que se juegan allí la vida.

Y para remate, sale la Sinde, que cada vez demuestra que de cultura no tiene nada pese a regentar el susodicho ministerio, exigiendo a la gente vinculada a la Cultura (ahora sí con mayúsculas), que no hablen de lo que no saben, porque no son “expertos”. Vaya pandilla de indecentes e indocumentados que nos gobiernan y nos insultan a la cara. No les queda nada de respeto, y han alcanzado el mismito nivel que los fachas de Aznar, cuando nos metieron en una guerra con mentiras, insultaron los derechos y la inteligencia de su pueblo y despreciaron a la prensa, incluso cuando los mataban en Iraq.

Es lo que tenemos, son iguales con cara rosita o azulona, porque todos llevan la camisa nueva, que se han comprado a costa nuestra: en este caso, tejida en Marruecos. El pueblo marroquí no tiene culpa alguna de lo que haga su dictador, pero igual que el pueblo español, debe dejar de ser cómplice de un estado criminal, y rebelarse con nosotr@s frente a los crímenes contra la humanidad. Entre tanto, cuidado, porque en Marruecos o en el Sáhara, matar costará poco: basta con dos Reales. Pero no callaremos.

¡Viva el Pueblo Saharaui!