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ISSN 2174 - 4092

Fernando Sánchez Castillo, espacio público y memoria colectiva - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

A lo largo del siglo pasado y sobre todo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la relación entre arte y memoria comenzó a ocupar un lugar cada vez más relevante en las mesas de debate. Con la afirmación de Theodor Adorno sobre la imposibilidad de hacer poesía después de Auschwitz, el debate, lejos de quedar saldado, se profundizó y fue tornándose aún más complejo con la sucesión de diversos hechos políticos y sociales como la guerra de Vietnam o las dictaduras militares en Latinoamérica. Por lo tanto, el binomio arte-memoria es una dimensión que parte de la compleja relación entre la producción artística y el contexto político y social en que ésta circula. El monumento según su etimología latina, define un objeto, normalmente escultórico, que se asienta en un lugar específico y mantiene en vigor el recuerdo de un acontecimiento pasado, estableciendo un vínculo oportuno con el lugar donde está situado y en sintonía con una narración histórica o mitológica. Por esta razón el monumento siempre ha sido considerado como una de las manifestaciones más tangibles de la firmeza de la persistencia. Sin embargo, la sociedad moderna -por organizarse en torno a modelos de representación y a patrones institucionales que prescinden de algunos valores más arcaicos- con el tiempo acabó extirpando muchos de los fundamentos que conferían sentido a la escultura conmemorativa. La cultura actual viene marcada por un sentimiento de negatividad donde los grandes relatos de la modernidad han llegado a su fin, tras la caída del muro de Berlín en 1989 se empieza a hablar de posmodernismo y a considerar que la historia como sistema legitimador de los grandes relatos ha llegado a su fin. Pero años después cuando un 11-09-2001 las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York son derribadas, esta afirmación del fin de la historia se pone en evidencia.

Fernando Sánchez Castillo, espacio público y memoria colectiva

La contramemoria de historias olvidadas o reprimidas

La ciudad sin héroes
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La ciudad sin héroes

Fernando Sánchez Castillo (2002)
Fotografía. 70 x 100 cms. Edición 1/3.
Galería Fúcares-Almagro

Anamnesis
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Anamnesis

Fernando Sánchez Castillo (2003)
Dos esculturas, cada una 113 x 249 x 153 cm
Dos bases, cada una 100 x 200 cm

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Silvia Martín* – La República Cultural

A lo largo del siglo pasado y sobre todo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la relación entre arte y memoria comenzó a ocupar un lugar cada vez más relevante en las mesas de debate. Con la afirmación de Theodor Adorno sobre la imposibilidad de hacer poesía después de Auschwitz, el debate, lejos de quedar saldado, se profundizó y fue tornándose aún más complejo con la sucesión de diversos hechos políticos y sociales como la guerra de Vietnam o las dictaduras militares en Latinoamérica. Por lo tanto, el binomio arte-memoria es una dimensión que parte de la compleja relación entre la producción artística y el contexto político y social en que ésta circula.

El monumento según su etimología latina, define un objeto, normalmente escultórico, que se asienta en un lugar específico y mantiene en vigor el recuerdo de un acontecimiento pasado, estableciendo un vínculo oportuno con el lugar donde está situado y en sintonía con una narración histórica o mitológica. Por esta razón el monumento siempre ha sido considerado como una de las manifestaciones más tangibles de la firmeza de la persistencia. Sin embargo, la sociedad moderna -por organizarse en torno a modelos de representación y a patrones institucionales que prescinden de algunos valores más arcaicos- con el tiempo acabó extirpando muchos de los fundamentos que conferían sentido a la escultura conmemorativa. La cultura actual viene marcada por un sentimiento de negatividad donde los grandes relatos de la modernidad han llegado a su fin, tras la caída del muro de Berlín en 1989 se empieza a hablar de posmodernismo y a considerar que la historia como sistema legitimador de los grandes relatos ha llegado a su fin. Pero años después cuando un 11-09-2001 las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York son derribadas, esta afirmación del fin de la historia se pone en evidencia.

El redescubrimiento de la ciudad por el mundo contemporáneo consiste en saber que ésta es el marco de las instituciones sociales por lo que se dan en ella confrontaciones con la sociedad, la historia y la ideología dominante. Los monumentos, plazas o edificios públicos además de ser elementos estéticos y arquitectónicos, son signos ideológicos cargados de connotaciones y valores. Hoy en día no cabe duda que el monumento es la obra de arte por excelencia más asociada al poder. Del mismo modo la escultura por sus cualidades de tridimensionalidad y materialidad, ha sido un medio privilegiado para la transmisión de las ideologías dominantes. Es por esto que muchos monumentos se han visto expuestos al juicio popular, y a menudo han sido ultrajados por el efecto de las discrepancias ideológicas con la idea que éstos encarnaban.

Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) estudia las relaciones entre arte y poder, entre espacios públicos y memoria colectiva. En su práctica artística resuena el concepto de resistencia propuesto por Foucault, una estrategia que se identifica con la red de relaciones de poder que recorre la totalidad de nuestra sociedad. Su obra incorpora la noción de otra memoria, relacionada con la construcción de una contramemoria que es la afirmación de las historias olvidadas o reprimidas. Estas huellas del pasado cercano quedan a menudo absorbidas de forma incongruente en el tejido urbano y son olvidadas por la memoria colectiva de sus ciudadanos. Estas huellas suponen un desafío mudo en el regreso de España al régimen democrático, de lo que resulta una confusa combinación de rechazo hacia el régimen dictatorial junto con la tolerancia de sus restos materiales. En Madrid, por su condición de capital del país, el repertorio monumental hace que el espacio urbano de la ciudad sea un escaparate donde se exhiben determinados valores que trascienden lo puramente municipal. Es decir, que la escultura pública de Madrid alude más que en ninguna otra ciudad, al nacionalismo español, tanto por la relevancia monumental de algunos personajes históricos representados, por la profusión de militares encargados de defender esa idea nacionalista, como la significación nacional de literatos y artistas. La capital española fue el centro del proceso de normalización democrática que siguió a la muerte de Franco y a medida que la cúpula franquista iba cayendo en el olvido, sus restos físicos se mostraban incrustados en la ciudad como huellas indelebles de un pasado persistente. A través las obras de este artista se intenta utilizar el proceso creativo como una herramienta capaz de ahondar en el conocimiento del presente y el imaginario visual de España. La práctica artística desarrollada por Fernando Sánchez Castillo se basa fundamentalmente en el terreno conceptual. Obras como Volver a nacer (1999), La calle es mía (2004), Arquitectura para un caballo (2002), Anamnesis (2003), Ciudad sin héroes (2002) o exposiciones como Abajo la inteligencia (MUSAC, 2007) y Episodios Nacionales.Tácticas (Photoespaña, 2010), nos ofrecen un amplio abanico de la polémica obra de este artista madrileño.


*Silvia Martín Gutiérrez (Salamanca,1983) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca (promoción 2002-2006) y Master en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual por la Universidad Autónoma de Madrid y el MNCARS (2009). Actualmente está inscrita en el Programa de Doctorado de Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual de la UAM y el MNCARS. También es Diplomada en Diseño Gráfico y Multimedia por Azpe Informática, Centro de Formación Oficial de Microsoft (2006-2007).

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