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ISSN 2174 - 4092

L´Avventura, sensación de distanciamiento e indiferencia - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Podría elegir cualquier película de Michelangelo Antonioni para describir mi propia angustia y mis ruinas emocionales dejadas en el campo de batalla de mi vida cotidiana; La noche (1961) que trata, entre otras cosas, de una historia de crisis matrimonial y un escritor al que se le están agotando las ideas. El eclipse (1962) de cuya visión es la ciudad moderna, del vacío de sus habitantes, de sus deseos de huida y su código expresivo: el lugar de una cita en el que Mónica Vitti espera en vano, una farola que se enciende mientras tiene lugar el eclipse que da título al filme. El desierto rojo (1964) donde de nuevo la Vitti es una mujer insatisfecha de su vida conyugal y de su esfera social y afectiva. Vive en una ciudad industrial que parece un desierto física y emocionalmente. Blow-up (1966) donde sus personajes son sólo fotografías, seres desconcertados y heridos, carente de toda sustancia. Zabriskie Point (1970), otro declive del amor y de los valores sobre un mundo destrozado por construcciones llamativas y extravagantes y por ambiciosos planes de desarrollo. En todas ellas, los personajes de Antonioni son soñadores, atrapados entre la búsqueda de la satisfacción y el inevitable declive, y algunas veces incapaces de mirarse unos a otros por el dolor que provoca el hecho de ver y ser vistos. Los espacios desiertos en Antonioni son una metáfora a la incomunicación, la imposibilidad de amar y el miedo al fracaso. En La aventura (1960) es quizá donde mejor expone esas lagunas que separan a la gente y sus relaciones entre el mundo interior y exterior.

L´Avventura, sensación de distanciamiento e indiferencia

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Monica Vitti en el film de Antonioni.

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Uno de los muchos carteles de la mítica cinta de Antonioni

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DATOS RELACIONADOS

Título original: L’avventura, 1960
Dirección: Michelangelo Antonioni
Guión: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni, Elio Bartolini
Intérpretes: Gabriele Ferzetti, Monica Vitti, Lea Massari, Dominique Blanchar, Renzo Ricci, James Addams
Fotografía: Aldo Scavarda (B&W)
Música: Giovanni Fusco
Duración: 145’
País: Italia
Productora: Coproducción Italia-Francia; Cino del Duca P.C / P.C. Europea / Société Cinematographique Lyre

Francisco Machuca - La República Cultural

Podría elegir cualquier película de Michelangelo Antonioni para describir mi propia angustia y mis ruinas emocionales dejadas en el campo de batalla de mi vida cotidiana; La noche (1961) que trata, entre otras cosas, de una historia de crisis matrimonial y un escritor al que se le están agotando las ideas. El eclipse (1962) de cuya visión es la ciudad moderna, del vacío de sus habitantes, de sus deseos de huida y su código expresivo: el lugar de una cita en el que Mónica Vitti espera en vano, una farola que se enciende mientras tiene lugar el eclipse que da título al filme. El desierto rojo (1964) donde de nuevo la Vitti es una mujer insatisfecha de su vida conyugal y de su esfera social y afectiva. Vive en una ciudad industrial que parece un desierto física y emocionalmente. Blow-up (1966) donde sus personajes son sólo fotografías, seres desconcertados y heridos, carente de toda sustancia. Zabriskie Point (1970), otro declive del amor y de los valores sobre un mundo destrozado por construcciones llamativas y extravagantes y por ambiciosos planes de desarrollo. En todas ellas, los personajes de Antonioni son soñadores, atrapados entre la búsqueda de la satisfacción y el inevitable declive, y algunas veces incapaces de mirarse unos a otros por el dolor que provoca el hecho de ver y ser vistos. Los espacios desiertos en Antonioni son una metáfora a la incomunicación, la imposibilidad de amar y el miedo al fracaso. En La aventura (1960) es quizá donde mejor expone esas lagunas que separan a la gente y sus relaciones entre el mundo interior y exterior.

En La aventura no pasan demasiadas cosas, al menos en el sentido tradicional de la expresión "pasar", y carece de una trama o argumento convencional; es decir, de una serie de acciones que ocurren en determinados lugares a lo largo de un plazo de tiempo dado y que conducen a algún tipo de resolución; pues el filme es más sobre los estados de ánimo de los personajes que sobre lo que realmente hacen. Toda la película se ve impregnada por la sensación de distanciamiento e indiferencia.

La desaparición de Anna (Lea Massari) durante unas breves vacaciones en barco con unos amigos termina por no tener importancia. Mediada la película ha sido prácticamente olvidada y, de hecho, no se le llega a encontrar nunca. Sin embargo, su desaparición actúa como catalizador y sirve para unir a su amante, Sandro (Grabriele Ferzetti), y a su amiga Claudia (Mónica Vitti). Los personajes son como sonámbulos, y se desplazan letárgicamente de un sitio a otro, aburridos de sus amigos, de sí mismos y de la vida en sí. Las acciones se producen de manera casi casual, y el sexo sirve como una especie de anestesia que calma la traición, la desilusión, el hastío y la soledad. Angustiada antes las fisuras de su relación con Sandro, Anna le explica que se ha acostumbrado a sus largas ausencias a pesar de amarle. En otro momento, le dice a Claudia: "Cuando estás sola, puedes pensar en lo que quieras. Cuando él está ahí, delante de ti, ya no hay nada más en el mundo". Sandro es incapaz de comprender los sentimientos de Anna; lo único que parece guiarles en el egoísmo, como demuestra en las últimas escenas del filme en las que, después de haber iniciado un "affair" con Claudia, hace el amor con una prostituta. La atracción que siente hacia Claudia (y la de ella hacia él) parecen inoportunas y fuera de lugar, sobre todo teniendo en cuenta que Anna puede haberse suicidado unas pocas horas antes. Giulia (Dominique Blanchear), otra amiga, se pasa el tiempo diciendo estupideces, duramente criticadas por su marido, Corrado (James Addams). Termina entregándose a un joven artista, no tanto por atracción hacia él como llevada de su deseo de herir a Corrado. La mujer del jefe de Sandro es completamente insensata, y se deja manosear por uno de los invitados del yate, sin apenas prestar atención a la mano que se introduce debajo de su camisón.

Creo que el cine de Antonioni cobra vigencia en estos tiempos de mezquino y repetido absurdo cotidiano: el absurdo continuo de los hechos de los movimientos del corazón.

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