Julio Castro – La República Cultural
Según entras a la sala, un auténtico concierto te acoge en directo, con un trío musical tipo jazz band, que interpretan temas que van desde la voz del rey Louis, hasta esos ojos negros del ¡Oh chichornia!, bajo un farol, en el lateral del escenario: precisamente los tuve todo el rato a mi lado, interpretando su música hasta que los actores hacen su aparición, pero también más adelante en determinados momentos. Son Nando Lago a la guitarra, Tozo al acordeón y voz, y Jorge Vistel a la trompeta, que introducen a los actores y acompañan los cambios de escena o ciertas situacionesd de confusión.
La soledad y las relaciones con los más cercanos, son dos de los principales temas que se esconden detrás del humor que liberan los componentes de la compañía Teatro El Zurdo, con su nueva puesta en escena, en la que nos ofrecen una obra creada a partir de un texto del autor y dramaturgo José Ramón Fernández.
Aunque el protagonista del título es, ni más ni menos, la estrella del futbol Dmitro Chigrinskiy, el trabajo no gira entorno al jugador ucraniano, sino que es el elemento de anclaje que sirve para conectar a los personajes que irán apareciendo en escena y, especialmente, para el elemento simbólico que se desvelará a medida que avance la historia.
El actor Miguel Barderas desarrollará el personaje del futbolista, quizá la persona más asertiva y entrañable en la relación de este grupo de gente, pese a mantener (hasta cierto punto) la fría distancia que le identificará con su lejano y poco caluroso país. Por su parte, Luis Crespo, es el vecino Carlos, y preside la comunidad; se trata de un personaje de compleja personalidad, que muestra una cara a la gente que le rodea, en tanto que sus pensamientos más profundos deben ser bastante tortuosos, como podremos ir descubriendo. Tal vez los personajes más elaborados sean los de las mujeres, de manera que Beatrice Binotti encarna a la intérprete que traduce en primer término al futbolista, para luego convertirse en una vecina más, con cierto grado de tormento y afección, más en lo externo que en su interior, donde luego trata de ayudar a otros. En cambio, Nuria Benet, vendedora de colchones (en una tienda que está situada precisamente en… bueno, ella se lo explica), trata de facilitar las cosas a todos, aunque entrometiéndose claramente en sus vidas y, en su solitaria mesa, se dedicará a ciertas manualidades de manera constante, con los vegetales. No queda el definitivo nexo de unión entre los vecinos y el futbolista, y este cae en manos de Eugenio Gómez, vecino con un serio problema a la hora de dormir, que será el que precisamente le una con el desconocido nuevo vecino ucraniano.
La cuestión es mirar lejos a través de una ventana cercana, por medio de la cual, nuestras vidas tendrán un trocito de lo que no tenemos cerca y echamos de menos. Pero a la vez, es preciso darse cuenta de que hay cosas y gentes más cercanas que nos ayudarán a ubicarnos allá donde nos encontremos: basta comunicarse y compartir. El aprendizaje por parte Dmitro es ejemplar, pero veremos finalmente que algo se ha quedado impregnado allá por donde pasó, de manera que no se va con todo.
Cada personaje tiene su mensaje personal, su agobio, su tema a resolver… con ello comienzan y con ello cierran (además de la sorpresa final). Todo es un absurdo caos en esta obra, en la que nada es tan real como unir cada una de las historias personales, para darse cuenta de que nosotr@s también vivimos en la casa de los locos, y no hacemos nada para ponerle cordura (y ¿quién sabe si la tiene?). Ellos y ellas, actores y actrices, mantienen su impostura hasta el último instante en escena, dando un paseo musical entre el público y sin perder su personaje hasta que desaparecen finalmente por la puerta. Llegaron en ascensor, se fueron en él y al final de los aplausos nos saludan con sus agobios, con su acompañamiento y con su sentido del humor. Si alguien esperaba encontrar algo de fútbol en este teatro, no creo que encuentre demasiado, porque esto es la trastienda de nuestras casas.
Sinopsis
En La ventana de Chigrinskiy hay un futbolista famoso que puede ver cómo nieva en Ukrania a través de su ventana barcelonesa. Hay otro vecino que cada noche se duerme en su cama y se despierta Dios sabe dónde. Dios no sale, por cierto. Hay una chica que oye lo que piensa la gente.
Hay gente sola que mira por la ventana y que sueña que volar a la dulce infancia, o a donde sea. Lo que viene a ser un ejercicio de puro realismo cuando se junta uno con la troupe de El Zurdo.
La ventana de Chygrinskiy nos habla sobre los sueños de los habitantes de un edificio de Barcelona, donde hay gente sola que mira por la ventana y que sueña con volar a la dulce infancia, o a donde sea.
Una comedia escrita por José Ramón Fernández con música en directo.
“La ventana de Chygrinskiy es la cuarta parte de una trilogía. Con El Zurdo pasan estas cosas. Hay trilogías con cuatro partes. Las tres anteriores comedias zurdas se vieron juntas en Cuarta Pared, que, dicho sea de paso, es una pared que no existe. Como dijo Sancho Panza, esto es un poco kafkiano”. (José Ramón Fernández)