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Hoy es Viernes 29 de marzo de 2024
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ISSN 2174 - 4092

Una noche en la tertulia poética de Carlos Salem - LaRepúblicaCultural.es - Revista Digital

Cada vez que escucho textos de Inma Luna, me parece que está más cercana al centro de lo que escribe, de lo que quiere decir. Es que hay mucha gente que escribe, pero luego no tiene esa capacidad para contar, para transmitir, para comunicar al resto con su propia voz lo que se esconde en el interior de aquellas líneas que puso sobre el papel en su momento. Y no me refiero a la explicación de las palabras, sino al simple hecho de poder leer esos mismos grafos que cualquiera podríamos tener en nuestras manos, pero que en voz del autor tienen la entonación que deben tener para que sean sus letras. Ayer la invitaron a esa tertulia poética que Carlos Salem hace en un local de copas de Madid cada martes a partir de las nueve de la noche. Anoche era el plato principal para devoradores de versos, y me di cuenta de que cada vez comprendo su poesía de manera más natural, o que cada vez está más hecha, aún leyendo cosas anteriores, de las primeras publicaciones. Y era plato principal, pero no único, porque después, más de una treintena de personas pasaron por el escenario para leer uno, dos, tres, cuatro poemas/textos, o para improvisar lo que estaba en sus entrañas esa noche pasada. No había pasado nunca por esta macrotertulia del señor Salem, en la que, como él bien dice, la gente va a escucharse, no a cerrarse y tirar contra los de la mesa de enfrente. A ratos aquello se convierte en un pequeño gallinero, pero también es divertido e interesante, porque la gente se va apuntando para leer y salen todos los que quieren, seres de todo pelaje y color, pero con un interés común (en principio). Decir que todo lo que escucho es estupendo sería absurdo, y un flaco favor al trabajo de much@s, pero también una falta de respeto por quien organiza el evento semanalmente, porque aunque no se deja a nadie fuera, no todo es lo mismo.

Una noche en la tertulia poética de Carlos Salem

Inma Luna, poeta protagonista en Los Diablos Azules

Tertulia poética Los Diablos Azules
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Tertulia poética Los Diablos Azules

La escritora Gloria Gil durante su lectura poética.
Foto: Julio Castro.

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Tertulia poética Los Diablos Azules

El escritor Julio Medina Gimenes, tras su intervención.
Foto: Julio Castro.

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Para más información:
Los Diablos Azules
c/ Apodaca, 6
Madrid

Julio Castro – La República Cultural

Cada vez que escucho textos de Inma Luna, me parece que está más cercana al centro de lo que escribe, de lo que quiere decir. Es que hay mucha gente que escribe, pero luego no tiene esa capacidad para contar, para transmitir, para comunicar al resto con su propia voz lo que se esconde en el interior de aquellas líneas que puso sobre el papel en su momento. Y no me refiero a la explicación de las palabras, sino al simple hecho de poder leer esos mismos grafos que cualquiera podríamos tener en nuestras manos, pero que en voz del autor tienen la entonación que deben tener para que sean sus letras.

Ayer la invitaron a esa tertulia poética que Carlos Salem hace en un local de copas de Madid cada martes a partir de las nueve de la noche. Anoche era el plato principal para devoradores de versos, y me di cuenta de que cada vez comprendo su poesía de manera más natural, o que cada vez está más hecha, aún leyendo cosas anteriores, de las primeras publicaciones.

Y era plato principal, pero no único, porque después, más de una treintena de personas pasaron por el escenario para leer uno, dos, tres, cuatro poemas/textos, o para improvisar lo que estaba en sus entrañas esa noche pasada. No había pasado nunca por esta macrotertulia del señor Salem, en la que, como él bien dice, la gente va a escucharse, no a cerrarse y tirar contra los de la mesa de enfrente. A ratos aquello se convierte en un pequeño gallinero, pero también es divertido e interesante, porque la gente se va apuntando para leer y salen todos los que quieren, seres de todo pelaje y color, pero con un interés común (en principio).

Decir que todo lo que escucho es estupendo sería absurdo, y un flaco favor al trabajo de much@s, pero también una falta de respeto por quien organiza el evento semanalmente, porque aunque no se deja a nadie fuera, no todo es lo mismo.

Y escucho cosas que me gustan, que me interesan, que me parece que tienen calidad. Entre ellos y ellas citaré a algun@s de quienes creo que hicieron algo digno de mención, aunque pueda olvidar a algun@ (sé que alguien se queda fuera, pero no estoy haciendo una enciclopedia, sino hablando de sensaciones de una noche), a otr@s no citaré, porque sinceramente… pero también hay quienes son formalmente correctos, con buen estilo, aunque no me apetezca ahora hablar de ell@s.

La poeta de Leganés nos hace cómplices de su pasado en electrodomésticos, como también de sus relaciones dirigidas o sufridas, pero de penalty nos hace un resumen de su año, en el largo dolor de casi perder a un padre, o en el sueño del lunes pasado, por el que llegó tarde a trabajar (que, a cambio, le valió adentrarse en la obra de otro autor la siguiente noche), y es que su historia en poesía es la historia de tod@s: una raíz de poesía. Pero hoy, de Inma no, de ella hablo en otras ocasiones, aunque me gustaría que la leyeseis en sus libros de poesía, en los de relatos y… cuando la publique, su novela (ya llegará cuando llegue). Entre tanto también podéis escucharla cuando lee, y leerla en su blog, donde De cerca nadie es normal o el otro, en que nos dice Temo parir un pez naranja (es prolífica, no le basta con uno, necesita dos… ¿blogs?).

El primero de la tertulia en sorprenderme es Julio Medina Gimenes, un argentino, italiano, español: ciudadano del mundo al fin, que además de escribir, busca, investiga en otros, cuenta cosas con sentido, y no puedo evitar que me parezca más cercano en lo que cuenta, especialmente cuando rinde homenaje a quienes para mí son los más grandes: Benedetti y Gelman. Me sorprende que el mundo acabe por moverse en la poesía que no es la de los grandes premios y sus heces paraliterarias que intercambian royalties como peaje adulador de los aferrados al poder mediático-político. Resulta que estaban aquí, contando sus cosas sin ambages en los bares de copas: los otros tienen su bar en casa ¿no?

Es bárbara, pero se llama Gloria, es divertida, fresca (¿como la nevera de los electrodomésticos de Inma? Puede, no sé) dice las cosas como vienen y como van, tiene fuerza en su texto y en su voz. Y es que, igual que los anteriores, igual que quienes cito aquí, no “sale a leer sus cositas”, sino a decir lo que le toca decir, lo que quiere compartir: y lo comparte. Gloria Gil tiene su blog que, con un nombre muy suyo, Losers are winning (Los perdedores van ganando), y ahí encontramos esa intimidad que disfraza al leer, y que te arroja entre comentario y comentario, entre sarcasmo y frescura, pero que si escuchas dice más y si lees está todo (He visto cambiar de piel a los árboles mil veces / y todo sigue siendo lo mismo o diferente. / Entonces, me sorprendo / no esperando ya nada. / La ilusión del gesto llano / que no se aguarda ansioso. / Resulta que en mi hueco / hay demasiada luz, / bajaron las persianas: / exceso de fotones. / He visto hacer lo mismo a muchos pobres hombres, / no has sido ni serás el primero ni el último. / Entonces, me sorprende / esperar aún algo.)

Batania sale y recita, no toca un papel, porque lo tiene en la cabeza y en el corazón: no todo el mundo tiene esa capacidad, a cada cual lo suyo, aunque nada desmerezca de quienes leen y ponen más énfasis en la entonación que en la memoria, pero Batania pega fuerte, y es como si diera un paseo por el campo. Cuando acaba baja de un salto del estrado y nos deja con ganas de más. Hay quien interpreta que debe seguirle a pies juntillas en lo que escribe en su blog Neorrabioso, pero no creo que quiera ser un Simón-dice.

Manuela Paso lee hacia el final, se nota que es actriz, porque sube con la seguridad de quien lo hace todos los días: lee, dice, mira con esa sonrisa enigmática bajo sus inquisidores ojos, y vuelve a su lugar. Violeta (ya, sé que no he habado de Violeta, porque no leía, pero es la hija de la Luna -Inma- y escribe en Tiempo pa pensar como merece escribirse, pese a su cortísima edad: así tiene que ser), pues Violeta me dice que lo que escriben Manuela y su madre es muy cercano, y tiene toda la razón del mundo: también la compostura en el estrado y el gesto que bascula entre la interrogación y la sorna (apenas sabes qué momento es cada cual).

Manuela arranca con su Rojo Papagallo nº 15 (Más adelante les diría a sus tres hijos / la verdad. / / Les diría / que era su madre pero también / / su hermana. / / Antes o después, / les contaría / que en el álbum de fotos de su infancia, / ella / fue una niña que sonreía a papá desde la cama con las nalgas desnudas, con los pechos / / a punto de florecer. / / Les reconocería / que soplaba para él, / las once velas de una tarta con los labios pintados de / / Rojo Papagayo Nº 15 y que supo, / / pasados los meses, / que ese letargo alimentado con vitamina C / era su primer hijo, también / / su primer hermano. / / Más adelante les haría entender / el por qué de esa tristeza desmigada en el poner la mesa: / / en el hacer la cama, ese relámpago azul de neuronas. / / Lavaría la imagen, claro / de tantos monstruos los fines de semana en casa. Pero / / hoy no. Hoy / / tocará la mejilla de los geranios y dará / un paseo con el primer hombre inofensivo de su leyenda mientras piensa / como viaja, por fin tranquilo, su padre / su violador, / por la savia de los robles. / / Porque todo, / absolutamente todo, / es belleza.) y ella viene hoy con su color Rojo Papagallo nº 15 en los morros: ¿provocadora? Sin duda, pero se limita a dos poemas, y el segundo es de un recuerdo de infancia, plagado de misterio de niñ@s y también del de adult@s, con la ironía de quien sólo quería recordar y le salió otro juego. Acaba y se va, pero la podemos encontrar en Le ruego, considérerme un sueño.

Que sí, que hay much@s más, pero hoy paro aquí. Sólo agradeciendo al master y amo del calabozo Carlos Salem (al que podemos encontrar, por ejemplo, en el huevo izquierdo del talento), que dedique el esfuerzo a escribir esos retazos en el aire con tanta gente y con más o menos paciencia. Os lo recomiendo, es una cita interesante para la noche de los martes.

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